Para trazar un perfil posible del policial negro, es oportuno atender las líneas que lo unen al cine. Puede decirse que las obras de Dashiell Hammett, James M. Cain o Raymond Chandler cedieron al film noir el universo estético del hard boiled y que así comenzó todo. Una galería de héroes perdedores y mujeres como ángeles caídos, errando por sórdidos escenarios que recrean el paisaje suburbano, en el contexto social de un mundo capitalista que ya había atravesado su gran depresión. Filmes como El Halcón maltés, El cartero llama dos veces, Al borde del abismo (guión de William Faulkner sobre novela de Chandler), o Pacto de sangre (novela de Cain, guión de Chandler), dirigidas por algunos de los nombres más notables del cine americano como Billy Wilder, Howard Hawks o John Houston (cuya mención no es gratuita), son resultado de esa operación. Como tarjetas postales animadas, el cine devolvió a la literatura su propio reflejo, aumentado en obras que fueron todavía más allá, tanto en lo tópico y narrativo como en lo estético (véase El tercer hombre, escrita por Graham Greene, que incorpora espionaje e intriga internacional; o Hitchcock, Alfred: obras completas). Ese cine alimentará trabajos posteriores de novelistas como James Ellroy y Walter Mosley, y directores como Friedkin, Lumet, De Palma o Coppola. Para hablar de El lémur puede empezarse desde aquí.
John Glass, un periodista famoso y aburguesado, ha aceptado el encargo de su suegro -un ex pez gordo de la CIA durante la Guerra Fría, devenido millonario- de escribirle una biografía fidedigna. Para el trabajo de campo John contrata un investigador: sus averiguaciones dejarán tempranamente un cadáver y el olor de ollas que nunca debieron destaparse. Instalada con solidez en el género, El lémur no falla a la hora de proponer un protagonista a la altura. John Glass se debate entre su buen pasar y los ideales de su oficio, y tiene mucho en común con el autor, Benjamín Black, aka John Banville que, como su personaje, es irlandés y colaborador del New York Review of Books. Black/ Banville no se priva de reservarle una aparición especial a John Houston como personaje de El lémur, y allí está el perro corriendo su propia cola. Es cierto que en esta reseña se ha escrito más de cine que de la novela en cuestión: he ahí la coartada perfecta para leer uno mismo este buen trabajo de John Banville, alias Benjamín Black.
Artículo publicado originalmente en el suplemento Cultura del diario Perfil.
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