jueves, 27 de noviembre de 2014

CINE - 29ª Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, dìas 4 y 5: De artistas y de doctores

Los días le dan continuidad a la Competencia Argentina de esta 29° edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y con ellos se amplía también la oferta. Como ya es costumbre, la selección realizada por los programadores incluye algunos buenos exponentes del género documental que abarcan intereses e intensiones diversas. 
Salud rural, dirigido por Darío Doria, se encarga de seguir al doctor Arturo Serrano, medico general de un hospital de campo, en el itinerario que realiza para atender a una gran cantidad de pacientes, veces en su consultorio y otras en los domicilios particulares de estos. Muy cerca del registro social y utilizando un delicado blanco y negro que no le escapa a los grises, la mirada de Doria destaca la labor de Serrano, poniendo el acento en la forma amable con que contiene a las personas que atiende de un modo que excede el vínculo profesional. Hombre de muchos años en el pueblo, el doctor Serrano es casi un terapeuta, consejero personal y hasta sostén emocional de esos pacientes que, en primer lugar, son sus vecinos. Salud rural consigue además un registro estético de gran delicadeza, fotografiando la piel curtida de esos viejitos de campo casi como si se tratara de la corteza reseca de árboles añosos, a los que Serrano ayuda a mantenerse en pie con la mayor dignidad posible. Fábula acerca de los valores comunitarios y retrato de una estructura social que parece detenida en tiempos del primer peronismo, el film termina con un plano del rostro sonriente del doctor después de que una paciente se compadece de él, imaginando que los médicos ven tantas cosas que cuando ellos mismos envejecen deben preferir la muerte a tener que someterse a las prácticas médicas. Esa última escena que invierte por única vez la polaridad del vínculo que une al profesional con sus pacientes, es la declaración de principios de Salud rural: todos somos iguales al final del camino.
Por su parte, Narcisa de la directora Daniela Muttis propone un recorrido por la obra y la figura de Narcisa Hirsch, artista y cineasta de vanguardia de la activa, creativa y convulsionada generación de finales de la década de 1960 y principios de 1970 en Buenos Aires. Pionera del cine experimental, Hirsch fue y sigue siendo una artista tan compleja y exquisita como activa y, aún hoy, moderna. Pero además es una persona de una lucidez poco frecuente y la película de Muttis –quien se desempeña desde hace 14 años como montajista de la propia Narcisa— consigue que el retrato desborde los méritos incuestionables de la cineasta para abarcar también el costado íntimo de la mujer detrás de la artista. Teñido del tono crepuscular con que hoy ve la vida esta mujer que nació en Alemania y llegó a la Argentina en 1938 con tan apenas 10 años de edad, Narcisa no sólo rescata y homenajea oportunamente a Hirsch si no también, lejos del Olimpo y de las torres de marfil, humaniza la figura del artista, a la que tantas veces se piensa alejada de lo cotidiano. Puede decirse que, por caminos bien distintos pero igualmente gratos, Narcisa y Salud rural llegan a la misma conclusión.  

Artìculo publicado originalemnte en la secciòn Espectàculos de Tiempo Argentino.

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