Acá el terremoto en cuestión en realidad son tres y están vinculados con la erupción de un volcán ubicado en la frontera que separa a Corea del Norte de China. El primero de ellos es de tal magnitud que alcanza para devastar a Seúl, la capital surcoreana, ubicada a 500 kilómetros. Pero un científico al que nadie le había prestado atención, no solo había predicho este desastre, sino que asegura que otras dos réplicas aún peores son inminentes. Estas tendrán su origen en dos enormes capsulas de magma ubicadas bajo el volcán, que al estallar reducirán a cenizas a la península, incluyendo a las dos Coreas, enfrentadas desde hace más de 70 años.
Terremoto 8.5 usa todo lo que encuentra en el camino para convertirse en un infierno. No solo por la gravedad que propone la tragedia natural, sino por el laberinto que en torno a ella van tejiendo las tensiones y los intereses geopolíticos. Es que la mejor solución que encuentra el gobierno surcoreano es enviar al Norte a un equipo de especialistas en bombas, a robar seis ojivas nucleares del arsenal de Kim Jong-un, con el fin de activarlas bajo el volcán justo antes de la última erupción. La idea es que la explosión libere la presión bajo tierra, evitando las consecuencias devastadoras en la superficie. La película mezcla todo eso con impunidad y pudiendo haberse convertido en un adefesio, consigue articular a través del cine de género una ingeniosa metáfora acerca de la realidad coreana.
Para lograr el objetivo, el escuadrón surcoreano debe liberar a un espía norteño que se encuentra preso por vender información. Será él quien los guíe hasta la base secreta donde se ocultan los misiles. Como en una budy movie, el líder del sur y el agente del norte deberán superar sus diferencias para trabajar por un objetivo común. Pero deberán hacerle frente a las mismísimas potencias, ya que Estados Unidos y China también pretenden hacerse de las armas nucleares norcoreanas. Todo esto puede ser visto también como una metáfora política que, a partir de un cándido espíritu lúdico, propone que solo el trabajo conjunto y la voluntad de liberarse de la influencia que sobre ellas tienen los dos grandes imperios de la actualidad podrá volver a unir a ambas Coreas detrás del objetivo común de salvarse.
En el tereno de la estricta fantasía y combinando el humor con la acción, Terremoto 8.5 pone en escena un complejo partido de ajedrez al que no le falta ni el melodrama sentimental, ni el heroísmo ni la nobleza. Aún así, la película no puede evitar en algún momento dejar de retorcer las fórmulas, para copiarlas en lugar de apropiarse de ellas.
Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.
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