miércoles, 18 de abril de 2012

CINE - 14 BAFICI, día 7: Tierna evocación de aquellos días

El día de ayer resultó dispar en cuanto a las presentaciones del cine argentino. Dentro de la Competencia Nacional se proyectó El espacio entre los dos, del director cordobés Nadir Medina, ópera prima de la que también es guionista y productor. La historia gira en torno a tres amigos adolescentes, Tomi, Male y Pablo, que se conocen desde el jardín y tienen juntos una banda de rock. Aunque los dos últimos están de novios, Tomi también está enamorado de Male. La película pasará con ellos toda la noche posterior a uno de sus conciertos, sobre todo compartiendo los encontrados sentimientos que Tomi va manifestando acerca del amor (el propio y el ajeno) y la amistad. Oda y elegía a la adolescencia, El espacio entre los dos da cuenta de la intensidad desmesurada con que todo se vive en esos años en que cada cuestión parece ser de vida o muerte. Nadir Medina demuestra buen pulso para contar una historia mínima pero tierna y grata, con personajes atractivos, delineados con solidez, y una banda de sonido que consigue darle al relato el tono melancólico y evocador que el director parece compartir con sus criaturas.
Por otra parte se presentó también La araña vampiro de Gabriel Medina, que completa el trío de películas argentinas que integran la Competencia Internacional, junto a Los salvajes de Alejandro Fadel, y Germania, de Maximiliano Schonfeld. Gabriel Medina encara su relato de un modo más tradicional, anclado en una narración cercana al cine de género. Un hombre y su hijo se instalan unos días en una cabaña en medio de un bosque de montaña, con la intención de pasar a solas unos días de calma. Durante la primera noche el chico, que se encuentra medicado con psicofármacos, es picado por una enorme araña. Aunque los médicos desestiman todo peligro, algunos lugareños le confirman que la picadura es mortal y que la única forma de revertir el proceso es recibir la picadura de una araña similar, pero en el ojo. Guiado por uno de ellos, subirá a la montaña en busca de un nido dónde poder completar la extraña praxis. Lejos en todo sentido de su primer película, la opresiva Los paranoicos, Medina entrega un film fallido, con una historia que nunca termina de ser verosímil y personajes que o bien son algo burdos o directamente están de más. Aunque en los momentos de mayor impacto, La araña vampiro consigue dos o tres golpes de efecto exitosos, apelando a un espíritu que se pretende cercano a los cuentos de Horacio Quiroga, en general abunda en líneas temáticas que son abandonadas a mitad de camino, dejando la sensación de que en alguna parte del relato se perdió algo importante.


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Cobertura publicada originalmente en la sección Cultura de Tiempo Argentino.

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