jueves, 23 de septiembre de 2010

CINE - ¿Y tú quién eres?, de Antonio Mercero: El cine como mazmorra

Si el jueves pasado, a partir del estreno de Sofía cumple 100 años, el muy buen documental de Hernán Belón, resultó posible hacer el intento de abordar al cine como a una mujer, esta semana es factible asimilarlo al castigo. Nada es ocioso en la frase anterior. En primer lugar porque la película ¿Y tu quién eres? del director español Antonio Mercero, como la de Belón, comparten como uno de sus ejes narrativos a la vejez. En segundo término, porque el espectador que se decida a pagar su entrada para verla, tal vez se arriesgue a sentir todo aquello que a nuestro viejo drugo Alex le tocó padecer en la versión Kubrick de La naranja mecánica: el cine como sesión de tortura. Quizá la comparación resulte algo hiperbólica, pero el conjunto de vicios que impugnan esta película casi por completo justifican el recurso. Por suerte en este caso no hay arneses que impidan salir de la sala.
¿Qué pensarían de una película en la cual desde la primera escena puede saberse con seguridad que las actuaciones del elenco completo serán de mediocres para abajo? Sí, más o menos es eso. ¿Qué pensarían de una comedia cuyo principal recurso para causar gracia es poner a unos cuantos viejos a repetir la palabra condón hasta alcanzar el cenit de la vergüenza ajena y a compartir una ronda de pedos, encendedor en mano? Claro, exactamente. ¿Y cómo les caería que uno de esos viejos fuera nada menos que José Luis López Vázquez, emblemático actor español cuyo talento (si es que algo queda de él) es por completo despreciado? En fin. Y todo esto es poco, porque si la mencionada película de Belón conseguía constituirse en un espontáneo canto de alegría a la vejez, ¿Y tu quién eres? es la banalización lisa y llana no sólo de la ancianidad, sino también de ese triste mal que es el Alzheimer, su reducción pavota a la categoría de recurso sensiblero para intentar (sin éxito ni sentido) hacer llorar a alguien. Por efecto inverso, es más posible pasarse la hora y media que dura la película maldiciendo a quien sea que haya tenido la idea de filmarla.
La historia también es obvia: una familia burguesa a punto de irse de vacaciones decide internar al abuelo Ricardo en un geriátrico y a casi ninguno del grupo parece afectarle el asunto en lo más mínimo. Como si se tratara de esa vieja propaganda en donde la familia se deshacía del perro, al son de aquella famosa estrofa que comenzaba con “Boby mi buen amigo”, será Ana, la mayor de los tres hijos del matrimonio, quien notará que el recurso del geriátrico busca más la liberación familiar que el bienestar del anciano. Tan pobre es todo lo que ocurre, que la indignación surgirá de manera natural: aparecerán personajes que se pretenden pintorescos, como el interpretado por López Vázquez, que hará amistad con Ricardo; pero también patéticos viejos “loquitos” (ninguno de ellos encarnado por un buen actor) cuya sola visión atormentará a la pobre Ana, empecinada en cargar con las culpas de toda su familia. Y hay más. Lugar común 1: un médico joven dará pie al romance; lugar común 2: una enfermera sin filtro aportará comentarios que se pretenden desopilantes, pero ante los que ningún actor del reparto conseguirá actuar una carcajada convincente; lugar común 3: el alemán Alzheimer se esforzará por golpear tan bajo como se pueda. El producto final de la suma permite dudar hasta de las buenas intenciones.
Sin méritos a la vista, ¿Y tu quién eres? no alcanza a justificar su estreno. A menos que se trate de un intento por aprovechar comercialmente la reaparición protagónica de Manuel Alexandre, el actor que compartió con China Zorrilla aquel éxito impensado que fue Elsa y Fred. Mucho menos se entiende el asunto si se piensa que la película llega a Buenos Aires con un retraso de más de tres años, demora que bien podría haberse llamado a un más justo destino de eternidad.


Artículo publicado originalmente en la sección Cultura y Espectáculos del diario Página 12.

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