Partiendo de la base de que Focus: maestros de la estafa, tercera película escrita y dirigida por el tándem integrado por John Requa y Glenn Ficarra, no es su mejor trabajo, sino más bien todo lo contrario si se la compara con I Love You, Philip Morris (2009) y Loco y estúpido amor (2011), de ningún modo sería justo afirmar que se trata de una película mala. Pero tampoco fallida, sino de una en la que los directores eligen justamente desviar o repartir el foco narrativo, por momentos perdiendo de vista la parte más entretenida de la historia que eligieron contar, en pos de crear un producto que lleve el concepto de multitarget hacia su versión más amplia. Porque Focus intenta ser todo a la vez: una comedia romántica pero también una comedia a secas, un ligero thriller de estafadores y una buddy movie, agregando además pinceladas de drama, violencia explícita y escenarios exóticos, siempre sin perder la línea de una cristalina estética high class.
Hay que reconocer que, así y todo, la película logra sostener el interés, aunque a veces lo haga valiéndose de espejitos de colores cinematográficos. Para el espectador argentino en particular, el film estará cargado de ese tipo de brillos, ya que más o menos la mitad de la historia transcurre en Buenos Aires, que viene a aportar la mentada cuota de exotismo. Por cierto resulta interesante ver cómo la ciudad, al ser retratada por una mirada extranjera, de manera nada sorpresiva aparece como una especie de París habitada por italianos. También es curioso que una película cuyos protagonistas son pungas de alta sociedad se traslade a Buenos Aires, para muchos la capital mundial de la inseguridad (aunque en este caso, claro, se trate de una inseguridad cool). Por supuesto que la miseria y la sordidez que son parte de la Buenos Aires real no tienen lugar en la película ni tienen por qué tenerlo, ya que no hacen al universo creado por los directores. En ese sentido, Focus hasta puede ser vista como una pieza promocional de la ciudad y del país, que toma una inesperada posición en la disputa de realidades que tiene a la Argentina como teatro de operaciones. Lejos del ranking de Bloomberg que hace poco ubicó al país entre las cinco economías más penosas para vivir y trabajar, Focus hace un retrato ABC1 de Buenos Aires, en el que se la presenta como una ciudad amable, cálida y llena de gente feliz. En ambos casos se trata de construcciones parciales, que tienen más que ver con los intereses del sujeto que mira que con el objeto observado en sí mismo.
En tanto pieza cinematográfica, puede decirse que en Focus Requa y Ficarra vuelven a dar pruebas del ingenio que ya habían mostrado en sus otros trabajos como directores y guionistas. Por su parte, Will Smith recupera algunos de los muchos puntos que perdió con la intolerable Después de la Tierra (2013) y Margot Robbie entrega nuevas evidencias que confirman, como en El lobo de Wall Street (2014), que es más que una de las actrices más lindas del momento. En el camino queda una película de estafadores que se empecina demasiado en querer ser una comedia romántica.
Artículo publicado originalmente en la sección Cultura y Espectáculos de Página/12.
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