jueves, 21 de abril de 2011

LA COLUMNA TORCIDA - Diseño de indumentaria

La adolescencia es tierra de mitos. Necesariamente. Momento crucial en la vida de cualquiera, de fronteras cada vez más difusas y que aquí por convención limitaremos entre los 13 y los 20, los años teen son terreno fértil para aquellas historias que harán historia: la nuestra. (El castellano en este caso envidia la elasticidad del inglés, capaz de discernir entre story y history). Relatos que el tiempo se encarga de inflar hasta que esa memoria endeble va trasmutando en imaginación y se echa a volar, y se va lejos. Todos –quién más quién menos– nos hemos construido un héroe a la medida del deseo y le permitimos habitar en aquel tiempo, lejos de la realidad, para que el presente no pueda estropearlo. Pero sucede que el heroísmo es un concepto lábil, y lo que a uno lo llena de orgullo para otros es epítome de lisa y llana pelotudez. No será la primera vez que me encasillen de modo tan eficaz, ni la última.
En los ’80 no había Internet ni Playstation y para entretenerse había que tener imaginación y buena voluntad. El punk me llegó entonces, en el momento justo, y pasé los tres años más divertidos de mi vida. ¿Se percataron de que Mitología y Mitomanía son hermanas por parte de madre? Digresiones al margen, decía que la pasé bien. Una de las ventajas del punk es que permite la recreación individual, la demolición de un modelo al que se detesta y la construcción de otro nuevo a partir de los restos. Es por eso que al punk le encanta andar todo roto, como en ruinas. Fue en ese momento que empecé a cambiar las camisas que me compraban en casa por remeras intervenidas, en las que el viejo Fido Dido mostraba sus atributos; u otra, donde bajo un pene erguido y musculoso yo mismo firmaba “Soy un pija.” Pero mi máximo logro fue la mutilación de una campera de gamuza, a la que le injerté 75 tornillos Phillips en la espalda. Una noche de razzia, un suboficial me la elogió muy seriamente antes de llevarme a dar una vuelta en patrullero. Me dijo: “Sacate esa porquería, nene, que me vas a arruinar el tapizado.”
En los ’80 no había Internet ni playstation; tampoco teléfonos con cámaras digitales. Pagaría por una foto de aquellos años. Pagaría… pero no mucho. La fotografía no se lleva bien con los mitos.

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Columna publicada originalmente en el suplemento Cultura de Tiempo Argentino.

lunes, 18 de abril de 2011

CINE - Carta de Sylvain George, director ganador del BAFICI: Las amistades extranjeras

