Abigail está casada con Dyer y juntos llevan adelante una pequeña granja. Si bien la convivencia de la pareja es amable, también se percibe cierta frialdad: la muerte de su pequeña hija a causa de la difteria ha abierto una brecha entre ellos y del amor, si es que alguna vez lo hubo, apenas sobrevive un cariño algo distante. La vida rutinaria del campo se ve alterada para Abigail con la llegada de una pareja que se instala en la granja más cercana, ubicada a pocos kilómetros de distancia. Una tarde, mientras se encuentra realizando sus tareas domésticas, ella recibe la visita de Tallie, la vecina, cuyo pelo rojo se destaca como un punto de luz en el sombrío paisaje invernal. Un detalle que la película no solo aprovecha y destaca desde lo fotográfico. Tallie también será una especie de faro dentro del relato, convirtiéndose en un punto de referencia narrativo que introduce una anomalía no solo en ese entorno prácticamente monocromático, sino también en la anodina existencia de su nueva amiga.
Jugando también con el devenir del tiempo, Deseo prohibido (reduccionista y demasiado revelador título en castellano del mucho más sobrio original The World to Come, El mundo por venir) comienza su relato el 1° de enero, en pleno invierno boreal. A partir de ahí irá avanzando junto con las estaciones del año, a cada una de las cuales le corresponderá una nueva parada en el recorrido del vínculo entre Abigail y Tallie. Si la temporada fría encuentra a la protagonista aletargada en el dolor, la creciente proximidad de la nueva amiga irá reavivando en ella los rescoldos de una pasión aún viva a pesar de la tragedia. A la llegada de la primavera le corresponde el afloramiento de sentimientos que alterarán el curso de su relación. Para el verano la fruta estará madura, abriéndole el paso a una carnalidad que se manifestará de muchas maneras. Por un lado, permitiéndole a las dos mujeres concretar aquello que hasta ahí fue una mera expresión de deseos. Pero también despertando ardores menos benévolos, cuyas fuerzas operarán en contra de las mujeres. Aquí la figura de Tallie volverá a convertirse en el núcleo que orbitarán estas pasiones se signo opuesto.
En la voz en off que guía el devenir dramático de Deseo prohibido -ganadora del Queer Lion en la última Mostra de Venecia- se manifiesta con claridad aquella intención de asimilarse al tono literario del siglo XIX. No solo es el espíritu de las talentosas Brontë el que sobrevuela a la película: también se percibe la presencia de otras autoras de la época, como Mary Shelly o Jane Austen. Que todas ellas sean importantes puntos de referencia para la construcción de las corrientes feministas posteriores (tal vez sea ese el “mundo por venir” del que habla el título original), no es un detalle que se deba pasar por alto. Pero aunque la intensión de Fastvold de poner a dialogar a su película con el contexto actual resulta evidente, la directora consigue mantenerse a reparo de todo trazo grueso. En su lugar elige concentrarse en ir moldeando los distintos sentimientos y emociones que atraviesan a sus personajes, haciendo de su película un pequeño mapa de las relaciones humanas.
Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.
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