viernes, 24 de marzo de 2017

DISCOS - 10 Canciones con mar de fondo: Extrañando las vacaciones

La temporada ya atravesó el meridiano de su primera mitad y de a poco se va cerrando. Con el final del verano llega también la sensación de que recién ahora el nuevo año se dispone a comenzar de manera oficial, porque el tiempo de las vacaciones siempre es percibido más como una continuidad del año anterior que como inicio de un nuevo período. Como sea, las vacaciones se terminan y junto con ellas es posible sentir que también es la juventud la que se va yendo un poco, en una sangría mansa que durará toda la vida. Por eso añoramos las vacaciones, deseando que vuelvan pronto: para engañarnos, para volver a creer, en contra de toda evidencia y toda lógica, que la juventud nunca se acaba. Pero el verano pasa sus páginas finales y la nostalgia por lo que ya nunca más tendremos no se hace esperar.
La música es uno de los mecanismos de evocación más efectivos, muy útil a la hora de rescatar de la memoria las emociones más caras y su poder puede ser de gran utilidad en momentos como este. No suena nada mal la idea de buscar algunas canciones que incluyan en sus mezclas las sonoridades del mar, paisaje vacacional por excelencia, y funcionen como placebo. Canciones que nos permitan volver a oír cuando querramos el sonido del agua rompiendo sobre la arena de una playa; el de las gaviotas al planear por encima de las olas; el del viento arremolinándose en los oídos para producir un eco similar al del interior de aquellos caracoles en donde, como nos enseñaron de chicos, todos sabemos que habita el sonido del mar. Desde este espacio nos atrevemos a sugerir diez de ellas, de la más variada extracción estética. Diez canciones con mar de fondo que nos ayudarán a no olvidarlo y, es posible, a extrañarlo todavía más. Este será el riesgo a correr.
Porque el mar no ha sido siempre ni todo el tiempo la representación del placer lúdico y el descanso, sino más bien la de sentimientos románticos como la soledad, el desengaño o la pérdida. Alcanza con quitarle el sol a ese paisaje e imaginarlo gris (se puede incluir en la fórmula una garúa vaporosa), para que de inmediato se convierta en un avatar de la nostalgia, la tristeza y la pesadumbre. Si hiciera falta evidencia para apoyar la teoría, se pueden traer a colación el nombre de Alfonsina y el recuerdo de su caminata marina y final, para que se entienda a qué nos referimos. Las canciones elegidas acá responden más a este desasosiego que al retrato feliz de niños chapoteando, de chicas en bikini o de señoras con capelinas jugando al tejo.
 El orden elegido para presentar dichas canciones tiene que ver con el grado de explicitud con que el mar aparece en ellas. Es decir, partiendo de aquellas en las que la alusión es gráfica y directa, para terminar en el otro extremo con las que apelan a una bienvenida elipsis, en las que el imaginario marino es apenas aludido de maneras cada vez más indirectas. Que, como sugería Borges, es siempre la forma más oportuna para referirse a algunas cosas. Corramos entonces a meter las patas en estos diez mares de melancolía.

1-“Welcome to de World of the Plastic Beach” - Gorillaz

El disco Plastic Beach de Gorillaz no anda con vueltas. Comienza directamente con el mar rompiendo y unas gaviotas entrando a plano justo después de que un arreglo de cuerdas emprende su avance hasta hacer desaparecer por completo el sonido de las olas. Se trata de un fragmento de apenas un minuto que sirve de preludio para la canción propiamente dicha, que detrás de una cadencia relajada y fumona, muy “cool” (como todo lo que toca Damon Albarn), esconde un discurso pesimista apenas velado. Como la mayoría de las composiciones de hip hop, que someten el contenido de la lírica a la tiranía de la rima y la aliteración, “Welcome to the World of the Plastic Beach” puede parecer en principio un poco vacía y superficial, pero en realidad se trata de la descripción desesperanzada de un mundo artificial. “La revolución será televisada y la contaminación del océano, ahora con devoción, crea paz y la mantiene en movimiento”, dice Snoop Dog, la voz invitada e indicada para terminar de crearle a la canción su espíritu neblinoso, dando cuenta de una alienación que no se conmueve ni ante la destrucción de la madre mar. “Chicos, júntense acá, necesito su atención. Sé que parece que el mundo es desesperanzador. Como el país de las maravillas”, continúa el rapero para, pocos versos después, darle a esos chicos la bienvenida al mundo de la playa plástica.


