“Hace diez minutos, en la vereda de enfrente, intentaron asaltar una oficina. La policía ha puesto vallas y la gente se arremolina, empujándose para ver. Hay cadáveres.
Yo no cruzo por temor o por pereza, pero también a mí me gustaría ver a los muertos. Un acto de prestidigitación les escamoteó la vida y ahora fingen con la perfección absoluta que sólo puede obtener de sus asistentes un auténtico Mago.
Sin embargo, hasta que no se levanten y anden, el espectáculo no estará listo para ser exhibido. Sólo un par de veces logró el Gran Mago completar el truco, y desde entonces, para nuestro mal, persiste una y otra vez en los ensayos.”
Hermoso, ¿no? Y brillante, de una potencia poética enorme y una notable economía de lenguaje. No sólo por todo lo que en él es dicho –que es un montón—, sino por todo lo que se ha evitado decir –que es mucho más— y que, de decirse, tal vez hubiera convertido al cuento un mero ejercicio del ego literario de su autor(a). El microrrelato es entonces una muestra de humildad literaria que muchos grandes novelistas, parados en la cima de sus novelas de mil páginas, son incapaces de dar y muchas veces también de valorar. Una lástima, pero son ellos quienes se lo pierden.
Sin embargo tampoco debe negarse que el género mismo provoca interrogantes, porque a veces se lo hace indistinguible de la prosa poética, que es otra cosa, sin dudas, pero que se le parece bastante. Y si bien los de Shua no pueden dejar de ser considerados como cuentos, también es cierto que se trata de cuentos tramposos que entre los pliegues de su prosa narrativa trafican el puñal envenenado de la poesía. En la sorpresa de ese filo inesperado se juega también la potencia de un género capaz de echar mano de todos los recursos que el autor tenga a mano para alcanzar el éxito de atrapar al lector en unos pocos renglones. “Es que ciertas piezas de prosa poética son en realidad microrrelatos. Solo que antes no se las catalogaba de ese modo porque ese género no existía”, reconoce Shua. “El belga Henri Michaux fue considerado en vida un gran poeta. Sin embargo, para mí, es un autor de extraordinarios microrrelatos. Robert Hass, un poeta norteamericano, hoy sería considerado un narrador de flash-fictions. Su brevísima “Historia sobre el cuerpo” (que se puede encontrar en internet) es una muestra de cómo es posible conmover y profundizar en la psicología de los personajes en veinte líneas. En mi caso, creo que mi necesidad de poesía se expresa a través del microrrelato. Pero también el cuento y la novela pueden ser más o menos 'poéticos' sin dejar de ser narrativos.” Acto seguido propone con humor un método particular para reconocer un microrrelato, que un poco se burla de sus detractores: “si parece un poema, es un poema; si parece un aforismo, es un aforismo; si parece un chiste, es un chiste; pero si uno no sabe bien lo que es, probablemente sea un microrrelato.

Varios de los cuentos incluyen interesantes miradas sobre un tema que en los últimos tiempos ha adquirido carácter de urgencia, que es el de la violencia de género. “Nunca había pensado mis textos en ese sentido, pero por supuesto que está ahí”, acepta la escritora. A partir de ellos es posible interrogarse acerca cuál debería ser el rol de la literatura frente a determinados conflictos de la realidad. “Empecemos por separar a la literatura de cualquier posible compromiso político. La idea de compromiso de los 60 y 70 terminó por demostrar que la literatura siempre está profundamente comprometida con la ideología de su autor, se lo proponga él o no”, aclara Shua, poniendo blanco sobre negro. “Es ridículo exigir compromiso con lo que a uno le parece bien y desdeñar el resto como no comprometido”, agrega. “Me pareció interesantísimo que la Biblia insinuara que no sólo el hombre tiene la culpa del bestialismo, sino que hay que matar al animal también", dice refiriéndose a "Alguna bestia", uno de esos cuentos en el que se juega con la idea de la culpa del animal respecto del acto del hombre que lo ataca (Ver el cuento a continuación). Y cierra: "No acuerdo con esa idea terrible de que lo políticamente correcto incluye borrar la historia. Al contrario, hay que recordarla y debatirla”, finaliza al respecto.
"Alguna bestia"
(por Ana María Shua)
El que pecare con alguna bestia, muera sin remisión. Matad también a la bestia, dice el Señor.
(Porque algo tendrá esa oveja, esa gallina, ese camella impía y lúbrica, para tentar así a un varón del pueblo elegido. Y sobre todo, ¿cómo impedir que los demás enloquezcan de curiosidad, madre del deseo, ante una hembra por cuya entraña caliente otro se ha jugado la vida, la ha perdido?)
Artículo publicado originalmente en la sección Cultura de Tiempo.
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