martes, 4 de septiembre de 2012

CINE - Bruno Dumont y su última película "Fuera de Satán" (Hors Satan): La fé en el cine

Dentro de una cartelera cinematográfica como la de Buenos Aires, cada vez más condescendiente con los vicios narrativos del (peor) cine norteamericano, la aparición de una película del director francés Bruno Dumont es una bienvenida pedrada en la cara. Porque Fuera de Satán, su película que se proyecta desde la semana pasada en la sala Lugones del teatro San Martín, es despabiladora. Brutalmente despabiladora. Y eso a pesar de (o justamente por) su ausencia de música, la austeridad de sus diálogos, o de su pensada y morosa progresión narrativa. Aunque eso de ningún modo significa que se trata de un film apto para cualquiera, sino todo lo contrario: Fuera de Satán en particular, y la obra de Dumont en general, representa un reto para el espectador. Un doble desafío en todo caso, que tanto abarca su construcción estética a contrapelo de las tendencias más comerciales dentro del universo del cine, como su punto de vista, una posición radical y revulsiva sobre conceptos como el Bien y el Mal. Una mirada no libre de ideología que puede volverse polémica en tanto involucra una crítica, poética pero abierta, sobre cuestiones como lo sagrado, la espiritualidad y las religiones. La cristiana en particular. Y es que Fuera de Satán ofrece una versión excéntrica de la liturgia y las mitologías evangélicas, característica que no es ajena al resto de la obra de Dumont: basta ver películas como La vida de Jesús, La humanidad o Entre la fé y la pasión.
La película transcurre en una aldea rural en la campiña normanda y cuenta la historia de un hombre solitario, casi un vagabundo, que mantiene una relación de ambigua amistad con una joven. Juntos comparten el tiempo, los rezos en medio de la naturaleza y las caminatas, pero también algún crimen. En ese lugar apartado y tranquilo, del que paradójicamente parece no haber salida, los protagonistas trazarán sin saberlo una línea muy fina que separa el bien del mal, sin que se sepa muchas veces por cuál de los dos lados caminan. “Si uno muestra acciones ordinarias de un modo natural, nada ocurre”, afirma Dumont. “Debe haber alguna desproporción en las acciones y en la interpretación de los actores, para que esta falta de equilibrio cobre un significado. Esto es lo que hace que los espectadores perciban algo más que lo que pueden ver a primera vista”. Es por eso que la tranquilidad de lo cotidiano transitado sobre ese filo, acabará indefectiblemente en estallidos de violencia tan breves como significativos. Los asesinatos, el deseo rechazado, la muerte de un ciervo, el exorcismo de una niña, el incendio de las cosechas y hasta una furiosa relación sexual, devienen actos rituales de innegable connotación espiritual y cada uno constituye, de algún modo, un milagro que invariablemente remite a relatos evangélicos. Sin embargo el director francés afirma que se propuso el desafío de intentar filmar un milagro sin “que necesariamente pudiera relacionárselo con lo religioso”, sobre todo porque, afirma, “no creo en Dios y mi película no exige ninguna fe por parte del público, más allá de la fe que el cine mismo demanda”.
En esta afirmación radica un punto nodal que puede servir para ver Fuera de Satán libres de los reparos y obstáculos que puede anteponer una interpretación religiosa demasiado conservadora. “Para mí el cine es aquello que permite que lo extraordinario pueda ser acomodado en lo ordinario”, reflexiona Dumont, “nos permite vislumbrar y percibir aquello de divino que hay en el hombre”. En efecto, más allá de sus múltiples lecturas, es evidente que las películas del director (y Fuera de Satán no es la excepción), asimilan al cine al relato religioso, tal vez porque, para él, “de algún modo el cine es semejante al misticismo. El misticismo dice ‘contempla la tierra y verás el cielo’. Bueno, ahí tenés: el cine también puede hacerlo, no necesitás una religión para eso”, concluye. Y aunque puede decirse que la historia de este hombre solitario y de la chica que lo sigue no es otra cosa que una alegoría sobre el bien y el mal, que alcanza brutales picos de explicitud, el francés considera que eso “puede ser dicho de casi cualquier película”. Y sostiene que Fuera de Satán “no es tanto una oposición simplista” acerca e la dualidad de lo bueno y lo malo, sino más bien una reflexión “sobre cómo uno construye su relación con el mundo, una relación en la cual el bien y mal realmente existen, pero en dónde lo importante es encontrar un lugar propio”. En ese recorrido, en esa búsqueda en la que, en definitiva, pueden resumirse miles de años de historia humana, tal vez se encuentre el punto de equilibrio de un cine tan complejo, y por eso tan rico, como el de este director francés. Fuera de Satán es una buena oportunidad para dejarse seducir por su cine, pero también para encontrar una obra revulsiva con la cual discutir. Para eso sirven, ni más ni menos, las buenas películas.


Dónde verla

Fuera de Satán, de Bruno Dumont, se proyectará en la Sala Leopoldo Lugones, av. Corrientes 1530, del martes 4 al domingo 9 de septiembre a las 14:30, 17, 19:30 y 22 horas.

Artículo publicado originalmente en la sección Cultura de Tiempo Argentino.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Juan Pablo: El otro día vi tu nota sobre Hors Satán en Página12. No pude resistirme a leer el copete, ya que si bien no suelo leer las críticas del tipo de cine que ya he visto o conozco, supuse que la lectura de esos tres renglones no afectaría en nada mi posterior ida al cine. Me equivoqué: me arruinaste la película. Al igual que en "La humanidad", el secreto de Dumont está en dejarse llevar e ir internalizando poco a poco de qué viene la historia. Vos contaste eso en el copete. Todo un alarde de estupidez, y perdón por el insulto, pero creo que corresponde que te lo banques. Quid pro quo. Desde ya está muy claro que no te voy a volver a leer. Me pregunto a cuánta gente le habrás arruinado la experiencia. Mirá que hay que ser tonto, y bien tonto para hacer lo que hiciste. Un abrazo.
Javier

jpCinelli dijo...

Gracias por tu comentario, Javier Anónimo.
Te cuento que no escribo los copetes de las notas. En todos los medios ese trabajo es responsabilidad de los editores, no de los autores. Aunque es cierto que esa misma información está en el último párrafo de la nota.
De todas formas, Javier, si mi lectura de la película consiguió arruinar la tuya, no sólo me parece muy bien que dejes de leerme, sino que te recomiendo que no vuelvas a leer crítica cinematográfica y te dediques a disfrutar del cine libre de influencias. Más todavía, te cuento que hacer un blog no cuesta nada: abrite uno y publicá tus propias críticas.
Y no te preocupes por tu insulto, soy de los críticos que aceptan críticas. En todo caso, que necesites insultar a alguien para expresar una opinión es un alarde de, digamos, superioridad, que habla más de vos que de mí.
Un abrazo grande para vos también, Javier Anónimo.