2 – “Cherish” – Kool and the Gangs

El mar vuelve a ser el pie que la música aprovecha para echarse a andar. Esta vez contando una clásica historia de amor, aunque tal vez esa no sea la mejor palabra para describir a “Cherish” de Kool and the Gang. Porque si se la piensa en términos poéticos, hay que reconocer que la canción es bastante pueril y remanida (que para nada es lo mismo que clásico). “Demos un paseo juntos, cerca de la orilla del océano, tomados de la mano tu y yo. Atesoremos cada momento que nos haya sido dado, porque el tiempo está pasando.” Aunque lo interesante no pase justamente por su letra, mientras que en lo compositivo sigue paso a paso el patrón de lo que se espera de un lento típico de finales de los ’70 o de los ’80, hay que reconocerle a “Cherish” cierta gracia pegajosa que consigue transmitir ese deseo de estar abrazado con alguien a orillas del mar. En ese sentido, la canción consigue hacernos cómplices de sus lugares comunes y en este caso uno se lo permite de buena gana.


3 – “Summers of my Life” – Gino Vannelli

Detrás de este típico estándar de jazz romántico, hay un cantante de voz increíblemente dúctil y poderosa que apenas es recordado por sus éxitos dentro de la música pop de los ’80, como “Black Cars” o “Wild Horses”. De veras da gusto escucharlo cantar, aunque muchas veces las composiciones no sean ni particularmente inspiradas ni originales, como en el caso de “Summer of my Life”, de 1976. Su voz parece abarcar cada espacio que la base instrumental construye sólo para que él se mueva a gusto por encima de ella. Oculto por la fachada de una letra engañosamente simple (“¿Dónde están los veranos de mi vida? ¿Se han enfriado todas las estaciones? ¿Dónde están los amantes de esta vida? ¿Quién ahogó el fuego de nuestras almas? ¿Qué hemos hecho?”), Vannelli se lanza con algunas disquisiciones existenciales (“Si Dios es bueno entonces, Dios, se cruel. Quítale el mundo a los tontos a quienes se lo diste. Salva a esta tierra, que está mejor sin los hombres y su codicia.”) detrás de las que parece esconderse una sutil crítica al orden político de su tiempo, signado por la dualidad de Oriente contra Occidente (“El dolor está al este, el dolor está al oeste. La avaricia de todos los hombres ha devastado a los benditos y año tras año cada crimen reaparece sin cuidado.”) Al comienzo y al final de la estructura musical, el sonido del mar le da a la canción un aire de ciclo sinfín, de escena que quizá se repita hasta el infinito.
4 – “Sweet Painted Lady” – Elton John

Sir Elton John, cuyo deseo soplara en la dirección que más le guste pero aún así sigue siendo un caballero inglés de legítima estirpe y como tal lleva al mar en la sangre, nos regala en “Sweet Painted Lady” una inigualable canción de marineros. Aunque tal vez haya que reconocerle al letrista Bernie Taupin, eterno colaborador de Elton, la parte que le toca en esta pieza. En ella se describe de manera delicada y emotiva una postal prostibularia en la que los marinos (unos particularmente tiernos, muy apropiados para la obra de un artista como Elton) acuden se diría que a rendirle culto a esas mujeres a las que les pagan para volver a recibir una nueva cuota de un cariño que ya conocen y añoran. “Olvídense de nosotros, nos habremos ido pronto. Olviden que alguna vez dormimos en sus habitaciones, aunque dejaremos el olor del mar en sus camas, donde el amor es sólo un trabajo y nada es dicho”. Al revés que las de Gorillaz y Kool and the Gang, en este caso el mar, también con gaviotas incluídas, va ganando protagonismo a medida que la canción comienza a desandar un fundido que la lleva de salida. La melodía que teje la voz de Elton John, dulce y cálida, se queda en los oídos de quién la escuche, como el sonido del mar permanece dentro de aquel caracol.
5-“Seemingly Endless Time” – Death Angel

