jueves, 2 de junio de 2011

CINE - Retrospectiva de Gustavo Fontán: El mundo, un lugar extraño

Durante todo el mes de julio, el espacio Kino Palais del Palais de Glace homenajeará al director Gustavo Fontán, con una restrospectiva que abarca su filmografía completa. Una obra que recorre caminos poco transitados del cine, en los que con frecuencia se entrelazan la realidad con lo imaginario, ficción con documental, la poesía y el ensayo. Un trabajo que, entre otros reconocimientos, recientemente le ha valido uno de los 100 premios Konex que este año se entregarán a las figuras más destacadas de la última década en el mundo del espectáculo (un rótulo muy poco generoso con un artista como Fontán, uno de los pocos hombres del cine que claramente ha conseguido reproducir en imágenes los trazos delicados de la poesía). Premiado en el rubro documental junto a otros importantes realizadores, como Andrés Di Tella, Carmen Guarini, Enrique Pyñeiro y Fernando “Pino” Solanas, cuya mutua compañía multiplica sus bien ganados prestigios.
Las seis películas dirigidas por Fontán serán presentadas a través de cuatro programas, pensados para ordenar un trabajo de difícil clasificación. Del viernes 3 al domingo 5 se proyectarán tres films agrupados bajo el rótulo de “Trilogía de los poetas”. Se trata de los cortometrajes Canto del Cisne y El paisaje invisible, en los que el director se dedica a indagar la historia de dos figuras, que dentro del panorama de la literatura nacional han ido lentamente saliendo de foco. En el primero de ellos va tras los pasos de Jacobo Fijman, intentando iluminar su obra y los años que pasó como interno en el Hospital Neuropsiquiátrico Borda; mientras que el segundo acompaña al poeta jujeño Jorge Calvetti, quien en sus últimos años evoca espacios y tiempos que pertenecen a un presente contínuo. La “Trilogía de los poetas” se cierra con la inigualable La orilla que se abisma, un relato compuesto de imágenes que consiguen traducir la poesía del entrerriano Juan L. Ortiz, a un lenguaje exquisito de luz y sombras.
Así como es posible agrupar los títulos recién mencionados en una tríada, lo mismo puede hacerse con sus siguientes películas, extrañas ficciones todas ellas. Entre el viernes 10 y el domingo 12 será el turno de El árbol, un relato que a partir de detalles de la vida cotidiana de una pareja mayor (interpretada por los padres del propio director), construye una onírica reflexión acerca del tiempo y la memoria. La semana siguiente se proyectará La madre, que cuenta la historia de una mujer y su hijo, en donde cierta ausencia acaba cobrando el inesperado peso de un tercer protagonista sin cuerpo, pero de abrumadora presencia dramática.
Finalmente, el viernes 24, sábado 25 y domingo 26, el ciclo se cierra con la presentación de Elegía de abril, última película de Gustavo Fontán y tal vez la más arriesgada de toda su obra en términos narrativos. Partiendo de una anécdota familiar –la apertura de unos paquetes que tras 50 años todavía contienen la tirada completa del último libro que su abuelo, el poeta Salvador Merlino, nunca alcanzó a recibir– y de volver a trabajar con su propia familia (esta vez su madre, su tío y su hijo), Fontán acaba montando un mundo fantasmal cuando ellos se niegan a seguir participando del rodaje y deben ser remplazados por actores (Adriana Aizemberg y Lorenzo Quinteros). Elegía de abril parece conjurar en apenas una hora de metraje, casi todas las obsesiones que se encuentran dispersas en el resto de la obra del director: la culpa, la memoria, la identidad; el tiempo, en donde transcurren sin orden pasado, presente y futuro. La luz, la forma y el color.
Merecido homenaje, entonces, para uno de los directores más personales y complejos del panorama cinematográfico argentino. Actualmente Gustavo Fontán se encuentra en la etapa de post producción de su nuevo trabajo, El rostro, y embarcado en la nada sencilla adaptación de la novela El limonero real, de Juan José Sáer, uno de los más importantes escritores argentinos del siglo XX. Un desafío que confirma el espíritu aventurero de Gustavo Fontán, un artista dispuesto a aceptar nuevos desafíos con tal de conseguir una experiencia cinematográfica intensa, siempre en busca de mirar al mundo como un lugar ajeno y extraño.


Artículo publicado originalmente en la sección Cultura de Tiempo Argentino.

1 comentario:

Gustavo Fontán dijo...

Muchas gracias, Juan Pablo!
Un fuerte abrazo
Gustavo