Paris, 16 de Abril 2011

Buenas tardes/noches

Queridas amigas, queridos amigos,

Razones independientes a mi voluntad hacen que no pueda estar esta noche físicamente en este lugar con ustedes, para recibir los premios que han sido atribuidos a mi película Qu’ils reposent en révolte (Des figures de guerres). Esta es mi primer película (las otras han sido realizadas en paralelo), sobre la cual trabajo desde mis inicios cinematográficos hace ya cinco años, y en la cual toda mi energía, toda mi atención han estado concentradas.
Esta se centra en describir las consecuencias de las políticas migratorias actuales sobre las principales personas implicadas: los migrantes. Políticas que son ante todo políticas experimentales, como lo son los dispositivos encargados de traducirlas y luego susceptibles de dirigirse a la gran mayoría de ellos: tribunales y justicia de excepción, controles, hostigamiento y violencias policiales…
La acción se desarrolla en Calais, ciudad cuyo nombre es conocido a través de las fronteras. Una ciudad como una zona gris, un intersticio, un espacio de indistinción entre la excepción y la regla. Allí los individuos son tratados como criminales, son despojados, «desnudados» de sus más elementales derechos que hacen de ellos sujetos de derecho, y reducidos al estado de cuerpos experimentales, de «cuerpos puros», o «vida desnuda».
A estas zonas de excepción conviene responderles creando el verdadero estado de excepción: situaciones y espacio-tiempo singulares en los cuales la integridad física y psicológica de los seres y de las cosas son restituidas a sí misma. Un individuo, sea quien sea, es profundamente irreductible; no puede reducirse a las representaciones sociales y raciales que una sociedad puede tener sobre él. El cine es un medio cuyos recursos profundos (juego sobre el tiempo y el espacio) permiten desnudar los mecanismos que actúan en las representaciones dominantes y mediante ellos mismo, iniciar un proceso de emancipación, un proceso revolucionario en el sentido profundo del término: la capacidad, en cada momento, de poder cambiar el curso de las cosas.
Al espacio preorganizado, disciplinado, se opone un espacio movedizo, caracterizado por otro tipo de distribución: una distribución «nómada», sin cercas ni medidas, en la cual los hombres se distribuyen en un espacio abierto, ilimitado, o al menos sin límites precisos. Este movimiento se definiría como un movimiento de liberación, continuo, siempre reiniciado, y que desborda permanentemente las estructuras y a los marcos de pensamiento establecidos. Lo que cuenta ya no es la asignación de perímetros fijos, sino el movimiento y las relaciones (discordantes) entre los seres y las cosas. La frontera se vuelve frágil, pasadizo, intersticio entre dos espacios y el territorio es inseparable de lo que lo excede, de la relación con su propio afuera. Orillas y umbrales substituyen a las fronteras y a los corrales. El espacio ya no es homogéneo, sino heterogéneo y múltiple, y se le quita a la multitud una representación bio-política, disciplinaria, del cuerpo social, de la masa… Por lo tanto el tema es no tanto orientarse y ubicarse, sino más bien conocer gente.
A la reducción de los mundos a uno solo, visión autoritaria del poder político dominante, el cine propone un proceso de desmultiplicación del mundo.
Quisiera muy sinceramente agradecer al Bafici, a su director, a sus programadores, a todo el equipo, que tuvieron la bondad, fraterna y política, de seleccionar y programar mi película en competencia internacional. Es sumamente importante, hoy quizás más que nunca, que espacios como este puedan existir y dar a ver, leer y escuchar pensamientos, palabras, imágenes y visiones minoritarias.
Quisiera agradecer muy sinceramente a los miembros de los dos jurados que decidieron acordar estos premios a mi película. Con estos gestos, otorgan un espacio de visibilidad extremamente importante a un film considerado como «difícil», a veces «molesto», tanto por el tema como por el leguaje cinematográfico empleado. Es también una recompensa a una empresa que fue extremadamente difícil de llevar a cabo de punto de vista material, económico y político. Y más fundamentalmente, veo aquí un incentivo y una ayuda extremadamente importantes para mis inicios cinematográficos, y para las películas por venir.
Estoy muy feliz de recibir estos tan importantes premios en Argentina, entre otros motivos porque esta película sin dudas terminará su recorrido en los festivales aquí, en Buenos Aires. La primera proyección tuvo lugar en Francia en un gran festival, el Fid Marseille, con una primera versión que yo consideraba como todavía no del todo acabada. La última tuvo lugar acá, en este otro gran festival, el Bafici, con su versión definitiva.
Me alegro tanto más, porque tengo una relación extremadamente singular con este país, ya que despierta en mí recuerdos muy profundos: en efecto, durante mi infancia y adolescencia, y como primeros gestos políticos, he participado de numerosos encuentros y fiestas de apoyo a los opositores de la dictadura en Argentina. Argentina era un país muy alejado y sin embargo extremadamente próximo. En el espacio y en el tiempo.
Para terminar, y ustedes me disculparán de querer brevemente pronunciar algunas palabras aparentemente simples y banales, quizás intrascendentes, pero que son para mí muy importantes. Quisiera ante todo saludar muy calurosamente a los demás cineastas presentes en el Bafici, en competencia o no. El hecho que las películas no sean recompensadas no significa en lo más mínimo que sean menores ni menos interesantes, importantes o significativas.
Quisiera también dirigir fraternos y trans-históricos saludos a un cineasta muy conocido en Argentina, pero que recién empieza a tener renombre en Francia. Un cineasta que descubrí hace poco en la Cinemateca Francesa y cuyo trabajo me interesó y maravilló profundamente. Un cineasta con una gran integridad y moral, desaparecido por la Junta Militar. Me refiero a Raymundo Gleyzer.
Finalmente, quisiera dirigirme a ese joven, a esa joven, que no conoce a nadie, que se siente perdido, que no sabe adonde ir, que no logra encontrar su lugar en la sociedad, que tiene el sentimiento de arrancar de cero y de ser devuelto incansablemente a ese lugar aparentemente vacío. Que tiene 18 años, en el amanecer de su vida, y que sin embargo ya tiene la sensación de ser un anciano. Porque la rabia lo ahoga, porque la rebelión vive en él y se vuelve contra él. Quisiera dirigirme a ese joven, a esa joven, que piensa que ciertos mundos le están vedados, porque está preso en una clase social, forzosamente desfavorecida. A ese joven, a esa joven, que sueña por ejemplo con hacer películas, con hacer cine, pero piensa que jamás va a lograrlo porque viene de un medio demasiado modesto, que lo frenan barreras culturales y simbólicas; a él, a ella, quisiera decirle que no pierda la esperanza, que no abandone, que permanezca atento a sus deseos. Estos deseos son océanos de llamas capaces de destruir las columnas del cielo, los mitos, las representaciones dominantes y estigmatizantes, también capaces de darle cobijo a lo desconocido, lo imposible. A él, a ella, quisiera decirle que no desespere, que no abandone, y que pelee. Que pelee por lo que cree. Que pelee tanto por uno mismo, como por los demás.
Frente a los mundos prohibidos solo se pueden tomar caminos escondidos y extranjeros: «únicamente el capítulo de las bifurcaciones queda abierto a la esperanza» decía Auguste Blanqui, un gran revolucionario francés del siglo XIX.
Caminos amigos, como solo pueden haber amistades extranjeras.
Les agradezco por su hospitalidad y por su atención.
Pronto volveré a la Argentina.
Sylvain George