Una encarnación menos amable del mar es la que ofrece la banda de thrash metal Death Angel para introducirnos no sólo en su canción “A Seemingly Endless Time”, sino para abrir su tercer disco, Act III, una de las pocas obras maestras que ha dado este impetuoso género en su etapa tardía. Es decir, justo antes de que Metallica desencadenara su primera crisis al editar su Álbum Negro en 1991. La canción arranca con un riff afilado y machacoso que golpea tras el oportuno pie que le ofrece el sonido de la rompiente de un mar que se intuye picado, en el que las gaviotas que lo acompañaron en las cuatro canciones previas brillan por su ausencia. Como una bandera roja en la playa, la letra confirma que este mar no es apto para bañistas: “A la deriva en un mar sin fin, en camino a ninguna parte, ajenos a nuestro destino, poco a poco a la deriva y más y más…” El contraste entre la violencia de la música y la tribulación de su letra da cuenta de una tristeza furiosa: “Indigentes, aún perdidos en el mar en la nave de la pena y más allá del punto de no retorno, hoy es apenas el mañana de ayer”. Resulta interesante encontrar una reflexión tan delicada acerca de la futilidad del tiempo en una canción tan agresiva como “A Seemingly Endless Time”, cuya traducción sería algo así como “Un tiempo aparentemente interminable”. Otra prueba de la riqueza de un género al que se suele descalificar con una mirada por encima del hombro.
6 - “Temporary peace” - Anathema

El que alude Anathema en esta canción es un mar desolador. A diferencia de las anteriores, en este caso es posible tener la sensación (no la certeza) de que el sonido del mar nunca se retira del todo y que corre, apenas audible, por debajo de toda la canción. Un colchón de espuma sobre el que la melancólica voz de Vincent Cavanagh, líder de esta sensible banda inglesa de rock progresivo, nos va clavando sin apuro sus estiletes de tristeza. La canción parece estar directamente ligada a la imagen de la tapa del disco que la incluye, A Find Day to Exit. Se trata de una instantánea del mar tomada desde el interior desordenado de un auto. Entre la basura acumulada sobre el tablero, que da cuenta de una noche difícil, se ve una fantasmal fotografía familiar en la que el padre y la madre abrazan a su hijo. Como un rastro que guía nuestra atención hacia la inmensidad del mar, la ropa de un hombre se encuentra esparcida sobre la playa. Primero sus zapatos, más adelante su camisa, un poco más allá su pantalón y así hasta llegar a la orilla, aunque no es posible ver al hombre por ningún lado. “Absorto en silencio, mirando sobre el mar, las olas están limpiando la memoria a medio olvidar”: los primeros versos acentúan la sensación de tragedia que la tapa del disco, los acordes iniciales y el sonido del mar ya habían expresado con claridad. “Y juro que nunca supe, nunca supe cómo pudo ser y todo este tiempo todo lo que tenia dentro fue lo que no pude ver.” Los desafío a no conmoverse escuchándola.


7 -“Acantilada” – Taura

Un espíritu similar al descripto recién es el que habita en esta versión de la canción “Acantilada”, que la banda argentina Taura grabó en un single correspondiente a su primer disco Mil silencios. Aunque hay una gran distancia estética entre “Temporary Peace” y “Acantilada, es posible percibir el poderoso sentimiento de congoja que ambas canciones comparten. Uno de los méritos de la compuesta por los argentinos le corresponde a su capacidad de transmitir dichas emociones sin subrayarlas con la música, como ocurre con la de los ingleses. La herramienta que Taura elige como soporte emotivo es la delicada letra y la voz de Chaimon (Gabriel Raimondo), su cantante, quien se encarga de pintar con eficiencia un paisaje interior de angustia no exento de rabia. “Me llevaré, arrastraré mi alma acantilada. Luz del alba seré. Cuando caiga, flores regaré, seré calamidad, me llevaré el amor. Mi alma acantilada se dedicará a descansar, recostándose en dolor. Recostándose.” Como un avatar oportuno de esa dualidad de sufrimiento y enojo, el sonido del mar es acompañado por primera vez por la presencia muy clara de un viento vigoroso, que se encarga de dejar claro que en ese día de playa no habrá paz para nadie.


