Durante el mes de Noviembre el cine es inevitable en Mar del Plata. Se lo ve, se lo lee, se lo oye por todos lados: afiches, murales, volantes, charlas, remeras, diarios, en las caras de la gente. Es que todos los años la ciudad viste de gala hasta a los lobos marinos de piedra que custodian la entrada a la playa, para recibir al Festival Internacional de Cine, que este año llega hasta su edición número 27. Encuentro fundamental para el arte de la luz en movimiento en el país, este año el festival vuelve a reunir una impresionante cantidad de películas, en un abrazo amplio que integra con generosa ecuanimidad a todas las vertientes estéticas desde donde es posible hacer, pensar y ver el cine.
Durante el sábado a la noche se realizó la apertura de esta edición, un inicio austero pero cálido, encabezado por quien es el director del encuentro desde hace 5 años, el cineasta José Martínez Suárez.
La noche comenzó con el inevitable recuerdo para el recientemente fallecido Leonardo Favio, autor cuya obra completa integra cualquier lista de grandes clásicos del cine nacional. Todas sus películas, desde las iniciales El dependiente y Crónica de un niño sólo, hasta las últimas, como Gatica, el mono y Aniceto, pasando por Nazareno Cruz, Juan Moreira o Soñar, soñar, fueron recuperadas para la ocasión en un increíble montaje que, apenas con retazos, volvió a dejar claro que Favio fue (y es) el más notable de los artistas que haya dado el cine en la Argentina. El recuerdo fue entonces tan justo y emotivo como insuficiente para paliar la tristeza de su definitiva ausencia. Permanece su obra, sus películas, la más amorosa de las ofrendas que un artista puede legarle al mundo: nosotros, los espectadores. Como involuntario homenaje extra a Favio, el Festival ofrece este año una notable selección de películas divididas en sus tres competencias principales, Internacional, Latinoamericana y Argentina. Pero tratándose de un prócer argentino, sobre todo debe destacarse la competencia local.
Integrada por catorce filmes, esta selección consigue ser capaz de topografiar con exactitud el amplio mapa de géneros y miradas que ofrece el cine argentino actual. Dentro de su grilla es posible encontrarse con películas que apuestan por una narrativa clásica más cercana a los géneros, como la sorprendente La corporación, del director Fabián Forte, de larga experiencia como autor de filmes verdaderamente independientes; o Hermanos de sangre, de Daniel de la Vega. Ambos directores forman parte de una vertiente de artistas surgida desde la sombra de la producción de cine en el país, lejos de las luces del Nuevo Cine Argentino, con un perfil mucho más lúdico, un origen más cercano al oficio que a lo académico, y gran pasión por la narrativa clásica norteamericana y, sobre todo, el cine clase B (categoría que suele utilizarse de manera injusta y despectiva). No es casual que sus equipos de rodaje y elencos compartan más de un nombre.
En otro extremo, dentro de las miradas que el cine puede ofrecer de la realidad, el día de ayer se proyectó el documental Calles de la Memoria, de Carmen Guarini. La película parte de la idea de trazar un recorrido para unir las baldosas que un grupo de vecinos del barrio de Almagro y Balvanera colocan por toda Buenos Aires, para recordar a personas desaparecidas por la última dictadura militar. La película se cuestiona a partir de sus protagonistas (un grupo de estudiantes de cine con quienes filma Guarini y los propios vecinos) la validez de los actos para fortalecer la memoria y el modo en que estos todavía manifiestan las contradicciones que se sostienen en la mirada de los argentinos respecto a aquel momento histórico. También ayer se proyectó Abril en Nueva York, primer largometraje de Martín Piroyansky, uno de los actores más versátiles y convocados del cine argentino actual. Film intimista acerca de las desavenencias de una pareja de jóvenes argentinos en los Estados Unidos, el film viene a confirmar las dotes de Piroyansky como director, quien ya había mostrado condiciones con algunos cortometrajes.
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Artículo publicado originalmente en la sección Cultura de Tiempo Argentino.
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