La literatura, como el cine o la música, son parte de la identidad argentina. Aun en los momentos donde la cultura se vio más maltratada, aun ahí los libros, las películas y los discos continuaron siendo una pulsión vital. Tal vez porque, como los chicos, no dejamos de necesitar que haya alguien que nos cuente una historia o nos cante una canción antes de sumergirnos en la pesadilla de ser lo que somos: argentinos. Por eso no sorprende que los festivales y los espacios para compartir cine y música parezcan brotar de la quinta dimensión, o que las librerías sigan gozando de buena salud. Y como si todo esto fuera poco, durante los últimos años se viene dando un fenómeno especial, tal vez no inesperado, pero sí al menos sorprendente. Se trata de la multiplicación de las ferias del libro, un formato que parece vivir su momento de gloria, generando espacios temáticos inagotables. Hay ferias del libro antiguo; ferias del libro de temática peronista; ferias el libro social y político; ferias del libro infantil; ferias de libros religiosos o de cuanta cosa pudiera ser convertida en libro. Entre todas estas posibilidades, hay una que toca (de manera consiente o no), algunas de las cuerdas más profundas y emotivas de cualquier porteño. Se trata de la octava edición de la Feria del Libro Lunfardo y Tanguero de Buenos Aires, que se inauguró en el día de ayer y que se extenderá hasta el 30 de diciembre.
Nacida como iniciativa de Marcelo Oliveri, periodista, escritor y autor de varios libros dedicados al lunfardo y al tango, esta particular Feria del Libro tiene por objeto fomentar la literatura tanguera. Del mismo modo en que el cine producido por la industria norteamericana monopoliza los espacios de difusión, la literatura “industrial” -los llamados Best Sellers- también asfixian otro tipo de producciones editoriales destinadas a grupos de lectores menos numerosos y, sobre todo, menos predispuestos a acatar las ordenes de las listas de más vendidos. Oliveri reconoce que “en muchas librerías de la calle Corrientes a los libros de tango o lunfardo los tienen en el fondo, escondidos.” Ese fue uno de los disparadores de esta idea, que tuvo su primera edición en 2004.
En ese sentido es especial esta Feria, en tanto no sólo rescata una importante fracción de literatura que de otro modo continuaría invisibilizada por las leyes del mercado, sino que además se dedica a mantener parte del patrimonio vivo de la ciudad de Buenos Aires, como lo son sus sonidos y su lenguaje. El propio Oliveri afirma que “el lunfardo forma parte de nuestra habla. En la Academia decimos que el pueblo agranda el idioma y eso se viene cumpliendo desde que llegaron los primeros inmigrantes a Buenos Aires.” No hay quizá nada más típicamente humano que el lenguaje y justamente por eso se trata de un código en permanente cambio: el Lunfardo no es ajeno a ese movimiento. “Por ejemplo, cuando escuchamos que en un tango del 30 o del 40 aparece la palabra chabón se refiere al tonto, al gil”, afirma Oliveri. “Hoy el chabón significa el sujeto innominado. O bondi, que es una palabra portuguesa que antes se usaba para denominar al tranvía y hoy es el colectivo. Con grela ocurre otro tanto: en el tango es la mujer y para un joven de hoy la grela es la mugre”, concluye.
Durante sus 26 jornadas, la Feria del Libro Lunfardo y Tanguero propondrá un intenso cronograma de actividades. Habrá presentaciones de libros, películas y actuaciones en el Salón Nicolás Olivari y también se podrá adquirir libros, CD, DVD y muchos artículos referidos a la cultura porteña ligada al tango y el lunfardo. Sin embargo esta Feria no recibe apoyo de ningún ente oficial. Consultado al respecto, Oliveri cree que el ministro de cultura porteño, “Hernán Lombardi o la gente que organiza esos festivales tendrían que acercarse a la Academia Porteña del Lunfardo y consultarnos. Nunca nos han invitado formalmente a participar de nada y si bien estuve en dos oportunidades formando parte de alguna mesa, fue gracias a Héctor Negro y Graciela Pesce, de Tango para chicos, que me invitaron a hablar. El tango y el lunfardo es mucho más que un festival anual: están vivos y sería beneficioso para todos que nos llamen.” Por eso es importante destacar que, por tratarse de una iniciativa que pretende llegar a un público masivo, quienes asistan podrán acceder a todas las actividades y espectáculos de manera libre y gratuita. Pero también, aquellos que deseen ayudar voluntariamente a mantener vivo este emprendimiento, podrán colaborar con un pago simbólico de 20 pesos por el que recibirán a cambio un ejemplar del libro Summa Lunfarda, de Ediciones Corregidor. “La Feria lo que hace es mostrar cuánto hay escrito sobre tango”, agrega Oliveri con entusiasmo. “Y más de uno queda con la boca abierta porque no puede creer la cantidad, desde diccionarios pasando por la historia o biografías. La literatura tanguera y lunfarda es inagotable.” El Lunfardo, el Tango y la verdadera Buenos Aires, la que se construye entre todos cada día, estarán agradecidos.
La Feria del Libro Lunfardo y Tanguero se realiza hasta el 30 de diciembre todos los días de 15 a 21 horas, en la sede de la Academia Porteña del Lunfardo, en la calle Estados Unidos 1379.
Artículo publicado originalmente en la sección Cultura de Tiempo Argentino.
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