jueves, 21 de mayo de 2020

CINE - "La arrancada", de Adelmar Matias: Crónica de una Revolución descascarada

El aula no es diferente de cualquiera de las que forman parte de las universidades públicas argentinas: no se destaca por su buen estado ni por su mantenimiento, pero está llena de alumnos que escuchan al docente con atención. Las únicas diferencias son la composición étnica del alumnado, integrado por un porcentaje alto de chicos y chicas mulatas o negras, y por el tema de la clase: la devoción con la que Cuba trataba a sus ídolos deportivos. “En los dirigentes existía una preocupación permanente por ellos y el pueblo cubano tenía un amor sincero y muy romántico con sus deportistas”, cuenta el docente a sus alumnos, todos ellos promisorios atletas, en busca de ofrecerles un espejo histórico en el cual inspirarse. “Ustedes tienen que entender, como atletas, como estudiantes y como cubanos, que aquellas figuras lograron ser grandes a pesar de las adversidades que sufrieron”.
La primera secuencia de La arrancada, documental del brasileño Adelmar Matias, consigue exponer en pocos minutos uno de los temas de su película: el estado actual del régimen cubano. La escena revela un vínculo casi de dependencia con un relato histórico en el que la épica ocupa un lugar central. Su objetivo pareciera ser el de afirmar el sentimiento de pertenencia a esa utopía un poco desvencijada, como el aula en donde transcurre la acción o como el centro polideportivo que se mostrará enseguida, trasladando al presente la obligación de honrar a los héroes y sus gestas. Una tarea que, como explica el profesor, demandará sacrificio para superar las adversidades personales y políticas del presente, pero cuya recompensa es la certeza de ser parte de un pueblo amoroso que sabe reconocer el esfuerzo.
Pero La arrancada no es ni pretende ser una película de propaganda o adoctrinamiento, sino un retrato cotidiano en el que van apareciendo las pequeñas contradicciones de esa sociedad. Que no son muy distintas de la bipolaridad con los que los propios argentinos se vinculan con su historia, sus tradiciones y su presente. El gran mérito de Matias consiste en evitar el registro panfletario de las películas anti o de las películas pro, limitándose a exponer la vida diaria de una familia. En especial el vínculo entre Jenniffer, una de las jóvenes atletas que se encontraba entre el alumnado, y su madre Marbelis, una empleada pública que trabaja como inspectora en el departamento de sanidad de un municipio.
A través de Marbelis y de su trabajo, el director consigue una postal macro que permite constatar el precario estado de las cosas en la sociedad cubana, que vista desde la Argentina se parece al retrato de una civilización fantasma. Una realidad paralela en la que, como si se tratara de una película retro futurista, el mundo se terminó en la Segunda Guerra Mundial y los sobrevivientes se las arreglaron con lo que quedó entre las ruinas para darle forma a una tecnología construida con los restos. La figura de Jenniffer, en cambio, funciona como avatar del presente, de una juventud que se debate entre el amor por su tierra y la necesidad de buscar otras oportunidades.
El film aprovecha una lesión de Jenniffer para convertir a esa contingencia en metáfora. Mientras la joven busca en ella una excusa para dejar los entrenamientos, Marbelis hace lo que haría cualquier madre: se esfuerza para que su hija no abandone un camino en el que ha demostrado tener potencial. Un conflicto que también pueden leerse como dos formas de vincularse con aquella construcción simbólica de la Revolución que se expuso en el comienzo. Matias logra el milagro de que su cámara pase desapercibida, permitiendo al espectador la ilusión de sentirse casi un testigo directo de lo que ve. Con la circularidad de un espiral, la película termina con Jenniffer y Marbelis evaluando la posibilidad de que la chica siga sus estudios en otra parte, multiplicando los sentidos del título. Que si bien puede leerse desde la jerga deportiva (arrancada es el movimiento de salida en una carrera de velocidad), también se hace fuerte en la idea arraigo y de pertenencia cultural. 

Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.

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