8-“Straumnes” – Sigur Rós

Con las tres últimas canciones comienza la zona elíptica de esta lista, espacio que inaugura “Straumnes”, de los islandeses Sigur Rós. Ese origen tal vez los predispuso, igual que a los tres artistas ingleses ya citados, a que en algún momento una de sus composiciones aludiera al mar de un modo u otro. No serán ellos los únicos nativos de Islandia que aparezcan acá. Lo particular de “Straumnes” es que carece por completo del componente verbal. Es decir, que prescinde de la palabra para transmitir un mensaje que el sonido de las olas y una composición minimalista expresan con elocuencia. Como ocurre con la de Anathema, con la que también comparten el rango emotivo, la presencia cíclica de la rompiente se extiende de comienzo a fin, como soporte de una melodía que desde lo sonoro puede ser asociada con el new age, la música funcional o el ambient. Si a algo remiten la presencia del mar y el hecho de tratarse de una agrupación de músicos nacidos en Islandia –país cuyo nombre refiere a su carácter insular (sin olvidar que las palabras isla y aislar mantienen un estrecho vínculo etimológico)—, es a esa vida apartada y solitaria característica de esa tierra, una de las más frías del mundo (Iceland, tierra de hielo, según su nombre en inglés), anclada tan lejos de Europa como de América. Toda esa distancia y esa soledad cercada por un mar helado se hacen carne en cada una de las notas que los Sigur Rós han elegido para esta breve composición. Y todo sin cantar ni una palabra.
9 – “Matte Kudasai” – King Crimson

Qué decir de los extraterrestres de King Crimson, en particular de su segunda etapa (la que comienza en 1981 con el disco Discipline), integrada por músicos monstruosos como Robert Fripp, Adrian Belew, Tony Levin y Bill Bruford, de una versatilidad instrumental y una capacidad dignas de admiración para abordar las estéticas y los géneros más diversos. Justamente la tercera canción de Discipline es “Matte Kudasai” (Por favor, espera), que comienza con el sonido de unas gaviotas que en realidad no son reales, sino surgidas del ingenio de Belew tocando su guitarra con slide con una técnica poco ortodoxa. Son esas gaviotas artificiales las que introducen la idea del mar, en una versión que la melodía de la canción termina de anclar en una cálida melancolía. El otro elemento que trabaja sobre la idea del mar es, claro, la letra. “Tranquilo, por el cristal de la ventana; dolor, como la lluvia que está cayendo, ella espera en el aire. Por favor, espera. Ella duerme en una silla en su triste América. Cuándo… cuándo la noche era tan larga. Larga como las notas que estoy enviando. Ella espera en el aire. Por favor, espera.” El mar es aquí la distancia infranqueable que se interpone entre quien espera y quién, al otro lado de la inmensidad, ruega no ser olvidado. La mención a América y el título de la canción en lengua japonesa dan una idea de cuáles pueden ser las dos orillas en los extremos de esta espera abismal. Hace casi 21 años, “Matte Kudasai” fue lo primero que escuchó al nacer mi hija Serena, ahí mismo, en la sala de partos, a través del parlante cachuzo de un viejo grabador de periodista. Tanto es lo que amo a esta canción; tanto lo que amo a mi hija.
10-“Oceania” - Björk

Es difícil pensar a Björk en términos convencionales. Compatriota de los citados Sigur Rós, puede decirse que ella misma representa una isla en los ámbitos del rock y el pop. Una isla a la deriva en un mar de música inabarcable. Dueña de una voz particular y un talento que nunca se contenta con empresas fáciles, Björk es ante todo una compositora siempre dispuesta a experimentar. Todos sus discos dan fe de ese carácter, pero Medúlla (2004) en particular resulta una obra que tanto puede resultar hipnótica como repulsiva, según la sensibilidad y el gusto de quien la escuche. Grabado casi íntegramente de manera vocal (es decir que casi todos los sonidos incluidos han sido realizados por voces humanas, aunque la mayoría de las veces no lo parezcan), en dicho álbum está contenida la canción “Oceanía”, suerte de oda al poder vital del mar como origen de todas las especies y de toda vida. Sin embargo el mar como tal nunca suena dentro de la canción. Ni lo necesita. En su lugar la cantante y sus invitados (entre quienes se incluye a varios coros, beatboxers, cantantes guturales, étnicos e incluso Mike Patton) se dedican a crear una paleta sonora indescifrable pero fascinante, en la que es imposible no reconocer un retrato expresionista del mar. Con sólo cerrar los ojos, escuchar “Oceanía” equivale a entrar en un trance, a darse un chapuzón en un mar sonoro que reproduce con emotiva fidelidad una onírica experiencia marina. “Bailás a mi lado, los chicos se emocionan, me enseñás los continentes. Yo veo islas, vos contás los siglos […] Cuerdas de luces están flotando al cruzar el cielo. Pequeños mis hijos y mis hijas. ¡Ah! Tu sudor es salado, porque yo soy así, yo soy así.”  
Artículo publicado originalmente en la revista digital La Agenda.

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