sábado, 17 de marzo de 2012

LA COLUMNA TORCIDA - El origen sin nombre

Hace muchos años una mano tuvo hijitas y una de ellas pronto empezó a gatear, mientras las demás todavía dormían, cada una en su bolsillo. Muy pronto ella aprendió a moverse sobre los cinco dedos como una ranita (pero sin saltar) y después más derecha, aunque todavía encorvada como si cargara con un peso. Al tiempo consiguió por fin andar erguida por completo e incluso, ya con un brazo, un codo y hasta con un hombro, lucir un poco más formal.
Un buen día, convertida ahora en cuerpo completo, de tanto ir yendo descubrió la televisión y rendida ante ella, no tuvo mejor idea que sentarse a verla. Así fue que no tardo en volverse laxa y flácida, y cuando intentó pararse, apenas pudo hacerlo sin verse obligada a regresar al piso de inmediato. La situación la preocupó tanto, que pronto decidió que lo mejor era volver a caminar y así lo hizo. Caminó hasta encontrar un lugar vacío y una vez ahí, dijo: “tengo una idea”, y sin alzar la voz empezó a correr en círculos. Tanto corrió, que al cabo de los años pudo ver que sus pasos habían dejado una huella y bautizó a aquel rastro propio con el nombre de “pista”. Como el ejercicio había conseguido adelgazarla, la mano convertida en cuerpo regresó a ver la tele y ella le reveló la existencia de un árbol de cual brotaban hojas gigantes. Maravillada por la profecía y aprovechando su reciente habilidad para la carrera, fue corriendo hasta ese árbol y de él se robó todas las hojas, para luego abandonarlo en evidente desnudez.
Mientras tanto la historia no se detuvo a esperar. Otras manos habíanse convertido también en cuerpos y todos codiciaban aquellas mismas hojas del árbol impúdico. Acostumbrada a estar sola y creyendo que le pertenecían por legítimo derecho, ella tomó para sí todas las hojas robadas, confeccionó con ellas un esmoquin y así vestida siguió corriendo. Más adelante en su camino también inventaría la máquina a vapor, los neumáticos de caucho, la plusvalía y por supuesto, el kung fú.

(Manuscrito anónimo redactado con tinta azul lavable en una hoja de carpeta número tres, hallada frente a la puerta de un colegio primario).


Para ver otras Columnas Torcidas, haga click acá.


Columna publicada en el suplemento Cultura del diario Tiempo Argentino.

No hay comentarios.: