sábado, 19 de diciembre de 2009

LIBROS - La fiesta de cumpleanños, de Panos Karnezis


A principios de los años 40, Orson Welles realiza su debut como director cinematográfico con El ciudadano, película que escondía un secreto no muy hermético: tras su escabroso protagonista se escondía un velado retrato de William Randolph Hearst, magnate periodístico considerado el padre de la prensa amarilla. Hearst nunca aprobó el contenido del film e incluso llegó a intentar comprar los derechos para que no se estrenara. Desde entonces (desde antes) las adaptaciones no asumidas, inspiraciones mudas y demás yerbas no autorizadas, forman parte del mundo del arte. Algo de eso hay en La fiesta de cumpleaños, nueva novela del escritor griego radicado en Londres Panos Karnezis.
En 1974 Marco Timoleon es el hombre más rico del mundo. Vive en una isla en el mar Mediterraneo, donde esa noche recibirá a una multitud de invitados para celebrar los veinticinco años de su hija Sofía. Pero la fiesta oculta un motivo oscuro: el magnate sabe que ella esconde un embarazo y en secreto ha hecho montar un quirófano en una habitación de la villa. Así, hombre de negocios tan supersticioso como maquiavélico, espera resolver el asunto a su manera. Más allá de esta anécdota sobre la que gira la historia, Marco Timoleon no es otra cosa que un alter ego del magnate naviero Aristóteles Onassis y la novela de Karnezis, una suerte de biografía inconfesa, tanto que podría hablarse de gemelos idénticos. Nacidos en Esmirna, ambos emigran a Buenos Aires en busca de mejores horizontes; con astucia, allí consiguen colarse entre la aristocracia y comenzar a inventar sus imperios; mujeriegos los dos, con un yate privado bautizado con el nombre de su hija, creadores de métodos que revolucionaron los sistemas financieros de su época; casados en primeras nupcias con la hija adolescente de un competidor, y en segundas con mujeres de la aristocracia norteamericana a las que sus hijos rechazan; ambos hijos varones mueren en un accidente aéreo y las hijas son adictas a los farmacos e intentos de suicidio. Como el padre de Onassis bautizó a su hijo Aristóteles Sócrates, Karnezis hizo que el de Marco fuera aficionado a la lectura de los clásicos: hubiera sido exagerado que el personaje de su novela se llamara Empédocles Platón.
Aunque el atractivo del protagonista sea sólo un reflejo del hombre que cautivó desde las páginas de las revistas de chismes hace más de cuarenta años, La fiesta de cumpleaños resulta una novela entretenida. Sin embargo, cuando parece que el final desembocará con vigor en plena tragedia griega, acaba cediendo a la tentación del Best Seller, convirtiendo al desenlace en un flácido remilgo. Un cierre de una circularidad tan ingeniosa como artificial, falsamente borgeano, que con su sorpresa deshecha por completo el potencial dramático. Y de paso, en un extraño homenaje, incluye a Borges en su novela: se trata de un loro ciego que vive sentado en el regazo de una vieja aristócrata. De modo transitivo Borges sería apenas una suerte de parlanchín, cuya máxima habilidad consiste en repetir azarosamente lo que primero le ha oído repetir a otros. Seguramente a don Jorge Luis también le hubiera hecho gracia el chiste.


Artículo publicado originalmente en la revista ADN Cultura del diario La Nación.

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