Como es esperable en cualquier buena selección de películas, la que presenta la Competencia Argentina del 35° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, que este año se desarrolla de forma online hasta el próximo 29 de noviembre, ofrecen un abanico temático y estético amplio. Pero en esa abundancia también es posible descubrir recurrencias o patrones y en muchos sentidos las primeras cuatro películas presentadas ofrecen reflejos que permiten establecer diálogos entre ellas. El recorrido que conforman esos puentes tendidos no es casual, sino que surgen del diseñó realizado por programadores al momento seleccionar estos títulos que ahora están a disposición de los espectadores de todo el país.
Jorge Bonino fue un performer que desarrolló su carrera a fines de la década de 1960 y comienzos de la siguiente, formando parte de la generación que creció en torno al Instituto Di Tella. La ausencia de documentos gráficos, sonoros y audiovisuales que den cuenta de su potente obra convierte a Bonino en un misterio, casi en una leyenda a la que el director Martín Sappia intenta darle una forma concreta en su documental Un cuerpo estalló en mil pedazos. Algo parecido a lo que ocurre con Federico Peralta Ramos, que también fue parte de esa época de oro y con quien Bonino comparte tanto la condición de inclasificable como el carácter efímero de un trabajo que casi no dejó rastro físico.
Esa carencia es central en la forma en que Sappia aborda su objeto, construyendo una red de relatos sueltos, muchas veces contradictorios, a partir de la cual esboza apenas el contorno fantasmal de Bonino. Dichas voces se desenvuelven sobre imágenes en blanco y negro que recorren los lugares que el artista transitó en vida, yendo de las ciudades de Oliva y Villa María, en la Córdoba natal, hasta París, pasando por Buenos Aires, Madrid y Barcelona. Todas ellas están unidas por un relato en off, a cargo de la escritora Eugenia Almeida, en el que todas las frases comienzan con la fórmula “Dicen que…”. El recurso no solo recuerda a aquel que el escritor italiano Antonio Tabucchi utilizó en su famosa novela Sostiene Pereira, sino que le sirve a Sappia para agigantar el status mítico del personaje cautivante pero inaprensible que fue Bonino.
Como Un cuerpo estalló en mil pedazos, Esquirlas también es un documental que gira en torno a la memoria y en el que un estallido ocupa el centro de la escena. Solo que a diferencia del carácter metafórico del que se menciona en el título de la película de Sappia, la ópera prima de Natalia Garayalde hace referencia a una explosión real: la que tuvo lugar en la fábrica de armamento de la ciudad de Río Tercero, de la que se acaban de cumplir 25 años en pasado 3 de noviembre. Aquella tragedia que sacudió al país forma parte de la biografía de la directora, que por entonces tenía 12 años y vivía con su familia a pocas cuadras del epicentro del siniestro. Pero así como los elementos mencionados acercan su película a la de Sappia, hay un elemento que las distingue: la abundancia del archivo utilizado para darle su forma cinematográfica.
Garayalde cuenta que un año antes de los hechos, su padre había comprado una cámara de video que ella y su hermano usaban para jugar. El objeto se había convertido en el chiche favorito y lo llevaban a todos lados. Fue así que cuando la explosión del polvorín los sorprendió en el auto familiar, los chicos iban con la cámara y a pesar de la conmoción nunca dejaron de filmar. Las imágenes tomadas ese día tienen la potencia abrumadora de una catástrofe captada en vivo. Pero la directora se permite aligerar esa angustia incluyendo también otras de los días posteriores, en las que su hermano y ella recorren las ruinas del barrio jugando a Nuevediario, un famoso noticiero de la época. A partir de ese archivo, Esquirlas pone en paralelo la tragedia colectiva con la propia historia familiar, consiguiendo otro notable ejemplo de cine del yo que ya tuvo grandes y recientes representantes en películas como El silencio es un cuerpo que cae, de Agustina Comedi, o Silvia, de María Silvia Esteve.Si de volver al pasado se trata, eso es también lo que hace Historia de lo oculto, aunque el director Cristian Ponce escoge las herramientas de la ficción. Y en particular las del cine de terror o el thriller paranormal, a partir de cuyos códigos revisita la década de 1980 pero en clave ucrónica. Un grupo de periodistas encaran la emisión de su último programa, cuyas formas recuerdan a Tiempo Nuevo, clásico del periodismo político vernáculo que en aquella misma época conducían Bernardo Neustadt y Mariano Grondona. Durante la hora que dure la transmisión el equipo intentará desmantelar una red de mentiras que incluye a al presidente de la República, a un poderoso empresario y a una organización que utiliza las artes oscuras para modificar la realidad. A pesar de algunos puntos flojos sobre todo en el territorio de las interpretaciones, Historia de lo oculto cuenta con un buen trabajo de guión, a través del cual consigue crear una trama en la que se funden los acontecimientos más macabros de la historia nacional con las fantasías propias del cine de género.
También es desde la ficción que la directora Sol Berruezo Pichon-Rivière aborda la tragedia y el drama familiar en su ópera prima Mamá, mamá, mamá, en la que, como hizo Garayalde en Esquirlas, vuelve a poner en escena el punto de vista de Cleo, una nena de 12 años. La acción la acompaña en los días posteriores a que su hermanita Erín se ahogara de forma accidental en la pileta de la casa, sumiendo a todos en un clima opresivo. En especial a su madre, quien permanecerá casi toda la película encerrada en su habitación. La directora rodea a Cleo de un grupo de primas y será a través del vínculo con ellas que la chica atravesará no solo su duelo, sino su triste iniciación en la adolescencia.
El film utiliza los espacios lúdicos como instancias rituales, a través de las cuales la niña perderá la inocencia, descomprimiendo un poco la puesta en escena del trauma, pero sin vaciarlo de drama. Apelando muchas veces a una simbología de raíz psicoanalítica, empezando por ese triple llamado que desde el título se hace a la figura materna, la película de Berruezo Pichon-Rivière también retrata un universo en el que lo masculino se encuentra casi ausente, relegando su presencia a un fuera de campo en el que de todos modos se cuela el deseo.
Para acceder a las películas sólo es necesario registrarse en el sitio web https://www.mardelplatafilmfest.com/ y pedir un ticket virtual.
Historia de lo oculto, Esquirlas y Mamá, mamá, mamá pueden verse hoy. Las dos últimas también estarán disponibles mañana.
Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.
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