
No está demás aclarar que Ritchie no es Jackson y que las diferencias entre las miradas de uno y de otro no tardan en aparecer en escena de forma notoria. Mientras que en sus trabajos basados en las sagas de la Tierra Media el director de El Hobbit ha intentado apegarse al tono clásico de los géneros épico y de aventuras, Ritchie se ha pasado su filmografía tratando de convertir todo lo que toca en película de acción pos Mátrix. A su cine se lo podría definir como farolero, repleto de cámaras lentas efectistas, diálogos veloces que quisieran ser como los de Tarantino y escenas de kung fu a como dé lugar, incluso cuando el contexto no sea adecuado. Adicionalmente, Ritchie parece estar llevando adelante un plan para convertir a los personajes más icónicos de la cultura británica en superhéroes cinematográficos. Ya lo hizo con su versión steam punk de Sherlock Holmes (sostenida por el carisma de Robert Downey Jr.) y ahora le toca a la leyenda de Arturo, también en adaptación libre.
Más allá de que El Rey Arturo u otras de sus películas puedan llegar a resultar entretenidas a partir de la profusión de coreografías de superacción, vistosos trucos de cámara y humor al paso (y sólo si uno ya no se ha vuelto intolerante a tales recursos), pronto queda claro que se trata de un cine que es pura cobertura y escaso relleno. Algo que en esta película se hace evidente en detalles como, por ejemplo, un cameo de David Beckham: son ese tipo de jueguitos los que le interesan a Ritchie más que concentrarse en engrosar el músculo narrativo de la película. Aunque respeta al mito al menos en sus detalles emblemáticos, el director lo reduce a una imagen brillosamente contemporánea a partir de una técnica más cercana al pastiche que al collage. Así, el mítico Rey parece una cruza entre modelo de Calvin Klein con Rocky y Iron Man, y los modales de un pandillero de Los Ángeles, tanto que si en algún momento apareciera en moto, usando una gorrita de coté, anteojos espejados, collares de oro y cantando hip-hop, a nadie le parecería raro.
Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.
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