martes, 30 de junio de 2020

CINE - Entrevista a María Paz González, directora de "Lina de Lima": Un resplandor popular

Entre los estrenos que este jueves ofrecerá la plataforma Cinear Play se encuentra Lina de Lima, coproducción entre Chile, Perú y Argentina que dirigió la chilena María Paz González, una cruza entre drama y comedia cuyo carácter híbrido se potencia en el uso de los recursos del musical. Esta batería de herramientas narrativas es puesta al servicio de la historia de Lina, una mujer peruana interpretada por la actriz Magaly Solier, quien trabaja en Santiago como nana. Con ese nombre se conoce en Chile a las empleadas domésticas que se desempeñan sobre todo en hogares de clase alta, donde no solo realizan tareas de aseo y cocina, sino que llegan a convertirse casi en madres sustitutas para los niños de la casa.
Cerca de Navidad, Lina se prepara para visitar a su hijo adolescente en Lima. Mientras tanto sigue con sus tareas, se ve con amigas, sale a bailar y conoce hombres por Tinder, con quienes se cita en la aún deshabitada casa nueva de su patrón. Lejos del carácter doliente que suele signar las historias que retratan la vida de migrantes o personajes de clase obrera, Lina de Lima es un film radiante en el que están ausentes la culpa y el morbo. González potencia esto con números musicales que se combinan el carácter festivo de lo popular con una estética kistch de colores saturados que la fotografía sabe aprovechar.
“Me interesaba lo que está pasando en Chile con el fenómeno migratorio, porque hasta hace 10 o 15 años fuimos un país que tuvo más chilenos viviendo fuera que inmigrantes”, cuenta González para hablar del origen del film. “En el último tiempo empezamos a nutrirnos de otras culturas, a estar más conectados, porque Chile de algún modo es una isla. Nos fuimos acercando a un continente del que estábamos un poco distantes”, continúa. “Por otra parte, acá en las casas de clase alta se usa mucho tener una empleada doméstica, nuestras nanas, que es algo que me parece no es tan común en Argentina”, agrega González.  

-Acá existe el oficio de la empleada doméstica, pero creo que no tienen el peso cultural de las nanas en Chile.
-Conocía a un par de mujeres peruanas que hacían este trabajo y una de ellas, la Betty, me abrió un mundo que me permitió conocer a muchas de sus amigas de Ecuador, de Colombia. Pase mucho tiempo oyendo sus historias y Betty terminó haciendo un papel en la película. Co vengo del mundo del documental y me da curiosidad meterme en áreas que no tienen que ver con la mía. Así empecé a darme cuenta de cosas súper potentes, como la forma en que cambiaban sus objetivos. Muchas llegan a Chile pensando que vienen por dos años, para volver a sus países a cumplir un proyecto que a veces no se concreta y se terminan quedando.
-Esa es una historia común en Argentina, que es un país de inmigrantes.
-Los migrantes tienen un motor muy fuerte. A mí me llama la atención que en el cine muchas veces se los retrata de modo muy frágil, destruidos por la vida y eso me resultaba loco. Yo nunca sentí que fueran personas a las que les hubiera pasado un tren por encima o que no pudieran decidir sobre lo que les ocurre. Yo veía a unas mujeres muy power, que no solo se dedicaban a trabajar, sino que además lograban hacer otras cosas.  
-¿Pero esa distancia no obliga al migrante a un ejercicio de resistencia?
-Claro, para mantener la conexión con las raíces. Me interesaba saber cómo opera esa identidad a distancia y siempre la música del país era un tema importante. En algún momento eso traía un mundo súper bonito que las conectaba con sus raíces y la vida en su país. Así me di cuenta de que la música era un elemento potente para transmitir ese mundo interior.  
-Su filmografía anterior se desarrolló dentro del documental. ¿Qué la decidió a tomar el camino de la ficción con esta historia?
-Para mí la ficción nunca fue una aspiración y de hecho este proyecto nació como documental. Lina está hecha a partir de historias de diferentes mujeres, pero me di cuenta de que a eso era necesario sumarle ficción. Cada historia tiene su forma y haberme decidido a contar de este modo tiene que ver con una necesidad que me exigía cierto lenguaje que no era el del documental. Fue un proceso natural en el que de repente me encontré haciendo una película de ficción con números musicales.  
-¿Pero no cree que trabajar con las herramientas narrativas de un género artificioso como el musical hace que ese salto sea más notorio?
-Acá el musical es usado para construir el mundo interior del personaje y resulta un aporte tierno que ayuda a sentir la fragilidad del personaje, permitiendo que aparezca lo que no puede expresar en palabras. Una luz que un personaje solitario como Lina no siempre puede transmitir. Entrar en ese espacio interior me permitió correrme del drama, aunque tampoco diría que se trata de una comedia, sino de una película que trabaja sobre un humor que se va colando, muy útil para conectar con el espectador.  
-La figura de las nanas es muy fuerte en la cultura chilena, pero también en otros países de Latinoamérica. Se ve en películas como La nana de su compatriota Sebastián Silva, en Roma de Cuarón, Babel de Gonázalez Iñárritu e incluso hay algo de eso en Santiago, de Joao de Moreira Salles.
-Le tenía miedo a la comparación con La nana, porque mi intención era muy distinta. Tampoco quise que Lina quedara encerrada en la figura de la migrante. No quería que fuera una sola cosa, sino una mujer que ocupa muchos roles, como cualquier otra. Me importaba no encasillarla, poder desarrollar otras capas sin condicionarla. Y sobre todo, desplazarla de los lugares que se espera que ocupe una mujer que trabaja de nana.  
-Esos roles hacen de Lina una pasajera entre dos mundos, viviendo en el día a día de la clase alta, pero con sus propios problemas de clase.
-El uso del plástico fue útil para eso. Lina vive sola en la casa nueva de su patrón, en la que ve reflejados sus anhelos, pero en la que todo está cubierto por un plástico que pone distancia con lo que no le pertenece. Eso le da un tono un poco triste y por más que uno quiera apartarla de los estereotipos, ella está marcada por una condición de clase. Ese clasismo es muy chileno, pero también muy latinoamericano. Tampoco quería que la cosa se transformará en que el patrón la trata mal, sino que fuera algo medio invisible que solo se puede percibir depende de dónde te pares. Es uno el que ve el plástico cuando se da cuenta cuál es la situación de Lina.  

Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.

lunes, 29 de junio de 2020

TELEVISIÓN - La serie "Legends" y cinco mitos del rock: Hendrix, Clapton, Bowie, Sting y The Smiths

Para los fanáticos del rock, la programación del mes de julio de la señal de cable Film & Arts incluye la serie documental Legends, en cuyos episodios recorre las vidas y carreras de cinco artistas fundamentales de este género: los míticos guitarristas Jimi Hendrix y Eric Clapton, el cantante, compositor y performer David Bowie, el cantante y bajista Sting, además de Morrisey y Johnny Marr, vocalista y guitarrista de los venerados The Smiths. El ciclo arranca este jueves a las 21 con la emisión del episodio dedicado a Hendrix, gran divinidad rockera, considerado el guitarrista más influyente en la historia del género. A este le seguirán, en jueves consecutivos y siempre en el mismo horario, los capítulos dedicados a Bowie (9/7), Clapton (16/7), Sting (23/7) y The Smiths (30/7).
 El ciclo promete recorrer el legado de cada uno de estos artistas notables, autores de no pocas páginas memorables de la cronología rockera. Cada episodio incluye entrevistas de gran alcance, fragmentos de shows memorables, gran cantidad de imágenes inéditas y películas históricas que involucran a cada una de estas súper estrellas. Y que el elegido para abrir la serie sea nada menos que Jimi Hendrix no puede sino ser tomada como una declaración de principios.
Famoso por haber hecho sobre las seis cuerdas cosas que nunca antes se había atrevido a hacer ningún otro artista, su carrera no fue un éxito inmediato. Nacido en la rockera ciudad de Seattle, en los Estados Unidos, Hendrix comenzó a tocar su instrumento en 1957, cuando apenas tenía 15 años. Pocos después de cumplir los 20 formó parte de distintas agrupaciones, entre ellas la banda del mítico Little Richard, hasta que en 1966 decide mudarse a Londres y esa decisión cambió su destino. Ahí es “descubierto” por Chas Chandler, Bajista de la banda The Animals (famosos por su canción “House odf the Rising Sun”), quien comienza a representarlo. En menos de diez meses el guitarrista se convirtió en un éxito con su nueva banda, la memorable Jimi Hendrix Experience. Pero la vida en la cima le costaría muy cara y no duraría demasiado: cuatro años después Hendrix falleció ahogado en su propio vómito luego de una sobredosis de fármacos y alcohol. Tenía apenas 27 años y la inmortalidad por delante.
Desde que irrumpió en la escena musical a principios de 1970, David Bowie se ha convertido en uno de los artistas más multifacéticos y camaleónicos de la historia del rock. Dueño de un estilo híper expresivo y teatral, Bowie no solo aportó una gran creatividad al género, sino que también supo nutrirse del espíritu y la estética de distintas generaciones de artistas. De ese modo llegó a tener profundos vínculos creativos con otras leyendas como Lou Reed, Iggy Pop, Mick Jagger, Trent Reznor (líder de Nine Inch Nails) o el guitarrista Reeves Gabrels. Supo además reinventarse en la figura de distintos alteregos, algunos de los cuales llegaron a ser casi tan famosos como él, desde el viajero espacial Ziggy Stardust, Aladdin Sane o el elegante Duque Blanco. Su carrera pasó por géneros como el glam, el pop, el rock, el punk, el tecno o la música industrial, siempre aportando enormes dosis de creatividad y talento. Su muerte en enero de 2016 significó una de las mayores pérdidas dentro del mundo del rock.
A Eric Clapton se lo ha llamado Dios y solo ese dato debería alcanzar para sospechar que su talento no pertenece a este mundo. Tocó en bandas fundamentales de la fundacional década de 1960, como The Yarbirds o Cream, para luego crear una contundente carrera como solista. Legendario guitarrista de rock y blues, llegó a ser comparado con el propio Hendrix debido a su talento y habilidad con el instrumento. En el episodio dedicado a él, Clapton da una descripción honesta y a menudo conmovedora de su vida y carrera, abarcando desde aquellos primeros éxitos hasta sus años de adicción a las drogas y su espectacular resurgimiento a mediados de la década de 1980. El programa incluye imágenes de toda su carrera, un concierto privado especialmente organizado con su héroe, el blusero Buddy Guy, y una reunión con Jack Bruce, bajista y líder de Cream, fallecido en 2014. Aunque su vida esta signada por algunas tragedias familiares, Clapton es una de las últimas leyendas vivas de la primera generación del rock.
El cuarto episodio se traslada al final de la década de 1980 para contar la historia de otro músico que consiguió dejar su marca en el Olimpo del rock. Sting se volvió famoso como cantante y bajista de The Police, que sin dudas es una de las 5 bandas más importantes de esa década (cada lector puede elegir las otras cuatro). Antes de eso, este tranquilo y equilibrado jovencito inglés había tenido algunas experiencias como actor (se lo puede ver haciendo de chico malo en la película de los Sex Pistols, La gran estafa del Rock and Roll) y como músico. Llegó a The Police cuando la banda estaba formada, pero llegó a convertirse en su cara más visible. Tras separarse, luego de cinco discos extraordinarios, Sting forjó una carrera solista igualmente exitosa, aunque su popularidad haya quedado unida a la leyenda de The Police. En el episodio que lo tiene como protagonista, el músico habla sobre su vida y su obra desde su casa en la campiña inglesa, dando cuenta de las diferentes etapas de su ecléctica carrera.
La última entrega de Legends tiene como protagonistas al cantante Morrissey y al guitarrista Johnny Marr, dupla que supo crear un cancionero inolvidable, liderando a sus compañeros de banda en The Smiths. Juntos elaboraron ingeniosas, apasionadas e inteligentes canciones que definen el paisaje sonoro de la década de los ’80. Resulta increíble que una banda que dejó un legado tan grande haya durado apenas los cinco años que van de 1982 a 1987, año de su separación. El enorme valor agregado del episodio dedicado a ellos es que fue realizado poco antes de la separación. Gracias a eso es posible verlos aún jóvenes y juntos, examinando sus influencias musicales y la identidad que crearon para The Smiths. Un auténtico documento de valor histórico.
Como se dijo, Film & Arts emitirá los cinco capítulos de Legends durante todos los jueves de julio a las 21, comenzando esta semana. El canal está disponible en Argentina a través de Telecentro (SD 520/HD 1086), Movistar TV (HD 611), Directv (746) y Cablevisión (HD 457). 

Artículo publicado originalmente en el portal de noticias www.tiempoar.com.ar.

domingo, 28 de junio de 2020

LIBROS - Voces del mundo leen a Benedetti: Cuentos para escuchar

Si hubiera que hacer de memoria una lista incluyendo a los escritores latinoamericanos que son recordados con más cariño por los lectores de la región, sin dudas en ese grupo entraría entre los primeros el nombre de Mario Benedetti. Conocido sobre todo por su trabajo poético, abundante en versos sencillos y emotivos que con facilidad consiguen impregnarse en la memoria, este autor uruguayo también es recordado por una importante obra en prosa, dentro de la que se destaca la producción de relatos breves y novelas. Entre ellas la más recordada es sin dudas La tregua (1960), que el argentino Sergio Renán llevó al cine con guión de Aida Bortnik y que en 1975 se convirtió en la primera película argentina en lograr una candidatura a los premios Oscar.
Pero Benedetti, de cuyo nacimiento se cumplirán 100 años el próximo 14 de septiembre, también es recordado por su mirada humanista del mundo y por sus fuertes convicciones políticas. Las mismas que lo obligaron a exiliarse de su país tras el golpe de estado de 1973 y a apoyar desde siempre la causa de los derechos humanos.
Entre las actividades que se desarrollarán este año, no solo en homenaje al centenario de su nacimiento sino también al decimoprimer aniversario de su muerte, que se conmemoró el pasado 17 de mayo, se destaca una en particular. Se trata de la lectura de una serie de sus cuentos más populares, realizadas por diferentes personalidades de la cultura de América latina y España. Bajo el nombre de Voces del mundo leen los cuentos de Mario Benedetti, esta iniciativa fue impulsada adelante por la fundación que lleva el nombre del escritor, con la intención de que los videos realizados puedan ser visitados por todo el mundo en tiempos de aislamiento social. Los mismos ya comenzaron a ser compartidos a través de la página de los organizadores (www.fundacionmariobenedetti.uy) y de su canal de YouTube, sumando cada semana nuevos títulos a la colección.
Entre los convocados a interpretar los textos de Benedetti se encuentran dos representantes argentinas: las actrices Cristina Banegas, que leerá el cuento "los pocillos", y Andrea Bonelli, quien se encargará de  “El otro yo”, respectivamente. Por el lado de los compatriotas del escritor se encuentran las actrices Mané Pérez y Jenny Galván y tres de sus colegas varones: César Troncoso, Rogelio García y Alfonso Tort. Por España dirán presente el bailarín Igor Yebra y la actriz Isabel Ordaz, mientras que por el lado de Chile lo harán las actrices Mariel Bravo y Delfina Guzmán, quien además posee una destacada trayectoria en los campos de la dramaturgia y el activismo social.
El crédito del proyecto le corresponde a José Miguel Onaindia, gestor cultural y habitual colaborador de la Fundación Mario Benedetti. Presidente del Instituto Nacional del Cine y Artes Audiovisuales de la Argentina (INCAA) entre los años 2000 y 2002, Onaindia también estuvo a cargo de la curaduría de la selección. "La literatura de Benedetti atraviesa tiempo y territorios”, sostuvo el responsable de la iniciativa, quien además definió al escritor uruguayo como “una figura fundamental de la cultura iberoamericana”. Destacó además la raigambre popular de su trabajo, recordando que “sus textos inspiraron obras audiovisuales y escénicas, y su poesía fue convertida en canción”. Y consideró que poder llevar sus cuentos a través de “la voz de destacados artistas” es sin dudas “el mejor modo de acompañarnos en estos tiempos de obligatorio retiro".  

El faro moral, por Agustín Acevedo Kanopa*

Benedetti en el ámbito de las letras uruguayas comprende un lugar curioso, ya que suele ser un fenómeno más abrazado por lo popular que desde el mismo zeitgeist literario. Creo que en cierto punto tuvo su importancia por conformarse como una especie de mito que calzaba como anillo al dedo con la misma idea que tienen los extranjeros de los uruguayos y que a los uruguayos también les gusta tener de sí mismos: esa cosa humilde y melancólica en su justa medida, con el retrato de ese Montevideo que bebía mucho del mundo de las oficinas y los empleos públicos que moldearon la imaginería nacional.
A su vez (y esto ya ampliando el espectro fuera de los territorios nacionales), Benedetti dentro de las izquierdas se conformó como una especie de faro moral en el que se pudieron encontrar por primera vez los distantes mares de la lucha revolucionaria y la persona cotidiana, el amor y el compromiso, el hombre de ideas y el hombre de acción. Este punto medio, ese centro cálido y acogedor armado de poemas francos, sencillos y fraternos que de forma inédita apelaban a las tribulaciones y emociones del hombre común, ha sido hasta el día de hoy una de las principales razones de la constante expansión del mundo benedettiano, no sólo a una dimensión artística, sino a una forma de ser y pararse en el mundo. También es esta misma noción la que generó sus posteriores detractores, en esa suerte de “parricidio” ocurrido a su regreso, a fines de los ochenta. 

(*Escritor y periodista uruguayo)

Artículo publicado originalmente en la sección Cultura de Tiempo Argentino.

