miércoles, 3 de junio de 2009
ENTREVISTA - Celina Murga: Una semana solos, una mirada interior.
¿Por qué los micromundos de los barrios cerrados generan tantas ficciones cinematográficas que los tienen como centro?
Creo que el universo de los countries es una representación exacerbada de un fenómeno que es también observable en las ciudades, fuera de los muros. Una tendencia a la homogeneidad, al individualismo extremo, a generar guetos excluyentes, que está en la sociedad toda y me parece importante reflexionar sobre esto.
No es la primera película que toma a los chicos para contar la vida interior de esos barrios. ¿Por qué eligió esa perspectiva?
La infancia es siempre un momento clave, de mucha riqueza dramática. Centrarme en ese mundo me resultó también una forma muy interesante para hablar del mundo adulto de modo indirecto, ya que los chicos lo reflejan de manera ineludible. Además leí varias notas acerca de las primeras generaciones de niños nacidos y criados dentro de urbanizaciones cerradas. El asunto me atrapó y a la vez me resultó una metáfora muy potente para desarrollar el tema que quería trabajar: el miedo a lo desconocido y la dificultad de relacionarse con lo diferente.
El trabajo actoral es muy distinto de lo que suele verse en otros trabajos de niños actores, tan lejos sobre todo del registro televisivo.
El tipo de naturalismo que propone la película necesitaba de un tono de actuación muy contenido, por eso decidimos trabajar con chicos que casi no tuvieran experiencia actoral. El casting fue largo, de unos 6 meses, y luego hicimos un trabajo de entrenamiento de 2 meses con el grupo de chicos. La clave fue entablar una relación de confianza que permitiera que ellos aportaran elementos propios a los personajes y que a la vez sintieran que ir a filmar era una situación de juego, una situación placentera. El vínculo que todavía tenemos con ellos me demuestra que esto fue realmente así y me hace muy feliz.
En un momento de la película los chicos hablan de Buenos Aires como de un lugar lejano y extraño. ¿Qué separa un mundo del otro?
Creo que los separan leyes sociales muy diferentes. En esencia la ciudad es un lugar caótico, violento, peligroso. El mundo en el que vivimos es así. A partir de aceptar esta idea como un hecho en lugar de negarlo, podemos construir redes sociales que mejoren la vida de todos los ciudadanos. Yo apuesto a una sociedad plural, donde personas diferentes puedan trabajar juntas aceptando esa diferencia y enriquecerse con ella. Una sociedad cerrada, homogénea, tiende a hacer creer que esto no existe, a vivir la ilusión de que los muros y la seguridad paga pueden proteger y es evidente que esto no es así.
En ese sentido el country equivale a las ciudades amuralladas de la edad media, sin embargo pareciera que la asepsia social que pretenden es por completo inútil.
Totalmente; esa es la ilusión. Hace unos años todavía podía parecer real, pero hoy es evidente que vivimos en el mismo país y la crisis social y económica nos afecta a todos. Es imperioso volver a pensar de manera humanista. Nadie puede ser feliz si el vecino no lo es: un muro no hace que esto sea diferente.
Entrevista publicada originalmente en revista Ñ
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