jueves, 15 de diciembre de 2016

CINE - Segundas jornadas La Imagen Argentina: Pensar y discutir el cine

A la hora de pensarlo, el cine resulta una figura cuya gran complejidad se vincula al lugar que ocupa en el campo más popular de la cultura. Dicho carácter nace del múltiple estándar de ser a la vez entretenimiento y arte, pero además una industria fecunda y un negocio próspero que mueven millones de dólares al año. Esos elementos convierten al cine en un hecho cultural de gran riqueza, que puede ser abordado desde puntos de observación muy diversos, produciendo definiciones a veces contrapuestas, pero sin que necesariamente ninguna sea capaz de arrogarse el valor de la verdad plena. Si se lo compara con la música y las letras, el cine es todavía un arte joven y sus apenas 120 años de edad siguen siendo un terreno fértil para las discusiones y los posicionamientos. De eso, de constituirse en un espacio para que dichas discusiones e intercambios se produzcan, se trata la segunda edición de las jornadas La Imagen Argentina, que tendrán lugar hoy y mañana en la sede de la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (Enerc), Moreno 1199.
 La primera edición de La Imagen Argentina se desarrolló dentro de la agenda del Ministerio de Cultura de la gestión anterior y su objetivo era el de posibilitar ese espacio de intercambio en el área de la crítica y el pensamiento orientadas a la creación cinematográfica. Un emprendimiento al que, como tantos otros, el cambio de gobierno dejó en el terreno de la incógnita. “La imagen argentina no dejó de ser una articulación del Ministerio de Cultura y la Enerc”, confirma María Iribarren, periodista, gestora cultural y responsable de las dos ediciones de estas jornadas. “Pablo Rovito, rector de la Escuela, fue el mentor de ese espacio y este año lo defendió frente a las actuales autoridades. Por fortuna, tanto el presidente del Incaa, Alejandro Cacetta, como Enrique Avogadro, secretario de Cultura y Creatividad del Ministerio, acompañaron la iniciativa entendiendo que se trata de un espacio que se caracteriza por la convergencia de puntos de vista dispares”, agrega para ilustrar el proceso que ha permitido la continuidad de estas jornadas.
La Imagen Argentina es presentada como “un espacio de reflexión crítica en torno a los modos en que el cine argentino se desenvolvió a lo largo del siglo XX y en el inicio del XXI, tomando en cuenta el cruce de campos artísticos y de políticas que abonaron una historia aún abierta y en progreso”. “En esta segunda edición contamos con expositores provenientes de los estudios académicos propiamente cinematográficos, pero también del campo de la crítica literaria, la realización, la producción y la crítica periodística de cine”, confirma Iribarren. Entre quienes participarán de las mesas y debates organizados se encuentran el cineasta Mariano Llinás, el también cineasta, crítico y ex director del BAFICI Sergio Wolf, los críticos Roger Koza, Paula Croci, Emiliano Jelicie, Gonzalo Aguilar y el historiador y director artístico del Festival de Mar del Plata Fernando Martín Peña. Y en carácter de homenajeado nada menos que el director Adolfo Aristarain.
Cada una de las jornadas abrirá con dos charlas que tendrán como eje a las figuras de Aristarain, quien será entrevistado por la propia Iribarren junto al cineasta y crítico Nicolás Prividera, y del fallecido Fabián Bielinsky, director de 9 Reinas y El aura. Más allá del valor de homenaje que estas decisiones llevan implícitas, la posibilidad de pensar la obra de dos de los directores argentinos más importantes de los últimos 40 años resulta una oportunidad que excede sus películas. “Siempre es necesario repensar los legados: de eso trata cualquier historia, incluida la del arte”, afirma Prividera, corresponsable de esta segunda edición de La Imagen Argentina. “Y no solo para los investigadores, sino para los cineastas en primera instancia. Porque todos estamos insertos en alguna tradición. De hecho se podría pensar en la línea Aristarain-Bielinsky como una herencia fracturada, incluso por la distancia (no solo generacional) entre ellos”, reflexiona. “Pero no se trata de buscar herederos directos, sino de pensar genealogías abiertas: cuál es la relación de ciertos realizadores con sus precursores, y a la vez que los distingue de sus contemporáneos. Pensar la excepción para iluminar la regla, como hacen precisamente aquellos que repiensan la tradición”.
Repensar la tradición parece ser uno de los ejes sobre los que se articulan las actividades. Mesas como “Fabián Bielinsky: La herencia (im)posible”; “Nuevos cines: La generación de las diferencias”; o “El porvenir en riesgo: No hay tradición sin patrimonio” dan cuenta de dicha intención. Para Prividera “hay una tradición en la medida en que hablamos de un cine argentino”, sin embargo cree que “no se trata de verla de modo monolítico” porque “como en cualquier área, siempre hay tradiciones diversas, muchas veces en conflicto”. Para él, “más que de reconocer una tradición, se trata de reconfigurarla”. “Siguiendo a Borges, pensar que la historia de un arte es siempre una relectura, y por tanto un modo de repensar su tradición”, concluye. Pero la cuestión de la tradición tiene su contraplano en el asunto del patrimonio y su preservación. Para Iribarren “estamos en un momento de crisis del campo audiovisual. La tecnología digital ha ocasionado la hibridación de lo específico en el cine y en la TV”. Y afirma que en la actualidad “se filma y se archiva en formatos y plataformas cuya estabilidad es incierta” y que “en este contexto es imperioso volver a pensar el cine, redefinir su especificidad, reunir voluntades y conjeturar instrumentos que sirvan al resguardo de esos bienes que nos vienen del pasado, pero que también se están haciendo en este mismo momento”.
 La figura y el pensamiento de Borges aparece como una constante explícita. En una de las mesas se invita a los panelistas a pensar en una idea de cine nacional a partir de los argumentos que utilizó Borges para definir a la literatura argentina, mientras que en otra se intenta exponer los caminos que recorrieron en el cine algunos escritores como el propio Borges, Cortázar o Viñas. “A Borges, en efecto, lo tomamos para problematizar el papel histórico que jugó la crítica cinematográfica (académica y periodística) en la atribución de tradiciones estéticas o productivas”, reconoce Iribarren. “Porque lo que Borges plantea en El escritor argentino y la tradición, es que la idea de tradición es exterior a la literatura. Y que la inscripción de una obra en una tradición dada, es un artificio promovido por la crítica literaria hegemónica, para la construcción y consagración de un canon oficial”, concluye. A partir de todo esto, cabe preguntarse cuál es el lugar que La Imagen Argentina intenta ocupar en el marco de tantas discusiones. “El modesto aporte que la continuidad de estas jornadas quisiera significar es abrir un espacio de encuentro en lo que suelen ser los compartimentos estancos de la crítica, los cineastas y el público”, dice Prividera. “Donde puedan tener lugar diálogos enriquecedores entre distintas perspectivas, con el mero afán de proseguir una discusión interminable, como es la tradición misma”, concluye.
La grilla completa de actividades de las jornadas La Imagen Argentina puede consultarse en www.enerc.gov.ar. 

Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.

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