jueves, 16 de junio de 2011

CINE - Una misión en la vida (The human resources manager), de Eran Riklis: Una muerte sin responsables

En el cine es fundamental la sorpresa, sobre todo cuando se busca construir sobre los moldes del género. Como en esos casos el código con el que el artista se relaciona con su público se basa en la reiteración de determinadas estructuras, la diferencia y el éxito lo alcanzan quienes consiguen moverse sobre esos carriles con la suficiente habilidad como para torcer el recurso en el momento menos pensado, haciendo que todo el movimiento parezca natural. Ahí está la sorpresa. Una misión en la vida, del israelí Eran Riklis, intenta que el carácter sorpresivo venga de la mano del cruce genérico, combinando sobre todo drama y comedia, pero no consigue que las sorpresas en este caso sean buenas. Por el contrario, no hay cruce alguno, sino un cambio de tono que deriva en dos películas montadas la una sobre la otra. En lugar de potenciarse, ambas líneas se restan mutuamente, comiéndose entre sí lo que podrían haber tenido de positivo. Pero hay más.
La vida de un gerente de recursos humanos de una compañía panificadora en Israel, se altera cuando el cuerpo de una mujer que lleva muerta más de un mes en la morgue pública, víctima de un atentado suicida, resulta ser una empleada de la empresa despedida recientemente en circunstancias irregulares. La muerta resulta ser una inmigrante rumana y la aparición de la noticia en un diario acaba por colocar al desmotivado gerente en el lugar del malo de la historia. Presionado por el periodista que sigue el caso y por la dueña de la panificadora, el tipo deberá acompañar al cadáver en su regreso a Rumania, donde el drama se convierte en una road movie tragicómica, bastante endeble en fondo y forma.
De un modo deliberado, Una misión en la vida elige “anonimizar” a su protagonista tras su cargo, negándole un nombre para activar el truco del “Soldado desconocido”. Sin identidad, ese individuo representará al cuerpo social completo: Fuenteovejuna son todos. Pero esa idea choca contra la manera en que la película se ocupa de la muerte. Porque no se trata de cualquier muerte, sino de aquella que es causada por la violencia que genera el conflicto social, político, económico, étnico y religioso que tanto daño causa entre las naciones de Cercano y Medio Oriente, con réplicas de escala global. Una misión en la vida apenas si se atreve a hablar de las consecuencias más superficiales de esa muerte, que en definitiva son las que podrían provocar una calculada empatía en el público. Los trastornos que le causa al gerente de recursos humanos en su vida laboral y personal; los molestos mecanismos burocráticos que se liberan cuando ocurre; el dolor de los que pierden a aquellos a quienes aman. De todo eso se ocupa esta película, pero no del origen de tanta muerte: nunca se menciona que detrás de ese cadáver olvidado hay un conflicto de múltiples y muy complejos intereses, que está lejos de encontrar una solución. Es desde ahí que Una misión en la vida es una película manipuladora donde nadie es culpable de esas muertes, que apela a convertir lo que claramente era un drama, en una comedia melodramática cruzada por un absurdo insignificante, efectista y muy mal manejada. Sugiriendo además que la redención de ese hombre sin nombre -uno y todos a la vez- puede ser extensiva per se a toda Fuenteovejuna. Preocupados por esa redención, la película omite un problema que evidentemente es invisible para ella. Ahí tampoco hay sorpresa.


Artículo publicado originalmente en la sección Cultura y Espectáculos de Página/12.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Con el criterio de esta crítica todas las películas que provengan de países con conflicto deberían tematizarlo, sin posibilidad de abrirse a nuevas historias o problemas más personales.
Es un poco tendencioso lo que se dice, me parece.

jpCinelli dijo...

Gracias Anónimo por tu comentario (anónimo).
En primer lugar todo crítica es una toma de posición y, por lo tanto, implica una tendencia. Ergo, no hay problema: soy tendencioso.
Segundo, esta no es solamente una película de un país en CONFLICTO, sino que es una película cuyo tema ES EL CONFLICTO: la narración gira en torno al cadáver de una víctima de ese CONFLICTO. Así que la propia película no es para nada ajena al CONFLICTO, sino que lo coloca en el centro. Esto está claramente dicho en el texto, así que es casi redundante haberlo vuelto a escribir.
Lo que se le critica a la película en el texto publicado, es la ausencia de toda referencia a las responsabilidades sobre esa muerte de quienes sostienen el CONFLICTO. Una muerte que además no son todas las muertes del CONFLICTO, sino una muy especial, que deja en el lugar de víctimas a sólo una de las partes en CONFLICTO. Y cuando un dato se elide con tanta claridad, subrayando groseramente la redención de sólo otra de las partes en CONFLICTO, eso no sólo es una toma de posición, sino también una manipulación burda del espectador desprevenido, al que durante toda la película se busca quebrar con golpes de ética dudosa.
Hasta aquí, en esta respuesta se utiliza 8 veces la palabra CONFLICTO (9) en relación a "Una misión en la vida", de Eran Riklis, que claramente es una película que busca tematizar el CONFLICTO (10).
La reiteración de la palabra no convierte a este en un buen texto; pero ayuda a hacer más enfática y clara a mí respuesta.
Por lo menos espero, Anónimo, que la película te haya gustado. ¿O además de no tener nombre tampoco la viste?
Gracias por la charla, un gran abrazo y hasta el próximo CONFLICTO (11)... quiero decir, intercambio.