Carta del director francés Sylvain George, ganador del premio principal en Competencia Internacional y del Premio FIPRESCI, durante la reciente edición del BAFICI [13], por su sobervio documental Qu'ils reposent en révolte (Les figures de guerres), que fue leído durante la ceremonia de entrega de premios el sábado 16 de abril. Un texto tan lúcido y humano, como profundamente político. Para leer y releer, para acordar o discutir, pero que no debe pasar por alto. Si el texto te pareció interesante, su película es entonces de visión obligatoria.

CINE - BAFICI [13]: Telón final y un justo ganador

La edición 13ª del Festival de Cine Independiente llegó a su fin y deja un saldo muy positivo. En primer lugar como espacio dedicado a un cine diverso, alejado de las tendencias que dominan las pantallas durante el año y cuyo objetivo final no es la difusión de obras, sino su explotación comercial. Por eso el BAFICI es importante, porque antepone un criterio estético –el cual se puede discutir o no, pero que es definitivamente muy claro y sólido– al mero negocio, convirtiéndose en uno de los órganos de difusión cultural más potentes de la Argentina. Y es importante tener claro que esa es la prioridad y no el bienvenido éxito en las boleterías. El BAFICI, como el Festival de Mar del Plata, son fenómenos que deben ser apoyados con convicción, aun cuando no convocaran tantos espectadores como lo hacen. Incentivar y propagar la cultura tiene que ser una vocación en la que no deben influir eventuales arqueos de caja, ya que los beneficios de una sociedad estimulada con propuestas tan ricas como estas, van siempre mucho más lejos de lo económico.
La programación de esta edición representó un desafío estético de alto nivel, convocando en su sección principal 19 películas que abarcaron un espectro de propuestas muy amplio. Entre ellas, hay al menos siete títulos de máximo nivel y un segundo grupo de ocho o nueve que han honrado al público y a la competencia con su participación. Eso sin contar el resto de las secciones y las diferentes muestras y focos no competitivos.
En el grupo de élite de la competencia internacional se cuentan Attemberg, de la griega Athina Tsangari; la uruguaya La vida útil, de Federico Veiroj; La balada de Genesis y Lady Jaye, de Marie Losier; las nacionales El estudiante, de Santiago Mitre y el documental Yatasto, de Hermes Paralluelo; Le quattro volte, de Michelangelo Frammartino, y la gran ganadora del festival, el documental Qu’ils reposent en révolte (Les figures de guerres), del francés Sylvain George, que además de obtener el premio principal fue distinguida con el que otorga la Federación Internacional de Prensa Cinematográfica (Fipresci). No deja de ser llamativo que estos dos jurados, uno integrado por cineastas y productores, y el otro por críticos de cine, hayan coincidido en su elección. Aunque no hubiera sido injusto que cualquiera de las mencionadas se llevara el premio. Mérito de Sergio Wolf, director del BAFICI desde hace cuatro años, y de su equipo de programadores.
Hecha esa salvedad, hay un buen número de razones por las que Qu’ils reposent en révolte ha resultado elegida. En primer lugar, porque no deja de ser notable que una película que sigue el derrotero de los inmigrantes clandestinos provenientes de África, suspendidos en un tránsito sin certezas a través de Europa, sea premiada en la Ciudad de Buenos Aires durante el gobierno de Mauricio Macri, a poco de los infelices acontecimientos del Parque Roca. Porque retrata de manera original un tema que necesita ser revisado con urgencia y que no es ajeno a la realidad de toda la Argentina. Porque lo hace de un modo crudo y desgarrador, pero sobre todo con una puntillosidad formal inapelable. Porque utiliza con eficiencia las herramientas y recursos que el cine pone a su disposición –fotografía, sonido, montaje, por ejemplo–, no sólo para presentar su tema, sino para hacerlo con una belleza superlativa. Porque consigue sostener un ritmo narrativo intenso a lo largo de más de dos horas y media de película, e incluso desde ahí, trasladar al espectador esa sensación de espera indefinida a la que sus personajes son condenados. Porque siendo un film político no se permite caer en la tentación panfletaria ni provocar una tendencia en el público, pero aporta los elementos para que cada quien pueda elaborar un juicio propio. Porque no condesciende ni muestra lástima por sus personajes, pero tampoco manipula, sino que deja que las conclusiones sean el resultado natural de un relato al que no se le pueden hacer objeciones. Porque representa una declaración de principios hecha a gritos, en contra de un mundo en el cual los Derechos Humanos han dejado de ser universales, para convertirse en un privilegio de clase. Porque se trata de un film producido desde una independencia militante y, por lo tanto, representa de manera cabal a ese espíritu que desde hace 13 años sostiene, cada vez con mayor fuerza, a este festival que es parte del patrimonio cultural de Buenos Aires y de toda la Argentina. Más allá de cualquier gestión, gobierno o tendencia política efímera.


