jueves, 11 de octubre de 2007

LIBROS - También la luz es un abismo, de Olga Orozco: Desde el fondo de la infancia

La importancia de la mujer en la historia de la poesía argentina es imposible de mensurar. Algunos de los nombres que se juntan bajo este pattern, pueden provocar la ilusión de que la poesía argentina no existe sin ellas: Alfonsina Storni, Silvina Ocampo, Alejandra Pizarnik. La Ocampo, incluso, puede ser considerada uno de los autores más importantes de la literatura argentina, sin importar los géneros, ni el literario nie el sexo. ¿O es que realmente tiene alguna importancia el sexo en las buenas artes? ¿Importa el sexo más allá del acto mismo?
No tan popular como las tres escritoras recién mencionadas, pero no por eso menos fundamental, Olga Orozco, como ellas, es un animal de poesía. Tan importante es la poética en el contexto de su obra, que su producción en prosa se reduce a dos libros de relatos, separados el uno del otro por más de 30 años. Esta distancia entre ellos, sin embargo, no fue un obstáculo para que el ingenio de la escritora encontrara la oportunidad de volver a hacer poesía, por encima de la prosa, sin dejar dudas de su capacidad literaria. Es que si se toman los títulos de ambos libros y se los reúne en un mismo plano textual, pueden obtenerse los dos versos de un breve y sutil poema:
La oscuridad es otro sol
También la luz es un abismo
Justamente También la luz es un abismo, el segundo de ellos, editado en el año 1998, es la muestra perfecta de que, como prosista, Olga Orozco era una excelente poetisa.
A pesar del habitual tono burlón que puede encontrarse en el uso burdo de la frase anterior, en el contexto literario debería sonar a elogio. Y es que tal vez lo más arduo de escribir en prosa sea la dificultad de traducir la belleza esencial que es ineludible en la poesía, a las estructuras prosaicas. Sin embargo, cada uno de los textos que componen este libro no se detienen en la mera narración de una historia, ni en descripciones de carácter o detalles paisajísticos, sino que se deslizan hacia lo más profundo del lenguaje literario, amalgamando poesía y prosa con la eficacia y elegancia que son esperables en el buen autor.
Este libro presenta uno de los temas centrales en la obra de Olga Orozco: la niñez, la puerta iniciática de su universo literario. Es importante detenerse en ella, por que de esto se trata el libro: una excusa para conjurar el fantasma de los deseos, los miedos, la mística y los secretos que ella misma se ha dejado en Toay, su pueblito natal en la provincia de La Pampa. Solía contar Orozco que uno de sus ritos a la hora de escribir, costumbre cercana a la obsesión, era hacerlo sólo junto a tres piedras que ella conservaba especialmente: una del pueblo de su madre, otra del pueblo de su padre; y la tercera, un obsequio que un amor infantil le dejó en Toay, el día que su familia se mudó a Bahía Blanca.
De alguna manera, de esto se trata También la luz es un abismo, del génesis y cosmogonía de su universo poético. Un intento de desentramar, de a poco, palabra por palabra, el tejido de la infancia. Un mundo en donde la vida interior lucha con la contradicción de continuar oculta o manifestarse, como ha conseguido hacerlo con éxito la Orozco, a través de su poesía. Pero sin olvidar que aquel mundo que tan ligeramente se emparenta con el juego, con la felicidad y la nostalgia del tiempo pasado, también es una bolsa vieja y oscura, llena de miedos persistentes y elásticos que insisten en acompañarnos toda la vida. Porque, aun llena de luz, la infancia también es un abismo.
(Artículo publicado originalmente en www.informereservado.net/cultura.php)

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