CINE - Retrospectiva Marco Berger: Mirarse en un espejo más grande

En coincidencia con la celebración del Día Internacional del Orgullo LGBT, que se celebra hoy en todo el mundo, la Asociación de Directores de Cine PCI presenta una retrospectiva de la obra del cineasta argentino Marco Berger. La misma se podrá ver de forma absolutamente gratuita hasta el 17 de julio a través de la Sala Virtual de la plataforma www.puentesdecine.com. La invitación permitirá recorrer seis de los siete largometrajes que conforman la filmografía de este prolífico director, que van desde su ópera prima Plan B (2009) hasta Un rubio (2019), su anteúltimo trabajo, además de Ausente (2011), Hawaii (2013), Mariposa (2015) y Taekwondo (2016), esta última dirigida en tándem junto a su colega Martín Farina. El programa se completa con tres cortometrajes: Una última voluntad (2007); El reloj (2008); Platero (2010). Desde PCI anuncian con orgullo que se trata de la primera retrospectiva que se realiza en el país sobre el trabajo de este director, cuyas películas fueron estrenadas y premiadas en varios de los festivales de cine más prestigiosos del mundo. Es, entonces, una gran oportunidad para conocer a fondo una obra única dentro del rico universo de la cinematografía argentina contemporánea.
El cine de Berger tiene una identidad bien definida que permite que sus películas sean reconocibles de inmediato, tanto desde lo formal como desde su contenido. Dentro del primer apartado, el director se destaca por la elegancia clásica con la que aborda sus relatos, invariablemente vinculados a historias que giran en torno al despertar sexual de varones jóvenes. Precisa y metódica, su cámara siempre está colocada en el punto exacto desde el cual el espectador puede ser testigo de la forma en que los personajes se relacionan con su contexto. Y prestando especial atención a la forma en que los sistemas resultantes influyen en la construcción de los lazos emotivos que van surgiendo entre sus protagonistas.
En ese sentido, puede decirse que Berger es un apasionado del detalle. En primer lugar por el modo minucioso en que va construyendo esas relaciones que tienen al deseo como centro, aunque no siempre los personajes sepan qué hacer para poder acceder a él. Pero ese detallismo también se manifiesta con claridad en la paciencia y el empeño que el director pone en recorrer el cuerpo masculino, con la intención de conseguir que ese deseo (o al menos parte de él) se derrame desde la pantalla hacia la platea. Un gesto tan generoso como subversivo, en tanto le propone al espectador la posibilidad de, mientras dure la película, observar al mundo por fuera del omnipresente mandato heterosexual.
Todo eso estaba presente en su debut, Plan B, una comedia romántica con algo de coming of age tardío, en la que un joven despechado planea vengarse levantándose a la nueva pareja de su ex novia. Para ello Berger apela a un registro cotidiano que apuesta por la empatía. “¿Qué mejor manera de naturalizar el deseo homosexual, de volverlo cosa de todos los días, que naturalizar a la película que lo contiene?”, se preguntaba de forma retórica y desde estas mismas páginas Horacio Bernades cuando el film se estrenó en 2009. “Sería la mejor forma de que el espectador se reconozca en ella. De que se sienta parte y la viva como espejo”, completaba el crítico por entonces. Es ahí donde la obra del director parece hacer pie: en la búsqueda de ampliar el marco rígido que mantiene cerrado por dentro al concepto que separa a lo natural (o normal) de aquello que se supone que no lo es. Lejos del gesto ampuloso de quien rompe lanzas con la sola intención de provocar, Berger intenta filtrarse en el sentido común y en esa tarea resulta interesante el uso que le da a los géneros narrativos.
Porque si en Plan B el cineasta recurrió al molde de la comedia romántica, casi una comedia de enredos naturalista, en Ausente, por ejemplo, trabaja sobre el thriller, género perfecto para poner en escena el juego de seducción que un adolescente pone en marcha para tratar de llamar la atención de su profesor de educación física. En Ausente lo perverso y sobre todo la culpa juegan un rol vital dentro de un relato de atmósfera casi polanskiana, que el director aprovecha para exponer algunas disquisiciones éticas e incluso morales, que toman como centro un caso de acoso de configuración extraña. “Lo que hago es darle una vuelta de tuerca al imaginario de esa fantasía del profesor que acosa al alumno, para que el público se sienta acorralado y diga: Mirá si esto me pasara a mí”, le reveló el propio Berger a Marina Navarro durante una entrevista publicada en 2011 en el suplemento Soy. La afirmación hace explícita su intención de apuntarle a la subjetividad de quien mira, apelando una vez más a la empatía.
A partir de Ausente la culpa será también un elemento que aparezca con cierta recurrencia en la filmografía de Berger. Algo de eso signa la relación entre los personajes de Hawaii, Un rubio y hasta de El cazador, su última película, que acaba de estrenarse y aunque no forma parte de esta retrospectiva puede verse en la plataforma Cinear Play. Sentimiento represivo por excelencia, la culpa también funciona en el cine de Berger como una soga tirada hacia el público. Es su carga la que permite entender la dificultad que atraviesa quien se encuentra ante la circunstancia de no reconocerse en el estrecho espejo de una normalidad que deja afuera a muchas personas. Tal vez ahí, en su capacidad de agrandar el espejo, se encuentre el gran mérito de sus películas. Atreverse a mirar más allá del marco para encontrar un nuevo reflejo es el desafío de los espectadores.  

Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.

viernes, 26 de junio de 2020

CINE - "La cabaña siniestra" (The Lodge), de Veronika Franz y Severin Fiala: El miedo en el aire

A partir del antecedente de su opera prima, la estilizada --pero también discutida por un importante núcleo de espectadores y críticos-- Goodnight Mommy (2014), la dupla que integran los cineastas austríacos Veronika Franz y Severin Fiala consiguió con su segundo trabajo desembarcar en el mercado angloparlante. Aunque todavía en el territorio del llamado “cine independiente” –es decir, sin el apoyo de ninguno de los grandes estudios de Hollywood—, La cabaña siniestra representa un paso importante en el desarrollo de la carrera de los directores. Sin embargo, es posible que en términos cinematográficos la película resulte una modesta desilusión para quienes hayan disfrutado y defendido a la anterior. Una afirmación que tiene sus matices y que amerita ser justificada con un mayor desarrollo.
La cabaña siniestra tiene un inicio de alto impacto, con un primer acto construido de forma minuciosa. El mismo tiene como punto de quiebre una escena de la que no conviene adelantar nada, pero que logra estremecer por el timming con el que se desarrolla. Laura acaba de separarse y cuando lleva a sus dos hijos adolescentes a la casa de su ex, este le pide terminar con el divorcio porque quiere casarse con su nueva pareja. El pedido resulta devastador para ella. Franz y Fiala manejan los climas con eficiencia, valiéndose de una gran capacidad para fotografiar los espacios con planos bien abiertos y para captar las emociones de los personajes, tirándoles la cámara casi encima, generando así un equilibrado contraste.
 Para que los hijos conozcan mejor a su nueva pareja, el padre decide que los cuatro pasen la Navidad en una cabaña que la familia tiene en un bosque remoto. Claro que los chicos no tienen la mejor de las ondas con la joven novia de su padre y su desconfianza aumenta cuando averiguan que ella es la única sobreviviente de una secta cristiana, cuyos miembros se suicidaron en masa. En el aislamiento de la cabaña la figura de la madre ausente será una presencia constante que se volverá un obstáculo en la generación del nuevo vínculo. Todo termina de desmoronarse cuando el padre debe regresar a la ciudad para atender cuestiones de trabajo y los chicos se quedan solos con una mujer que para ellos es una extraña.
Franz y Fiala alternan el punto de vista, generando un relato que tiene algo de esquizofrénico. De ese modo también afirman el ambiente de desconfianza entre las partes, que se va acentuando conforme el clima de la casa se enrarece, potenciado por la carga ominosa de lo religioso. Pero como ocurría en su ópera prima, los directores vuelven a utilizar elementos muy reconocibles de la identidad de películas ajenas, restándole puntos a su propio trabajo. En este caso, las miniaturas al estilo de El legado del diablo (2018), que acá también son usadas de forma casi freudiana, para hacer explícitas ciertas estructuras traumáticas subyacente. 

Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.

jueves, 25 de junio de 2020

CINE - "Cumbia que te vas de ronda", de Pablo Coronel: La vuelta al mundo en 80 cumbias

Desde su afiche, Cumbia que te vas de ronda se define a sí misma como “una road movie musical”. El concepto, que se justifica como parte del juego promocional, sin embargo resulta insuficiente para describir a la película. Es cierto que una road movie es un relato de viaje que en general se realiza sobre una ruta y en el que el drama tiene lugar en movimiento. Todo eso aparece en la película, en la que su director, el músico Pablo Coronel, sale en busca de respuestas en torno al ritmo tropical del título, que es una de sus pasiones.
Pero ocurre que su viaje se extiende de tal modo, abarcando tres continentes y atravesando dos océanos, que la categoría invocada acaba quedando chica. Por su dimensión, por lo exótico de algunos destinos y por su espíritu explorador, quizá acá corresponda hablar más de travesía que de un simple viaje. Una idea que serviría para pensar a Cumbia que te vas de ronda no tanto como road movie, sino como una verdadera película de aventuras. Una vuelta al mundo en 80 cumbias.
El recorrido comienza en la ciudad de Porto, donde Coronel vive hace algunos años. Ahí integra el grupo Rosa Mimosa, primera y única banda de cumbia de Portugal, en la que él es acordeonista. El hecho de haber llevado un ritmo tan popular en la Argentina y en América latina, hasta una tierra en donde es prácticamente desconocido, no solo representa el primer tramo del viaje, sino que es lo que desencadena muchos de los interrogantes que motorizarán lo que viene. ¿Por qué la cumbia es tan contagiosa? ¿Cómo es que con solo escucharla se ponen a bailar hasta quienes no la conocían e incluso aquellos a los que no les gustan? Es así como Coronel parte en busca de revelar el origen y el secreto de la magia sonora de la cumbia.
Cumbia que te vas de ronda es una película festiva que toma del género musical su carácter maleable, capaz de amoldarse a cualquier situación y paisaje. De ese fervor también nace cierta desprolijidad formal que subraya el carácter de obra desarrollada en tránsito. El primer tramo reformula el clásico viaje iniciático a través de Latinoamérica y da cuenta del profundo arraigo de la cumbia en la región. Pero es la segunda parte, que se desarrolla en el Lejano Oriente, la que resulta más luminosa.
Ahí Coronel no solo revela que la cumbia también es popular en el Japón, sino que demuestra la influencia que tienen sus acordes incluso en el espíritu de quienes los oyen por primera vez. Ver a un grupo de bailarines de hip hop vietnamitas, que sin haber escuchado cumbia nunca antes bailan casi los mismos pasos que un grupo de adolescentes en una bailanta de Morón, resulta casi mágico. Lo mismo ocurre en las calles de Camboya o Filipinas, donde Coronel y su pequeña banda viajera tocan cumbia y los transeúntes no pueden evitar que los piecitos y las caderas se les vayan detrás del ritmo. Pruebas irrefutables del carácter contagioso de ese ritmo popular. 

Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.

martes, 23 de junio de 2020

ARTES - Fundación Andreani inaugura nueva sede de forma virtual: La acción a pesar de todo

Las distintas casas de cultura de la ciudad de Buenos Aires y de toda la Argentina se han visto obligadas, como el resto de la sociedad, a reconfigurar sus agendas y formatos para poder acomodarse y subsistir en la complicada realidad de la pandemia. Museos, teatros y centros culturales debieron aprender a desarrollar un alter ego virtual para mantenerse activos, sosteniendo el vínculo con su público a través de redes sociales y plataformas de streaming. Pero el caso de la Fundación Andreani resulta único dentro del panorama actual.
A pesar de haber sido creada en 1990, hace ya 30 años, con el fin de promover la cultura, las artes y la educación, la Fundación Andreani no contaba con una sede fija en la que centralizar sus múltiples actividades e iniciativas, que incluyen entre otras cosas la organización de conciertos, espectáculos de danzas, apoyo a artistas de disciplinas diversas y un importante premio anual a las artes visuales. Pero el 2020 estaba llamado a ser el año en que eso cambiaría. En coincidencia con su trigésimo aniversario, la Fundación Andreani había planeado inaugurar su flamante sede en el barrio de La Boca, ubicada en un caserón sobre la avenida Pedro de Mendoza, frente al paisaje del Riachuelo y a la vuelta del tradicional paseo de Caminito. Y cuando parecía que la pandemia obligaría a posponer la fiesta hasta nuevo aviso, sus responsables decidieron mantener el proyecto en movimiento, adaptándose a los tiempos que corren.
Por eso, poniéndole buena cara a los malos tiempos, la Fundación Andreani realizará este miércoles 24 de junio a las 19 la inauguración virtual de su nueva sede, una invitación abierta para que todo el mundo pueda participar de ella, uniéndose a la transmisión que se realizará a través de su propio canal de YouTube (https://www.youtube.com/fundacionandreaniok). La misma incluirá una serie de videos realizados por los miembros de El Pampero Cine, una de las productoras cinematográficas más prestigiosas del país, encabezada por un equipo creativo de lujo que integran los cineastas Laura Citarella, Agustín Mendilaharzu, Alejo Moguillansky y Mariano Llinás. Sus imágenes no solo buscan presentar en sociedad a los diferentes espacios de la nueva sede, sino recrear el clima festivo que de manera inevitable envuelve a cualquier inauguración. Ahí también se podrán escuchar los discursos del presidente de la Fundación, el empresario logístico Oscar Andreani, y de su fundadora y directora, María Rosa Andreani.
A través de uno de esos videos se podrá conocer también la historia del edificio que a partir del miércoles cobijará a la fundación, cuya remodelación fue encargada al prestigioso arquitecto Clorindo Testa. Ubicada en Av. Pedro de Mendoza 1981, la histórica casona forma parte de la identidad del barrio rivereño, inevitablemente asociado a la inmigración italiana y a su colectividad. Como tal, sus paredes cobijaron a muchas de las actividades que definen la idiosincrasia de La Boca. Construida durante la década de 1880, ahí desarrolló sus actividades un astillero, funcionó muchos años como un tradicional conventillo y fue la vivienda y atelier del artista plástico Rómulo Macció en los años '60.
Pero también fue una propiedad semi abandonada, de las tantas que se amontonaron por años en ese barrio ubicado en el límite sur de la ciudad. Con el resurgimiento de la zona a finales de los ’90, declarada por el gobierno porteño como Distrito de las Artes durante el año 2012, la vieja casa tuvo la posibilidad de comenzar una nueva vida. Adquirida por los Andreani, los trabajos de remodelación arrancaron en 2018, demandando una inversión inicial de 70 millones de pesos. El resultado final, que combina la arquitectura de la fachada original del edificio con una nueva estructura interna, inspirada en los materiales y los colores con los que los viejos vecinos le dieron al barrio su cálida y personal fisonomía, es digno de ser admirado.
Pasado el fervor inaugural, los visitantes podrán recorrer también de forma virtual las dos primeras muestras que la Fundación Andreani eligió para dar inicio a las actividades en la nueva sede. Se trata de Deep Unlearning: Ejercicios de Desaprendizaje, de Mariano Sardón y Mariano Sigman, y Coleccionar un mundo, del fotógrafo italiano Gian Paolo Minelli. Ambas estaban pensadas para ser visitadas de manera física, pero la pandemia ha impuesto un modo distinto, lo cual, como señalan desde la Fundación, resulta un enorme desafío. Las dos podrán recorrerse de manera virtual a través de www.fundacionandreani.org.ar.
Deep Unlearning es una instalación interactiva concebida como un híbrido en el que se combinan la neurociencia con robots industriales, sensores e inteligencia artificial con el fin de producir una obra que demanda de la interacción con el espectador. Sardón y Sigman trabajan en base a las teorías de Andrew Meltzoff, investigador en ciencias cognitivas que exploró en la gestualidad de los bebés y buscan conseguir en el público el “desaprendizaje” de la gestualidad mecánica, simbólicamente representada por los robots. A través de un sistema de pantallas y cámaras, la muestra demanda que los visitantes imiten los gestos que muestran una serie de videos de bebés, que luego de ser captados son reprocesados por un algoritmo de inteligencia artificial y proyectados en una serie de pantallas que completan la experiencia.
Como si se tratara de un juego de equilibrio, la muestra de Minelli se aleja de la innovación digital para recuperar el espíritu de lo analógico. Coleccionar un mundo es en realidad un recorrido fotográfico por las distintas instancias de transformación de la propia casa que ahora la alberga, en carácter de sede de la fundación. En sus imágenes se puede ver y seguir el proceso de diseño, demolición y remodelación que tuvieron por objeto al espacio del propio edificio.
Además de estas dos muestras, ya en el mes de julio se multiplicarán las actividades de la Fundación Andreani, sumándose el programa Residencia en residencia, en el que Agustín Mendilaharzu (teatro y cine), Constanza Feldman (danza), Lux Linder (plástica), Mariano Giraud (plástica) y Sofía Medici (teatro), cinco artistas muy reconocidos dentro de sus disciplinas, producirán materiales desde sus casas. De este modo, la Fundación Andreani se pone en marcha con la misma energía que si el espacio estuviera abierto al público. 

Artículo publicado originalmente en el portal de noticias www.tiempoar.com.ar.

domingo, 21 de junio de 2020

LIBROS y CINE - "Soy leyenda", de Richard Matheson: El clásico perfecto para la pandemia


Si hay una novela cuya lectura resulta significativa en este contexto de pandemia y aislamiento, esa es Soy leyenda. Publicada por el estadounidense Richard Matheson en 1954, durante los primeros años de la Guerra Fría, Soy leyenda transcurre a mediados de los ’70. Robert Neville es el último ser humano sobre la Tierra tras el estallido de una guerra bacteriológica entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. La soledad de Neville está remarcada por el hecho de que un gran número de personas se han convertido en vampiros, quienes acechan al protagonista durante las noches, obligándolo a vivir recluido.
Verdadero clásico de la ciencia ficción que desde hace años resulta imposible de encontrar en las librerías, la novela iba a ser relanzada durante el mes de mayo a través del renacido sello Minotauro, que durante los años sesenta fue responsable de introducir en América Latina a algunos de los autores más destacados del género, como Ray Bradbury, Philip K. Dick, Arthur Clarke o el propio Matheson. Pero a partir la alerta sanitaria provocada por la Covid-19, su llegada a los puntos de venta fue postergada aún sin fecha firme. De modo que por el momento solo es posible acceder a la versión electrónica del libro, disponible a través de .
Más allá de su argumento fantástico, Soy leyenda representa una reflexión sobre una cantidad de temas nada frívolos. Desde el carácter gregario de la raza humana al cuestionamiento de la idea de normalidad y su carácter de construcción social, pasando por el vínculo con los otros y el miedo que provocan las diferencias, todo eso puede hallar el lector atento en la obra de Matheson. Esta multiplicidad adquiere nuevas implicancias cuando su alegoría se superpone con los complejos escenarios actuales. Porque Soy leyenda no solo puede ser vista como una metáfora oportuna en tiempos de coronavirus, sino que se vuelve un espejo especialmente poderoso en el que hallar un reflejo del paisaje social desolador provocado por el asesinato de George Floyd.
La novela de Matheson es considerada precursora del film La noche de los muertos vivos (1968), extraordinaria ópera prima de George Romero, padre del zombi moderno. En ambos casos la trama se sostiene en el miedo al otro, al que se ve como una amenaza por fuera de los márgenes de lo normal y que, por lo tanto, debe ser exterminada. Ese carácter de influencia se extiende a la primera de las tres adaptaciones cinematográficas que se realizaron del libro.
Se trata de El último hombre sobre la tierra (1964), producción italo-estadounidense protagonizada por el inolvidable Vincent Price, actor icónico del cine de terror. En ella los vampiros son concebidos con características casi idénticas a las del zombi romeriano, de andar torpe y accionar inconsciente, cuyo único motor es alimentarse de los vivos. Muy respetuosa de la trama original (Matheson estuvo a cargo de la primera versión del guión), en El último hombre sobre la tierra también aparece una segunda clase de vampiros. En ellos la conciencia no solo no se ha perdido, sino que se han organizado en una nueva sociedad, construida sobre las ruinas de esa humanidad de la cual Neville es el último vestigio.
La novela volvería a ser llevada al cine en The Omega Man (1971, varios títulos en la Argentina), con Charlton Heston en el rol protagónico. Cargada de un claro subtexto político, en The Omega Man se responsabiliza a la Unión Soviética por el colapso de la humanidad y la lucha de Neville contra la nueva sociedad de los vampiros puede ser vista como la disputa entre el individuo consciente y libre, contra una masa colectiva integrada por chupasangres. Quien quiera ver en ello la rivalidad entre el capitalismo y el comunismo cuenta con elementos para justificarlo. 
La última adaptación es la que más se aleja de la trama original, a pesar de ser la única que respeta el nombre de la novela. Con Will Smith como Neville, Soy leyenda (2007) es una película de terror convencional, en la que el subtexto social ha sido descartado para dejar solo la cáscara del relato, a la que luego se rellenó con los lugares comunes del género. Un caso típico en el que el cine no consigue dialogar de igual a igual con la literatura.  

Artículo publicado originalmente en la sección Cultura de Tiempo Argentino.

jueves, 18 de junio de 2020

CINE - "Retrato incompleto de una canción infinita", de Roly Rauwolf: El genio invisible

Todos en el mundo de la música (intérpretes, fanáticos, periodistas) saben quién es Daniel Melero y cuál es el lugar que le corresponde dentro de la historia del rock nacional. Notable tecladista y compositor en un país en donde los tecladistas compositores son vacas sagradas (García, Páez, Calamaro), su nombre sin embargo está lejos de tener una popularidad acorde a sus blasones. Y, la verdad, es probable que nunca la tenga. Melero es el prócer musical más invisible, un fantasma celebérrimo que eligió mantenerse a la sombra de las figuras luminosas con las que trabajó de igual a igual. El documental Retrato de la canción infinita, escrito y dirigido por Roly Rauwolf, es un intento por revelar los misterios que guarda su nombre.
Su carrera despegó a comienzos de los ’80 con Los Encargados, banda seminal del tecno en Argentina que en 1986 grabó su único álbum: Silencio. Quizá no hayá otro grupo que con un solo disco tenga la importancia de Los Encargados en el desarrollo del rock vernáculo. A partir de ahí trabajó para algunos de los artistas más importantes del país. De hecho, es uno de los pocos músicos (¿el único?) que ha estado en ambas orillas de la disputa simbólica que enfrenta como espejos a Los Redondos y Soda Stereo. Con los primeros grabó el disco Oktubre. Con los segundos lo unió un vínculo fortísimo por el cual llego a ser considerado “El cuarto Soda”. Con ellos tocó y produjo los álbumes Canción animal y Dynamo, donde muchas canciones lo tienen como coautor, llegando a grabar junto a Cerati el disco Colores Santos.
El documental de Rauwolf trasciende el mero recuento de los puntos más visibles de la carrera de Melero, necesario para mensurar su estatura artística pero insuficiente para abordar a la figura de un modo profundo. Justamente lo que Retrato incompleto de la canción infinita revela es el genio y figura de un autodidacta inteligentísimo, que se autodefine como un músico intuitivo más atento a lo sonoro que a lo formal, capaz de enunciar conceptos simples pero cuya belleza y complejidad trascienden lo musical para darle forma a una suerte de teoría estética ad hoc. En la brevedad de película Melero no deja de tirar una frase contundente tras otra y el gran mérito del director ha sido el de estar ahí para que su cámara lo registre.
Retrato incompleto de la canción infinita está compuesta de una buena parte de material original que el montaje se encarga de poner a dialogar con un interesante archivo. Y aunque el dispositivo cinematográfico que desarrolla Rauwolf es en general sencillo y en ocasiones hasta convencional, con eso le alcanza para trazar un retrato intenso y amplio de su protagonista.
Melero siempre habla de rock (“estoy moldeado por el rock”, afirma), pero por ese camino siempre termina refiriéndose a otra cosa: a la belleza, a lo sensible, al universo. “Lo que hace el arte es ser símbolo. Corre un telón transparente que nadie quería atravesar, para llegar a donde está la nueva belleza, que por lo general no es linda ni de buen gusto.” El protagonista se identifica con la ruptura como medio creativo y no cree que sea el buen gusto lo que define al arte, sino su capacidad para marcar puntos de inflexión. “El gusto es algo que aplico a la comida”, sostiene. “No pretendo eso de la música, porque la música que más me influyó no pertenecía a mi gusto.”
Melero no para. “Lo inaceptable me parece que es mucho más campo del arte que lo aceptado. En esa configuración el cine me ayudó mucho. Por ejemplo: cuando la gente ve Plan 9 del espacio exterior de Ed Wood cree que hay que reírse, pero lo que yo veo ahí es la capacidad de construir a partir de los medios. Y de construir lo que finalmente es un clásico, porque es difícil que un clásico guste en el momento en que es expresado. Y en el rock todavía está por verse cuáles van a ser los clásicos”. Melero desafía, sabe que su lugar en el canon del rock argentino es marginal y lo reivindica: “Yo no soy famoso”, dice. “Yo soy exitoso. Y los exitosos no tenemos fans”. Melero dixit.

Retrato incompleto de la canción infinita se puede ver ACÁ


Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12. 

CINE - "Escondido", Miguel Baratta: Persistencia de la forma

“A partir de la morfología se puede saltar fácilmente al arte, a la ciencia, a la biología. Podemos saltar a la música. En diseño ese tipo de conexiones son importantes: trascender la propia disciplina a partir de la posibilidad de hacer formas.” El concepto lo transmite a sus alumnos Horacio Wainhaus, titular de la materia Morfología en la carrera de diseño de la Universidad de Buenos Aires. Se trata de una llave que abre la puerta a comprender la importancia de las formas no solo en esas disciplinas, sino como parte esencial en la configuración de lo humano. Además es el comienzo que Miguel Baratta eligió para su documental Escondido, un objeto complejo en el que lo morfológico juega un rol determinante tanto en lo cinematográfico como en lo narrativo, en el diseño sonoro y el montaje, o en el modo en que se hilvanan las distintas historias que componen una trama invisible que se revela ante el espectador.
Dentro del recorrido que lo morfológico tiene dentro del diseño, Baratta se concentra en la creación de meta-objetos. El procedimiento consiste en tomar un objeto para acumular en torno a él una red de otros objetos, a partir de la cual se pueda tener una idea de lo que la pieza original representa o significa. Una deconstrucción simbólica que ofrece una reflexión sobre aquello que ha quedado en el centro del sistema resultante. El director utiliza esa estructura para ir enhebrando historias alrededor de aquello que las grandes tragedias humanas ocultan detrás del horror de su capa más visible. La Guerra de Malvinas, la Conquista del desierto, el Holocausto o el plan de exterminio de la última dictadura en la Argentina son algunas de las paradas que el relato va haciendo conforme se desenvuelve.
Una serie de fotos de excombatientes exhibe un dolor que la sociedad ha preferido sepultar bajo la tierra del olvido. Una colección de restos humanos del Museo de Ciencias Naturales de La Plata revela el modo en que se utilizó a la ciencia para blanquear el exterminio de aquellos pueblos a los que se les arrebató la tierra que hoy es conocida como Argentina. Relatos de niños ocultos por sus familias para escapar de la muerte durante el nazismo. Fotografías que exhiben rostros hoy desaparecidos. Baratta encadena los relatos de tal modo que las líneas que se cruzan entre sí van generando esa meta-red, en cuyo centro se alza, bien visible, la dignidad humana que la prepotencia del horror se empeña en tratar de dejar fuera de campo. Esa continuidad se fortalece en el registro minucioso de los distintos meta-objetos que los alumnos de Wainhaus construyen y con un trabajo sonoro que funciona como amalgama, haciendo de Escondido un delicado ensayo acerca de la persistencia de aquello que se resiste a ser olvidado.  

