
Por otra parte se presentó también La araña vampiro de Gabriel Medina, que completa el trío de películas argentinas que integran la Competencia Internacional, junto a Los salvajes de Alejandro Fadel, y Germania, de Maximiliano Schonfeld. Gabriel Medina encara su relato de un modo más tradicional, anclado en una narración cercana al cine de género. Un hombre y su hijo se instalan unos días en una cabaña en medio de un bosque de montaña, con la intención de pasar a solas unos días de calma. Durante la primera noche el chico, que se encuentra medicado con psicofármacos, es picado por una enorme araña. Aunque los médicos desestiman todo peligro, algunos lugareños le confirman que la picadura es mortal y que la única forma de revertir el proceso es recibir la picadura de una araña similar, pero en el ojo. Guiado por uno de ellos, subirá a la montaña en busca de un nido dónde poder completar la extraña praxis. Lejos en todo sentido de su primer película, la opresiva Los paranoicos, Medina entrega un film fallido, con una historia que nunca termina de ser verosímil y personajes que o bien son algo burdos o directamente están de más. Aunque en los momentos de mayor impacto, La araña vampiro consigue dos o tres golpes de efecto exitosos, apelando a un espíritu que se pretende cercano a los cuentos de Horacio Quiroga, en general abunda en líneas temáticas que son abandonadas a mitad de camino, dejando la sensación de que en alguna parte del relato se perdió algo importante.
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Cobertura publicada originalmente en la sección Cultura de Tiempo Argentino.
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