Concluyó el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Y lo hizo con un sabor ambiguo entre tristeza y felicidad, que tiene para sus polos opuestos un mismo y único origen: el excelente nivel de sus tres competencias. Si bien es cierto que esta edición número 27 mostró fisuras y puntos débiles en cuanto a cuestiones estructurales (que tienen que ver con decisiones que demuestran que sus organizadores no terminan de dar a este encuentro el valor que realmente tiene como principal evento cultural del cine en la Argentina), no es menos cierto que la labor realizada, sobre todo por sus programadores, ha sido este año notablemente valiosa. Sus méritos son evidentes en la amplitud de criterios que permitió encontrar títulos tan diversos como 7 cajas y Post tenebras lux en la Competencia Latinoamericana, o a directores con valores cinematográficos tan distintos como José Campusano e Iván Fund en la Competencia Argentina. Es importante que quienes fueron los encargados de designar a los ganadores, los jurados (por lo menos en la competencia nacional), hayan aprovechado las posibilidades de esa variedad y decidieran premiar lo que premiaron.
No fueron pocos los que se sorprendieron al anunciarse que el cinturón de campeón nacional quedaba este año en manos de Hermanos de Sangre, película de Daniel de la Vega, éxito que en realidad equivale a retener el título que obtuviera el año pasado Diablo, de ese destacado guionista y periodista cinematográfico que es Nicanor Loretti. Porque ambas películas junto con La corporación de Fabián Forte, que también participó de esta competencia, no son sino el emergente de una importante movida que el director Esteban Rojas –quien obtuvo una mención en la competencia de Películas en Construcción por su proyecto Lucho's big adventure– rotuló con acierto como Cine Independiente Fantástico Argentino (CIFA). Sin embargo no hay motivos para la sorpresa: tanto el justo premio otorgado a Hermanos de sangre (gran comedia que explota la farsa y el humor negro) como el que distinguió a José Campusano como mejor director de la Competencia Argentina, no hacen sino marcar un claro perfil para el Festival. Y representan además una toma de posición respecto de la competencia hermana del BAFICI. Si a grandes rasgos puede afirmarse que el Festival de Buenos Aires se encuentra signado por su proximidad con la estética cinematográfica de la Universidad del Cine (FUC) y la revista El Amante, también puede decirse que el de Mar del Plata tiende puentes con la revista La Cosa, la rica y orgullosa "clase B" argentina y el cine lumpen de Campusano. Diferencias y decisiones saludables para el cine argentino, que sin duda tienen uno de sus pilares en el trabajo de Pablo Conde dentro de un grupo de programadores con varios nombres de probada capacidad. Igual o más saludable sería que ambos festivales (los más importantes de la Argentina y, por qué no, de Sudamérica) pudieran abrir sus juegos a las miradas extrañas. Mientras tanto no sólo que no está mal, sino que es necesario este equilibrio.
Párrafo aparte merece el premio a José Campusano. Aunque Fango, película con la cual participó de la selección nacional, no es la mejor del director en la opinión de este cronista, es indudable que representa un paso adelante en su búsqueda cinematográfica. Y que mantiene al director como una joya única del cine argentino. No es curioso que en el año de la muerte del inigualable Leonardo Favio este Festival decidiera reconocerlo como mejor director. Decisión que subraya las diferencias marcadas con BAFICI, festival al que Campusano se encuentra enfrentado. Llevando el paralelo al extremo puede decirse que el lugar que este tiene en el cine actual, metido entre los grandes nombres del Nuevo Cine Argentino, no es muy distinto del que ocupó Favio en los 60, apareciendo en medio de la afrancesada generación de directores jóvenes de aquellos años, como Manuel Antín, Rodolfo Kuhn o David Kohon. Tan claro como que uno no es el otro. Pero debe saludarse con alegría que Campusano persista en la búsqueda de su próxima gran película, que sin duda está por venir. Y eso es muy bueno para el cine nacional.
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Artículo publicado originalmente en la sección Cultura de Tiempo Argentino.
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