viernes, 16 de diciembre de 2011

ENTREVISTA - Bruno Bettati, co director de Cinema Chile: En busca del cine perdido


Ventana Sur, el mercado latinoameri- cano de cine que organiza el Instituto Nacional del Cine (INCAA) y que cada año adquiere mayor importancia, es el espacio ideal para cerrar negocios o promover emprendimientos relativos a la industria cinematográfica. El contexto ideal para conocer los pormenores de Cinema Chile, una iniciativa surgida del esfuerzo conjunto de empresas privadas con el apoyo del Estado chileno. Sus objetivos son de impulsar a la industria audiovisual chilena en el mercado internacional, además de la generación y desarrollo de una marca país que la identifique con altos estándares de calidad. Para ello, el proyecto incluye el apoyo a las películas producidas en su etapa anterior al estreno comercial, cuando las obras recorren el circuito de festivales en busca de soporte y prestigio, y la difusión de los esfuerzos y avances conseguidos. Ventana Sur se presentaba como un foro adecuado para generar lazos con la industria del cine argentino, a la cual se le reconoce cierto liderazgo regional.
Los codirectores de Cinema Chile, Sergio Gándara y Bruno Bettati, pasaron por aquí para cumplir con su trabajo de definir los objetivos y enumerar los logros obtenidos con apenas algunos años de trabajo. Pero un dato contundente parece marcar nos sólo los inicios de este proyecto, sino de la historia del cine en Chile: durante los 17 años que la tiranía encabezada por el general Pinochet estuvo al frente del gobierno, apenas se produjeron ocho películas. Esa etapa representa el grado cero del cine chileno contemporáneo. El retorno a la democracia en 1990 significó una gradual recuperación. Bruno Bettati recuerda ese renacer como “una etapa muy importante, a partir del establecimiento de fondos de apoyo cada vez más concretos.” Aunque recién “en 2004 se estableció un fondo de fomento audiovisual específico para películas.” Bettati ubica allí los primeros pasos firmes en busca de una identidad, ya que “este apoyo ha generado cada vez mayor número de películas; cada vez más técnicos, cada vez más especializados; cada vez más actores y actrices, con cada vez más talento. Se fue sembrando el terreno con un tejido industrial para hacer películas.”

–Sin embargo, dentro de la región, Chile es el país en donde el sistema neoliberal que busca limitar la acción del Estado, ha sido implantado con mayor éxito por las dictaduras de los años ’70 y ’80. ¿Eso representa una dificultad a la hora de comprometer al aparato estatal con acciones directas?
–El Estado chileno, con su precepto neoliberal, nunca negó que hubiera que apoyar la cultura y el cine. Pero sí, y esto es muy neoliberal, se han concentrado todos los esfuerzos en los subsidios y los apoyos (selectivos todos). Por lo tanto, mecanismos automáticos, incentivos fiscales, impuestos específicos, cuotas: son todas medidas que no son admisibles. Y eso plantea un desafío, porque si un Estado, sea de derecha o de izquierda, se reduce a apoyar el cine a partir de subsidios, eso quiere decir que eventualmente va a tener que pagar el 100% del costo de producción, y eso es inviable. Sobre todo si en medio tienes una crisis económica o un desastre natural: ambas cosas sucedieron en Chile. Por ende el punto de vista neoliberal arraigado en Chile va a tener que complementarse con nuevas ideas.
–¿Es la primera vez que el Estado chileno se compromete en el fomento del cine?
–Chile tuvo tres momentos donde intentó armar una industria cinematográfica: los años ’20, en Antofagasta, y luego entre los años 1942 y ’49, con Chile Films, que posteriormente tuvo una segunda etapa del ’67 al ’73. Este sería el cuarto intento por montar una industria cinematográfica. Lo cual significa que el Estado chileno ha hecho tres veces una inversión fuerte y tres veces la ha despilfarrado. Si algo estamos tratando de hacer ahora es convencer al Estado de que no conviene despilfarrar de nuevo.
–¿Han tenido algún modelo específico para comenzar a trabajar?
–Hay muchos casos que hemos tomado como ejemplo. El mejor de todos es Unifrance, sin dudas un modelo a seguir. Pero muchos países tienen una marca sectorial para promover su cine en el extranjero. La inflexión que creo hemos dado es la de poner al autor y al talento en la primera línea, para dignificarlo lo más posible y ocuparlo como nuestras banderas de lucha.
–¿Dónde está la dificultad y qué se debe hacer para que el talento pueda volverse competitivo frente al arsenal del cine industrial norteamericano?
–Una estrategia clásica han sido los festivales: son la forma más tradicional de resistir a la invasión americana. En gran medida los festivales de cine fueron creados en Europa como herramienta para repotenciar al cine europeo. Porque la exposición mediática que te da selección y eventual premio de una película en un festival, es un márketing que como productor no puedes pagar, que lo obtienes sin tener que financiarlo y te apoyas en él para aumentar la visibilidad de tu obra. Sin duda que los festivales y los mercados como Ventana Sur son claves para poder posicionar mejor nuestras películas.

Puertas adentro

–Uno de los objetivos de Cinema Chile es convencer al público doméstico de que el país produce cine de calidad. ¿Incluir a la televisión forma parte de este intento?
–Sin dudas. Al público doméstico básicamente se lo influye, al menos por ahora, por la televisión. Igual, Chile es un país fuertemente conectado: ya estamos llegando a un 40% de hogares conectados a Internet, así que eso va ir cambiando en la medida en que el espectador es remplazado por el internauta.
–El problema es que a veces el internauta también remplaza al espectador de cine.
–Efectivamente: eso es un problema. Sin embargo no creo que nosotros mismos debamos desnaturalizar nuestro producto. El cine, dentro del mundo audiovisiual, es un producto pensado para la pantalla grande y no para la chica. No importa si es documental o ficción, no importa si está terminado en 35 mm o en video digital; importa que hay ciertos productos que están pensados en relación a esa dimensión y requieren explotar la ventana de pantalla grande, que es donde realmente hay un negocio para el cine. Nunca hay que dejar de lado que la experiencia de la pantalla grande es única e irremplazable.
–Justamente, el espacio del cine como vivencia grupal es una experiencia que de a poco se va debilitando. El cine como experiencia masiva potencia y hasta genera reacciones que no son posibles sino en la sala del cine.
–Estoy de acuerdo y también lamento el descenso en la cantidad de espectadores que van al cine. Pero ojo que ese es un descenso que se puede medir desde varios lados. Porque en rigor, por lo menos en Chile, el cine sigue siendo una actividad recreativa relevante en nuestros países. Lo difícil es convencer a la gente de ver una diversidad de productos audiovisuales y no sólo los que aparecen más mediáticamente. El público se deja seducir por el márketing impactante e invasivo. Eso hace que películas que pueden ser superiores tengan menor llegada a un cierto público.

Artículo publicado originalmente en la sección de Cultura de Tiempo Argentino.

No hay comentarios.: