jueves, 4 de junio de 2015

CINE - Entrevista con Pepa Astelarra y Lucas Larriera, directores de "Alunizar": Si la Luna duda le daremos muerte

Si hay un tema por el que a la gente se le da por imaginar conspiraciones ocultas, ese tema es la llegada del hombre a la Luna. Que si realmente hubo alguna vez un hombre allá arriba; que fue un trabajo que le encargó la NASA a Stanley Kubrick luego del éxito de su película 2001: una odisea del espacio estrenada en 1968; que se ocultaron indicios de una antigua civilización selenita y una larga lista de etcéteras. Alcanza con tener un poco de imaginación y dos cucharaditas de paranoia para ponerse desconfiar de cualquiera al que se le ocurra vestirse de astronauta. No resulta extraño que a Pepa Astelarra y Lucas Larriera, dos jóvenes argentinos, se les diera por hacerse una preguntas de esas: ¿qué tal si aquello que la televisión estadounidense transmitió en directo como la llegada del hombre a la Luna fuera un montaje posterior, que sin fraguar el hecho en sí al menos se encargó de mostrar solamente una parte? Que Astelarra y Larriera sean además dos cineastas y guionistas que a partir de esa duda construyeron el documental Alunizar, que puede verse esta semana a las 12 y a las 19 en el Espacio Incaa Km.0 Cine Gaumont, av. Rivadavia 1635, no hace más que sumar una buena dosis de empeño a su voluntad conspiranoica.
Todo empezó con un proyecto anterior de la pareja de directores: recrear de manera verosímil aquel primer paso en la Luna que dio el astronauta Neil Armstrong, capitán de la misión Apollo XI. En el proceso descubrieron que las imágnes usadas en el documental dirigido por el periodista Al Reiner For all mankind, el primero en utilizar imágenes originales del archivo de la NASA, era en realidad un montaje que, según creyeron, reunía el audio de Armstrong sobre la imagen del descenso sobre la superficie lunar de su compañero Buzz Aldrin. 
¿Pero cómo probarlo desde Buenos Aires? “La motivación de recrear el primer paso fue comprobar si era posible generar una copia con el mismo valor de verdad que la imagen original”, revela Astelarra. Larriera agrega que en el camino entendieron que “para darle credibilidad a una imagen no sólo está la imagen en sí misma, sino todos los discursos alrededor de ella". "La idea era viralizar nuestra recreación y que circule entre las reproducciones del alunizaje como una más”, continua la directora y su compañero concluye que para eso tenían que “construir un nivel de persuasión similar al de la época, no en términos de masividad sino en cuanto a los mecanismos por los cuales se construye esa credibilidad en la televisión”. Ambos reconocen que otros documentales que desarrollan otras teorías conspirativas fueron una influencia para empezar a darle forma a Alunizar. “Nos sirvió analizar en qué basan otras teorías, lo que dicen o si tienen un sustento fuerte. La respuesta fue que todas son endebles”, cuenta Larriera. Sabiendo eso admite que “lo más difícil a la hora de hacer una teoría conspirativa siempre tiene que ver con esconder la debilidad”.
En Alunizar el género cosnpirativo convive con una investigación acerca de la forma en que los medios audiovisuales construyen sus relatos buscando impactar de un modo determinado y de provocar reacciones específicas en el público. “Ese juego se afianzó cuando descubrimos que Al Reinert había editado el material de archivo del primer paso del hombre en la luna”, reconoce Astelarra. “Ahí nos fuimos involucrando en algo un poco más amplio en torno a la construcción del acontecimiento como espectáculo”. En ese punto el documental comienza a irse por las ramas, a deambular discursivamente, empezando a meter en la misma bolsa a las misiones lunares con el Cordobazo o las excéntricas ideas de un artista plástico interesado en la ufología. “Siempre tuvimos la intención tanto de desarrollar una perspectiva crítica frente a los discursos audiovisuales contemporáneos, como de jugar con la frontera entre la ficción y el documental”, admite la directora, abriendo un nuevo frente a la hora de pararse frente a un trabajo tan infrecuente como Alunizar. “Quiérase o no, la llegada a la Luna está ligada a lo falso en los medios”, aporta Larriera. “Es como una mentira que sólo puede ser puesta en cuestión por otra mentira. Nos dimos cuenta de que la forma de la película tenía que hacerle frente a esa dificultad.”
Algo borgeano se percibe en la construcción de Alunizar, como si se hubiera tomado una serie de datos reales para mezclarlos sutilemente con elementos que parecen ficcionales y hasta fantásticos, para construir un híbrido que es en realidad un objeto nuevo y único. El efecto que causa es que nunca se termina de saber si se trata de un falso documental o de una pseudo ficción, lo que coloca al espectador en un lugar incómodo. “Nuestra intención es que el espectador tenga una mirada activa y crítica frente a lo que le planteamos como verosímil a lo largo de la película”, dice Astelarra. “Esa mirada crítica tiene que ver con un límite, por decirlo de alguna manera, ético que nos pusimos desde el principio”, agrega su compañero. “La idea fue que en la medida que hubiera una confusión entre lo cierto y lo falso, la película pudiera dejar indicios de esa construcción.”
Los directores atraviesan la película con su pregunta a cuestas, buscando la complicidad de astrónomos, investigadores, escritores, periodistas y patafísicos que puestos todos juntos conforman una fauna ecléctica sobre la que se apoya el principal atractivo de Alunizar. Sin embargo llama la atención el hecho de que intentaran resolver el aparente misterio sin recurrir a fuentes oficiales, lo que vuelve un poco absurda la búsqueda, que se transforma en una pelea contra molinos de viento. Pero buscando apenas un poco, es fácil encontrar en YouTube ese misterioso registro del primer paso perdido de Armstrong en la Luna, que incluso puede verse en el canal oficial del Museo Smithsoniano. “En el 2008, cuando empezamos el proyecto, no circulaba tanto la escena original”, dice Astelarra, quien además reconoce que “una vez que dimos con ella desconfiamos. Lo que nosotros queríamos era la transmisión original”. 
Larriera deja en claro los por qué del camino elegido: “¡Al Reinert era nuestra fuente oficial! Es un periodista, director de un documental en el que sólo se usó material de archivo brindado por la NASA y el hecho de que en For All Mankind estuviera el segundo paso y no el primero fue una revelación para nosotros. Por eso, lo primero que se descarta en la película es la fuente oficial”. Y antes de dar por terminada la charla, el propio Larriera sube la apuesta. “Por otro lado, ¿desde cuándo Youtube es un medio confiable? Lo que nosotros remarcamos es que para haber visto el primer paso en vivo y en directo había que estar el 20 de julio de 1969 viendo televisión. Como eso hoy es imposible, uno se ve forzado a confiar en el material de archivo. Pero, si una imagen puede ser copiada exactamente igual a otra, ¿qué grado de veracidad puede tener el archivo? De nuevo, uno le cree a esa imagen por los discursos alrededor de ella y no por la imagen misma.” 

Artículo publicado originalmente en la sección Cultura de Tiempo.

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