Precedida por una expectativa enorme, finalmente se estrena Capitana Marvel, la primera película de los estudios Marvel que tiene como protagonista a una súperheroína. Demora que no resulta nada extraña si se tiene en cuenta que el mundo clásico de los superhéroes es en esencia un espacio (otro) de amplio predominio masculino. El enorme universo cinematográfico que Marvel construyó en la última década sirve como botonazo de muestra. Dentro de una serie que ya acumula más de dos decenas de películas, Capitana Marvel es la primera en la que una mujer lidera la acción. La batalla femenina es además la primera que Marvel pierde frente a su rival de toda la vida, DC Comics, quien hace dos años picó en punta con el estreno de Mujer Maravilla, que se convirtió en uno de los títulos más exitosos de un catálogo que reúne a verdaderos pesos pesados del genero, como Batman o Superman.
El surgimiento de la fuerza femenina es, claro, parte fundamental de Capitana Marvel. Porque si bien no se aparta de las estrictas recetas del libro de cocina de las películas de superhéroes, incluyendo cada condimento indicado en ellas, también es cierto que hay pequeños detalles que delatan un ligero corrimiento del punto de vista. Por supuesto no debe esperarse una película feminista (la conservadora Hollywood todavía no está preparada para tanto), pero si una que se permite cargar al machismo con algunas chicanas divertidas. Como la escena en la que los malos escanean a un gato, al que el proceso cataloga como una especie altamente peligrosa, pero cuando analizan a Samuel L. Jackson en el papel de Nick Fury (o Fury a secas), el resultado arroja que el nivel de peligro del macho humano es escaso o nulo. Por supuesto Fury tratará de dejar bien parado el honor de los muchachos, afirmando con cara de sorpresa que el escáner debe estar descompuesto. Media docena de chistes de tono similar confirma que se trata de un juego planificado para funcionar como reflejo oportuno del estado del mundo.
Un elemento no tan novedoso es la explotación de las tendencias del retro y el revival. Una herramienta que Marvel ya utilizó con éxito en la saga de Los guardianes de la galaxia, que abrevaba con pasión fetichista en la fuente pop de los años ‘80. Producto de marketing al fin, Capitana Marvel, dirigida por la pareja creativa que integran Anna Boden y Ryan Fleck, explota la cultura popular de la década siguiente, haciendo que su historia transcurra en la dimensión de los ‘90. Decisión que impacta sobre todo en la banda sonora, integrada por clásicos que van de Nirvana a No Doubt, pasando por Garbage y REM, entre otros. Pero también en detalles de contexto, como las alusiones al grunge, a películas como Mentiras verdaderas (James Cameron, 1994), al VHS o la prehistórica conexión a internet vía módem telefónico. Cosas que ya casi nadie extraña y que acá son recuperadas para sumar pasos de comedia.
Pero no es solo por estos detalles que Capitana Marveles esperada con tanto nervio en el reino de “Nerdlandia”. También se trata de la primera producción de Marvel que se estrena tras la muerte de Stan Lee, factotum de esta verdadera fábrica de héroes y, por supuesto, hay homenaje. Además se sabe desde hace mucho que la figura de la heroína será clave en la trama de Endgame, la próxima entrega de los Avengers, que se estrenara partida en mitades entre este año y el próximo. Algo que se confirma en la primera escena de post créditos (hay una segunda al final de todo).
Por suerte la película consigue trascender ese carácter de mero eslabón de transición para llegar al destino final Endgame. Y lo hace a partir de argumentos sólidos, como dotar a los bandos enfrentados de suficientes claroscuros como para que los buenos tengan sus sombras y los malos sus virtudes. Por supuesto que el final de la película marca claramente quién es quién, separando a víctimas de victimarios, dejando de un lado a los héroes y del otro a los villanos, pero con matices que ayudan a enriquecer la construcción de varios personajes. De modo que, sin ser revolucionaria, Capitana Marvel se las arregla para no reproducir una mirada plana y unívoca de la realidad, algo que no es tan fácil de encontrar en este tipo de productos de alto impacto, surgidos de las fraguas del cine estadounidense.
Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.
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