viernes, 27 de marzo de 2009

CINE - No te metas con Zohan (Don´t mess with the Zohan), de Dennis Dugan: Un estilista para Oriente Medio


Todos tienen en la familia un cuñado que se encarga de ser el gracioso en las reuniones familiares, que hace reír improvisando unos pasos de baile, exagerando alguna historia personal y hasta dando vergüenza ajena cuando empieza a subir el tono de los chistes, invariablemente acompañados de gestos de inequívoca referencia sexual. No hay mucho más secreto que ese en el cine de Adam Sandler: humor pasado de rosca y aun así familiar. Pero No te metas con Zohan tiene además la virtud de, sin alejarse de su hábitat natural de clase media urbana, romper la cotidianeidad de otras de sus películas, poniendo en pantalla un personaje extravagante de esos que cada tanto vienen a rebatir el viejo anatema según el cual Adam Sandler actúa siempre de Adam Sandler. Ese personaje es Zohan.

Súper agente de la Mossad, ídolo y héroe de Israel, Zohan tiene algo de estrella pop: será por su look, que recuerda al de George Michael en los más alocados videos de Wham!, o por su físico entrenado, apto para misiones peligrosas tanto como para el contoneo sensual y algo demodé de sus pasos de baile. Así y todo no es feliz: coiffeur atrapado en un cuerpo de elite, incomprendido hasta por sus padres que se burlan de su sueño de estilista, Zohan planea su propia muerte cuando el ejército lo convoca para atrapar al Fantasma, su archirrival y famoso terrorista a quien ya atrapó una vez. Sandler aprovecha el viaje de Zohan a Nueva York para explotar una de sus obsesiones: los 80. Sólo armado de un guardarropa lleno de shorts de jeans desflecados, camisas brillantes que parecen sacadas de un póster Pagsa y un catálogo de peluquería de aquella década, Zohan llega a la Gran Manzana y es despedido con burlas de la cadena más top de centros de estética a donde va a buscar trabajo.

Adam Sandler no es un gran actor, pero tampoco es tonto y sabe utilizar el magnífico sentido autoparódico de la colectividad: aunque parezca a años luz de Woody Allen, tal vez sus humores sólo se diferencien en lo formal y tengan una común raíz de fondo. Con la ayuda de un admirador (un compatriota que lo reconoce a pesar de su cambio de imagen), Zohan consigue entrar como aprendiz en una peluquería del barrio judío... pero del lado palestino; barrio en el que conviven hebreos y musulmanes y en donde los locales judíos de electrónica llevan nombres como “Estamos por cerrar”. Humoradas que no estarían fuera de lugar en muchas películas de Woody: la Línea de Atención al Terrorista de la Hezbollah es el non plus ultra . Tampoco es casual que el guión sea la primera colaboración entre Sandler y Judd Apatow (Virgen a los 40, Ligeramente embarazada), uno de los más exitosos directores y escritores de comedias de los últimos años, también él doctorado en humor judío autorreferencial. Tal vez cansen un poco los chistes de orientación sexual, y sin dudas el final cae en la tontería y la corrección política, pero aún así no dilapidan todo lo anterior.


Artículo publicado originalmente en el diario Página 12.

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