
En su libro Cinco escritos morales, Umberto Eco afirma que aunque no hubiera una solución posible para ella, proclamar la imposibilidad de la guerra es un deber intelectual, y de alguna manera La desaparición de Majorana viene a cumplir con él. Compatriota de Eco, Leonardo Sciascia ha sido uno de los más prolíficos escritores italianos de pos guerra, capaz de abordar con solvencia la ficción pero también, quizá como generoso efecto colateral de sus años como periodista, de encontrar oportunas excusas en la realidad para practicar su oficio de buen narrador. Dentro de este último grupo puede contarse a La desaparición de Majorana, suerte de novela documental en la que el escritor va tras los pasos del malogrado científico, tan interesado por resolver el enigma y los motivos de su ausencia como por delinear una suerte de ética majorana de la ciencia. Y como al pasar, aprovecha para desarrollar con elegante astucia algunas cuestiones morales no sólo aplicables al ámbito científico. Es que tal vez Ettore Majorana haya sido capaz de ver el horror futuro en un puñado de átomos; o puede no ser sino otra de las víctimas de una ciencia -una verdad, un mundo- sin moral alguna. Lo cierto es que cuando no se tiene nada bueno que decir, es mejor no decir nada: ese silencio a voluntad sería el auténtico legado de Majorana a la ciencia moderna.
(Reseña publicada originalmente en el suplemento Cultura del diario Perfil)
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