lunes, 20 de septiembre de 2010

Balance final del Tercer Congreso Nacional de Cultura: Hubo acuerdo en San Juan y van por una Ley Federal de Cultura

A cinco días de aquella apertura, en un auditorio colmado por más de mil personas, cerró el Tercer Congreso Nacional de Cultura realizado en la capital de la provincia de San Juan. Atrás queda una prolija organización, que alcanzó con creces el objetivo de pensar, debatir, buscar y proponer espacios para construir una nueva forma de entender ese concepto tan complejo que involucra la palabra cultura. Una gran cantidad de nombres vinculados a diferentes áreas del arte, la gestión y la política cultural aceptaron darse cita en una enorme variedad de mesas de discusión, en las cuales se trató una compleja red de temáticas que, desde puntos de vista y posiciones política y estéticas diversas, consiguieron convertir a este Tercer Congreso en un éxito. Sin embargo, llegado el final: ¿Qué debe entenderse por éxito cuando se habla de un acto de estas características, cuyo saldo no puede cuantificarse materialmente? ¿Cuál es ese rédito, al que no puede dársele un valor económico ni hacérselo cotizar en bolsa? Puede decirse que tal vez ese sea uno de sus logros: crear la conciencia de que los actos valiosos no siempre dejan ganancias, mensurables en cantidades de billetes apilados sobre una mesa. Si se trata de cultura, los objetivos primarios son otros.
Los ejes sobre los que se movieron las casi treinta mesas redondas, un gran número de foros diarios y mesas especiales son un ejemplo claro de que el tipo de discusión que buscó generarse aquí estuvo siempre más allá del simple mercantilismo. El papel del arte como agente integrador de las culturas o como medio de expresión de las clases sociales menos escuchadas, la administración de los patrimonios culturales, o el rol del Estado en los diferentes procesos de transmisión cultural son sólo algunos de los tópicos que dejan claro el perfil que asumió este Congreso Nacional de Cultura, y cuál fue su campo de acción. La revisión del concepto federal, que durante ciento cincuenta de los doscientos años de historia argentina parece haber sido sólo una palabra repetida en las páginas escolares, fue quizá la más grande preocupación que se manifestó a partir de diversas ponencias. María Isabel de Larrañaga, directora hace más de diez años del Museo Sívori, llegó a mencionar la posibilidad de pensar criterios para que el patrimonio artístico y cultural de la Nación, que en un alto porcentaje acumulan instituciones de la Ciudad de Buenos Aires, pudiera realizar exposiciones itinerantes (tomando todos los recaudos necesarios para preservar las obras), y así darle un nuevo significado a lo federal. En ese mismo sentido, Oscar Smoljan, secretario de Cultura de la provincia de Neuquén, opinó que “es la primera vez en dos siglos que se trata con seriedad el asunto de la descentralización del patrimonio cultural”.
La aplicación de la Ley de Medios fue otro de los temas relevantes atendidos en este Congreso. El secretario general de la Asociación de Televisiones Educativas y Culturales Iberoamericanas, Alberto García Ferrer, opinó que dicha norma es “una innovación fabulosa”, que demuestra que “se puede cambiar” la forma en que las audiencias se relacionan con los medios de comunicación. Por su parte, el mexicano Guillermo Orozco Gómez, doctor en Educación egresado de la Universidad de Harvard, afirmó que “este es el único país donde se ve un esfuerzo realmente serio, apoyado por todos los sectores sociales, de hacer una reforma” como la que propone la Ley de Medios. El cineasta Tristán Bauer, presidente de Radio y Televisión Argentina SE, se refirió a la importancia de la implementación de la TV digital como medio práctico para cumplir exitosamente con los alcances de la ley, y consideró que la digitalización de las transmisiones implica una herramienta social fundamental para difundir la cultura y atender a los intereses regionales. Bauer también consideró que estos congresos “son ámbitos de discusión muy importantes”, que deben servir para “permitirnos avanzar en la construcción de una sociedad más igualitaria”.
El Tercer Congreso Nacional de Cultura llegó a su fin. El camino no fue simple, pero sí intenso: se habló, se pensó, se discutió la cultura, a veces con humor y cordialidad, otras con los dientes apretados, exponiendo y defendiendo las ideas con vehemencia, al fin y al cabo una de las pocas cosas que vale la pena defender con el propio cuerpo. Hay un año por delante para buscar nuevos pretextos, para renovar los proyectos y para evaluar la aplicación de lo aprendido aquí en San Juan. Porque los congresos de cultura no vuelven ricos a los países que asumen el riesgo y el costo de invertir en ellos, pero, sin duda, son útiles a la hora de decidir qué tipo de sociedad se quiere construir, qué nación se quiere habitar y cuál es el modelo de mundo que se elige para seguir confiando en el futuro. Tristán Bauer lo dijo mejor: “La realidad se puede cambiar y se debe cambiar cuando es injusta.” Y siempre es justo apostar por una cultura más inclusiva, genuina y popular en sus alcances.


Artículo publicado originalmente en la sección Cultura del diario Tiempo Argentino.

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