Artículo publicado originalmente en la sección Cultura de Tiempo Argentino.

jueves, 14 de abril de 2011

CINE - Torrente 4: lethal crisis, de Santiago Segura: El exceso como regla

Una de los argumentos en contra de la crítica es que muchas veces analiza a las películas sin tener en cuenta que no es lo mismo Godard que los hermanos Farrelly, y que debería verse a cada una por lo que pretende. Si bien esa afirmación es de algún modo válida, el problema para quien debe tomarse el tiempo de considerar al cine como arte o creación, es que no puede juzgar la intención del responsable a cargo, sino el resultado obtenido, aquello que se ve en pantalla. Este punto no es ajeno a la hora de evaluar a Torrente 4: lethal crisis, la nueva película del desagradable policía madrileño creado por el español Santiago Segura, a la que se podría despreciar por burda, grosera y contraria al buen gusto (estético y político). En parte tienen razón quienes así la juzguen. Torrente 4 es vulgar y escatológica, y hace humor a partir de temas tan delicados como la corrupción, el machismo, la homosexualidad, la xenofobia y el racismo. Y no duda un instante en utilizar a discapacitados de todo tipo, extranjeros, viejos o individuos embrutecidos como material conductor de ese humor. En suma una película despreciable. Pero vamos: ¡que es divertida, joder!
Ningún recurso es malo per se a la hora de hacer cine, la cuestión es para qué y con qué resultados se los utiliza. Y la lista de incorrecciones enumerada no es gratuita, sino que está puesta al servicio de un personaje notable como José Luis Torrente, un ahora ex policía que no duda en abusar de cualquiera con tal de conseguir un beneficio personal, por mezquino que sea. Notable porque retrata con dureza y gracia a un sector de la sociedad que no es para nada gracioso, sin perder de vista ni un segundo que se trata de una crítica. Claro que para notarlo hay que tener habilitada al menos cierta capacidad simbólica y las facultades mentales mínimas, como aquella que permite distinguir entre el bien y el mal. Juzgar a Torrente 4 como racista, homo o xenofóbica, o lisa y llanamente de derecha, es como pretender que Miki Vainilla es una expresión literal de Diego Capusotto (de quien Segura se declaró fanático), sin entender que se trata de una burla del objeto retratado. Una crítica con los pies en el barro. En cuanto al cargo de machista, pues, no hay nada que hacer: sin dudas es culpable, teniendo en cuenta el papel de mero accesorio y juguete sexual que tiene la figura femenina, no sólo para el personaje sino como recurso cinematográfico.
Es cierto que mientras la película juega con ese humor ramplón, por el otro se permite recurrir a los trucos más clásicos del slapstick e incluso a un tono hasta infantil (la escena de Torrente entrando de incógnito a una casa ajena es una seguidilla de gags viejos, inocentes y efectivos). Aun con su gracia (y siendo bastante superior a Torrente 3: el protector), debe decirse que esta cuarta entrega tiene algunas tuercas flojas. La utilización del 3D es una de ellas; tanto, que son pocas las escenas que lo justifican y ninguna demasiado efectiva (tal vez, apenas pueda verse como válida aquella que lleva a su non plus ultra el conocido chiste del jabón en el baño). Otro punto flojo que comparte con la tercera entrega, es la ausencia de un compañero fuerte: el trabajo de Kiko Rivera no consigue acercarse a los personajes construidos por Javier Cámara y Gabino Diego en las dos primeras. Y apenas algunos de los muchos cameos serán disfrutados por el público nacional (los del cantante David Bisbal o los futbolistas Agüero e Higuaín), pero la mayoría pertenecen a una fauna española demasiado de entrecasa que aquí no suman gracia allí donde debieran. En suma, Torrente 4 hará reír a los amantes del humor más desatinado, pero no a quienes se avergüenzan de ese tío desubicado (siempre hay uno), que arruina las fiestas familiares con eructos, pedos y chistes de pésimo gusto. Están avisados.


