miércoles, 3 de junio de 2009

LIBROS - "Tempestad y Asalto", de Angel Faretta: Una mirada gótica de la historia argentina


La revista de historietas Fierro es un ícono cultural de la década del 80. Un clásico. Desde allí, Ángel Faretta consiguió con su sección de cine erigirse en una referencia ineludible para la crítica cinematográfica de la época, a partir de excéntricas teorías o de complejos análisis que solían terminar en los rincones menos pensados. Algún colega suyo ha dicho que su trabajo se volvía “más interesante cuando escribía corto y apelaba a ironías crueles” y que “tenía la virtud de pensar siempre en contra”. No es difícil, entonces, discutir con Ángel Faretta. Así como son radicales sus opiniones y teoría del cine -volcadas en sus libros Espíritu de simetría y El concepto del cine-, también pretende serlo Tempestad y asalto, su primera novela.
Partiendo del disparador de adaptar la novela gótica al entorno de la historia argentina, Tempestad y Asalto narra las circunstancias de un joven aristócrata envuelto en oscuras conspiraciones y logias secretas. En una trama que mezcla personajes de misteriosos intereses quasi científicos con alguna alusión socio política, Tempestad y asalto tiene como referencias obvias al Frankenstein de Mary Shelly y muchos de los relatos de Lovecraft. Pero también una influencia cinematográfica que es una de las causas de que la novela se convierta en una experiencia fallida. Detalladas escenas en laboratorios, un viejo castillo como ominoso escenario o un escape por las cornisas en una noche de tormenta, no sólo reiteran lo ya leído sino lo ya visto tantas veces en el cine. Lo novedoso, sí, es el contexto autóctono: que el castillo de las cornisas esté en Luján y no en Europa Central, y que los experimentos con cadáveres se realicen en Chuquisaca en lugar de Ingolstadt.
La talentosa Lucrecia Martel comentó alguna vez su interés por filmar algún episodio de la historia argentina del siglo XIX. Para ello, afirmó, sería necesario diseñar un lenguaje nuevo, un mecanismo fantástico análogo al que utilizan en Hollywood para sus películas de vaqueros, construido contra el reflejo de viejas cartas de la época. Tempestad y asalto parece intentar esa creación. Pero Faretta complota contra su propio público, convirtiendo la lectura en un laberinto barroco que no ahorra en olvidadas palabritas perdidas y encontradas, o en un constante empeño descriptivo que sobrecarga la narración, olvidando que a veces menos puede ser más.


Artículo publicado originalmente en el suplemento Cultura el diario Perfil.

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