jueves, 31 de marzo de 2022

CINE - "Cangrejo negro" (Svart Krabba), de Adam Berg: Una de guerra a la antigua

Si se tiene en cuenta que la popularidad de las películas bélicas ya no es lo que era, por ejemplo, en las décadas de 1950 o 60, no deja de resultar una oscura coincidencia que Netflix estrene una de ellas casi al mismo tiempo que Rusia invadió el territorio ucraniano. Se trata de la película sueca Cangrejo negro, que imagina una guerra civil en suelo nórdico en un futuro muy próximo. Y si bien la de Ucrania no es una guerra intestina, también es cierto que para quienes la ven desde Buenos Aires, donde existe la tradición a veces cariñosa y otras despectiva de llamar gallegos a todos los españoles, chino a cualquiera que tenga los ojos rasgados o ruso a cada persona que proviene del este de Europa (o de Israel), la lucha entre ucranianos y rusos no deja de ser percibida con algo de fraticida. Bajo ese tipo de horror se enmarca el comienzo de Cangrejo negro, que a pesar de no dar mayores precisiones acerca de cuáles son los motivos que originaron el conflicto ni cuáles las facciones que se enfrentan, consigue imprimirle a las primeras escenas, y sin recurrir a golpes bajos, esa atmósfera de atrocidad y espanto que en su tiempo tuvieron las guerras balcánicas.

Pasada la secuencia inicial, donde un grupo de soldados le arrebata a una madre su hija adolescente, el film adopta una estética posapocalíptica, propia de cierto cine de ciencia ficción, que ancla al relato en otra parte. De hecho, Cangrejo negro abunda en referencias directas o indirectas a algunos clásicos de dicho género, como Blade Runner o Fuga de Los Ángeles (y al cine de John Carpenter en general). Desde la banda sonora, de abierto aire ochentoso, hasta la premisa que dará pie a la acción, son varios los elementos que dejan en claro cuáles fueron las referencias sobre las que se trabajó para darle a la película su forma cinematográfica. 

A partir de ahí la protagonista, aquella madre del comienzo, interpretada por la actriz sueca Noomi Rapace, se convierte en una soldado a quien, cuando parece que se disponía ser dada de baja, le asignan una nueva y final misión. Su bando está por ser derrotado y la única forma de revertir ese proceso es llevar unas capsulas hasta una base aliada. El problema es que la única forma de llegar es atravesando en patines el mar helado y eso es lo que hará un pequeño escuadrón. Que, sí, recuerda lejanamente a aquellos rejuntados entre heroicos y dementes de títulos como Doce del patíbulo, El botín de los valientes o, bastante más acá, Bastardos sin gloria, pero sin las dosis de humor que aquellas solían tener. Ese disparador con algo de absurdo es aprovechado con efectividad en Cangrejo negro, consiguiendo crear tensión, suspenso y algunas secuencias adrenalínicas. También es cierto que ciertas cuestiones son resueltas demasiado rápido y algunos personajes despachados sin mucha gloria, pero eso no le impide a la película cumplir con su misión. 

Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.

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