Artículo publicado originalmente en la sección Cultura y Espectáculos de Página/12.

lunes, 11 de abril de 2011

CINE - Nuremberg: It’s lesson for today, de Stuart Schulberg: Desde el pasado mirando el presente

Entre las joyas inesperadas que este año trae el Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires, sin lugar a dudas se cuenta la copia restaurada de Nuremberg: It’s lesson for today, el film oficial del gobierno norteamericano que registró el desarrollo del famoso enjuiciamiento a los sobrevivientes de la alta jerarquía del partido Nazi alemán al término de la guerra. La historia de esta película es por demás extraña, incluyendo las complejas vicisitudes que debieron atravesar sus responsables, y las intrigas y ocultamientos que soportó una vez terminada.
En su origen, esta película tuvo dos objetivos muy claros y complementarios: funcionar como prueba irrefutable de que el proceso iniciado a los jerarcas del nazismo había sido limpio y justo, pero también como lección para la humanidad. Se trataría entonces de un documental de registro, pero no exento de orientación y línea. Para ello se le encargó el trabajo a Stuart Schulberg, quien ya había sido el responsable en la tarea de recolección de material fílmico y fotográfico que documentara las atrocidades cometidas por los responsables del Reich alemán. De esa búsqueda habían surgido el documental El plan Nazi, en el que durante 4 horas se daba cuenta del modo en que el partido y su responsable, Adolf Hitler, habían ido ganando poder, y un segundo film, Campos de concentración, que compilaba en una hora las imágenes del horror. Ambos documentos fueron utilizados como prueba durante el juicio marcando un hito histórico, ya que fue la primera vez que se utilizó este tipo de material audiovisual como prueba en unproceso jurídico. Algunas de las imágenes de estos dos trabajos fueron utilizadas para apoyar la edición de Nuremberg: It`s lesson for today, dándole una fluidez narrativa y una contundencia que de ningún modo hubiera tenido si sólo se hubiera realizado con imágenes del juicio.
El montaje es el secreto de la película. Allí es donde residen su efecto y su ideología: en el hecho de que cuando se reproduce una declaración de Hitler, en la que dice que no quiere que “ningún perro inmundo” se entrometa en sus planes de guerra, esas palabras se escuchen sobre las imágenes del Papa Pio XII y del presidente estadounidense Franklin Roosevelt. En ocasiones el recurso resulta involuntariamente cómico, tal es el caso de la seguidilla de declaraciones públicas del Führer en las que sucesivamente se declara amigo de Austria, Checoslovaquia, Dinamarca, Noruega, Holanda y Bélgica, apenas meses antes de invadir con diferentes clases de violencia a todos esos países. Todo está en imágenes, algunas de una crudeza que espanta. La película se estrenó en Alemania a comienzos de 1948 pero, curiosamente, nunca en los Estados Unidos. Una de las teorías para explicar el asunto es, como siempre, económica: que el pueblo estadounidense conociera ese material podía convertirse en un fuerte impedimento para los planes de la reconstrucción alemana, vía Plan Marshall.

Ver la película ha casi 70 años de que ocurrieran los hechos que le dieron vida, no deja de producir efectos extraños. Porque si la película finaliza con una declaración de principios, en la que espera que su contenido (las atrocidades registradas, pero también el castigo ejemplar que se imparte a los acusados, entre quienes se contaban Hermann Goering, Karl Dönitz y Rudolf Hess) sirva como advertencia para aquellos que pretendan lanzar guerras de agresión en el futuro, hoy no se puede sino recordar tantas y tan lamentables incursiones bélicas que los propios Estados Unidos ha iniciado o fogoneado desde su ascenso al rango de potencia hegemónica tras su vital participación en el final de la Segunda Guerra Mundial. Nuremberg: It´s lesson for today, que se exhibe aquí con una copia restaurada por Sandra Schulberg, la hija del director, no deja de ser una interesante posibilidad para repensar aquel horror del pasado, desde los horrores del presente.
Nuremberg: it´s lesson for today se proyecta únicamente en la Fundación Proa, Av. Pedro de Mendoza 1929, en el barrio de La Boca, el próximo sábado 16 y domingo 17 a las 19 horas.


Artículo publicado originalmente en la sección Cultura de Tiempo Argentino.