Crisis en Europa. Los jóvenes españoles toman las calles desalen- tados por una situación social que, de modo perverso, los deja al borde de la nada. Hace casi 25 años, los vascos La Polla Records editaban su disco más emblemático, justamente No somos nada, y en sus canciones ya daban cuenta (muy claramente) de un estado de situación que, como una bomba urgente, acaba de explotar en la cara de los que por comodidad se pasaron tres décadas mirando para otro lado. Radicales hasta la rabia, La Polla Records son precisos: cualquier acumulación de poder que medie entre el individuo y el mundo, necesariamente se convierte en abuso. En “Qué paz”, una de esas canciones, se afirma que la paz social que impone el capitalismo, repartiendo migas de un pan fantasma, es la paz del cementerio que sólo sirve para encubrir aquella guerra que ya había sido expuesta por Marx, pero un siglo y medio antes. Desde el título, No somos nada permite una triple lectura; con ironía furiosa superpone a la formula condoliente, la certeza de que bajo el poder siempre hay personas, nunca nada. Pero también una afirmación: antes que ser parte de la farsa, elegimos no ser. Y además entrega un mensaje, un consejo para estos jóvenes del futuro: súbanse los pantalones, no se dejen dar.
Columna publicada originalmente en el suplemento Cultura del diario Tiempo Argentino.
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