Algunas películas merecen ser vistas más de una vez, porque desde el deseo empujan al espectador a repetir la experiencia del placer. Del mismo modo hay historias que da gusto volver a escuchar, aunque el cuento se haya contado muchas veces. Una de ellas es la que el investigador y coleccionista de cine Fernando Martín Peña cuenta en su libro Metrópolis. Se trata de un relato cuyo objeto es exponer los detalles del hallazgo de la única copia completa de ese gran clásico del cine que es Metrópolis (1927), del alemán Fritz Lang, una noticia muy difundida que sorprendió al universo cinematográfico. Más allá de la puntillosa reconstrucción que Peña hace del derrotero de la película y del absurdo proceso de su gradual mutilación, lo que vuelve única a esta versión de la historia conocida es, sobre todo, el tono policial que adquiere cuando comienza el relato del hallazgo. Ahí, un Peña convertido en una suerte de Philip Marlowe va acumulando indicios durante 20 años, que incluyen una revelación inesperada, el enfrentamiento con dos inescrupulosos burócratas y hasta una mujer (Paula Félix-Didier, directora del Museo del Cine) que ayuda a cerrar el caso Metrópolis a poco de que parezca irresoluble. Ese final es en realidad el comienzo de otra historia, el de la restauración final de uno de los íconos más notables de la cultura del siglo XX. La edición se completa con un apéndice integrado por las reseñas del film que se hicieron en el momento de su estreno en 1928 y la dura crítica que le realizara el escritor inglés H.G.Wells.
Artículo Publicado originalmente en la sección Cultura de Tiempo Argentino.
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