
Justamente el lunes Tiempo Argentino publicó un artículo en el que elegía a Alice Munro junto a Joyce Carol Oates como las favoritas del diario a ganar el Nobel de Literatura este año. Ambas son buenas escritoras, tal vez notables, pero los motivos para suponer con bastante certeza que una de ellas ganaría exceden el análisis meramente literario. Hay una razón muy específica para que la literatura pase a un segundo lugar a la hora de elegir un Nobel: que se trata, cada vez más, de un premio políticamente correcto. Esa es, por ejemplo, la única forma de explicar la ceguera literaria de la Academia Sueca al negarle el premio a Jorge Luis Borges, el más destacado autor de literatura en lengua castellana del siglo XX, por motivos por completo ajenos a su obra.
La Academia parte de la base que todos los candidatos merecen, en mayor o menor medida, ser reconocidos, entonces toma su decisión atendiendo menos a la literatura que a un principio de amplitud, en el que intenta representar la totalidad del crisol humano. Todas las lenguas, todas las regiones, todos los géneros. Alcanza con saber que en los últimos 23 años lo han recibido más escritoras que en los anteriores 90 años. O que en esos mismos períodos la cantidad de premiados no europeos/estadounidenses es casi la misma: 11 hasta 1990, contra 9 desde entonces hasta que hoy. La canadiense Alice Munro, premio Nobel de Literatura 2013, representa la literatura notable, sí, pero también una corrección política que se mide en cupos y no siempre tiene que ver con la justicia.
Artículo publicado originalmente en la sección Cultura de Tiempo Argentino.
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