Escondido se puede ver ACÁ.


Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.

lunes, 15 de junio de 2020

LIBROS - "Medio siglo con Borges", de Mario Vargas Llosa: Un gigante mirando el cielo

A partir de esta semana está disponible en España la edición en papel del nuevo libro del escritor peruano Mario Vargas Llosa, en cuyas páginas se dedica a reconstruir su relación con Jorge Luis Borges. Publicado bajo el título de Medio siglo con Borges (Alfaguara), se trata de una colección de artículos, conferencias, entrevistas, reseñas y notas que el último autor latinoamericano en recibir el Premio Nobel de Literatura utiliza para dar testimonio no solo de su vínculo con la obra del gran escritor argentino, una de las más importantes de las letras universales del siglo XX, sino también de la relación personal que construyó con él hasta su muerte. Aunque el libro ya se consigue en formato físico en las librerías españolas, la inactividad que la pandemia de covid-19 ha generado en la industria editorial a nivel local impide que por el momento los lectores argentinos puedan acceder al volumen.
El título por un lado hace referencia a la edad que tenía el peruano, nacido en 1936, cuando ocurrió la muerte de su admirado colega porteño, quien falleció en la ciudad de Ginebra, Suiza, el 14 de junio de 1986 (ayer se cumplieron 34 años). Pero de algún modo también remiten a una medida que busca simbolizar el tiempo, mucho, que Vargas Llosa le ha dedicado a ser un ferviente lector de Borges. El autor de La ciudad y los perros lo expresa con claridad en la contratapa del libro, al que define como el “testimonio de más de medio siglo de lecturas de un autor que ha sido para mí una fuente inagotable de placer intelectual”.
Medio siglo con Borges tiene el atractivo innegable de reunir en un mismo espacio literario a dos de los autores más importantes de las letras surgidas en América latina. No solo porque se trata de un escritor enorme –Vargas Llosa— hablando, analizando y recorriendo la obra de un colega al que admira como un alumno a un maestro eterno, sino porque le permite al lector ser testigo privilegiado de esos diálogos. En su edición del fin de semana, el diario El País de Madrid, el más importante de España, publicó a modo de adelanto una entrevista que Vargas Llosa le hizo a Borges en Buenos Aires, en el año 1981, incluida en el libro. La misma, que atraviesa casi todos los tópicos habituales de la charla borgeana -desde la facilidad del autor de Ficciones para recordar de memoria versos que leyó en su infancia o juventud; su preferencia del cuento por sobre la novela como género literario; su devoción por autores como Joseph Conrad o Henry James; las historias de su linaje patricio; y, claro, su particular mirada política- funciona como un entremés que anticipa el plato principal.
“Yo soy un viejo anarquista spenceriano y creo que el Estado es un mal, pero por el momento es un mal necesario”, responde Borges cuando el otro le pregunta cuál cree que es el régimen político ideal. Con elegancia, Borges recurre a una utopía para hablar de política en tiempos en los que la Argentina todavía estaba sumida en lo peor de la última dictadura. Pero en su siguiente intervención Vargas Llosa, reconocido propulsor de las ideas liberales, le da un empujoncito: “Pero usted se considera un anarquista, básicamente un hombre que defiende la soberanía individual en contra del Estado”. Con toda intención el peruano trata de acercar dos conceptos que en la teoría no pueden estar más alejados: la idea de “soberanía individual” del anarquismo y el individualismo, base y sostén del liberalismo. El procedimiento resulta exitoso y le permite a Borges desplegar su peor cara. “Sí, sin embargo, no sé si somos dignos. En todo caso, no creo que este país sea digno de la democracia o de la anarquía. Quizás en otros países pueda hacerse, en Japón o en los países escandinavos”, expresa el escritor, cuya ceguera parecía extenderse a las atrocidades que ocurrían afuera, incluso a pocas cuadras de su departamento de Barrio Norte. “Aquí evidentemente las elecciones serían maléficas, nos traerían otro Frondizi u otros..., etcétera”, completa Borges, sacando a relucir su conocida costumbre de jamás nombrar a Perón, jugando con la idea, falazmente cándida, de que aquello que deja de nombrarse tarde o temprano también dejará de existir.
Durante aquel reportaje el entrevistador estaba lejos de ser la eminencia literaria que es en la actualidad y el entrevistado todavía era una fija para recibir el Nobel. No sería sino hasta un año después, cuando el premio finalmente recayó en manos del colombiano Gabriel García Márquez, que quedaría claro que para la Academia sueca el perfil político de un escritor también es importante a la hora de celebrar su obra. Las discusiones en torno al asunto siguen tan vigentes hoy como hace 40 años atrás y el caso de Vargas Llosa no está exento de sus implicancias.
El texto de la contratapa continúa con elocuencia, revelando el tamaño de la admiración que un escritor siente por el otro. “Muchas veces lo he releído [a Borges] y, a diferencia de lo que me ocurre con otros escritores que me marcaron, nunca me decepcionó; al contrario, cada nueva lectura renueva mi entusiasmo y felicidad, revelándome nuevos secretos y sutilezas de ese mundo borgeano tan inusitado en sus temas y tan diáfano y elegante en su expresión. Siempre leí a Borges no solo con la exaltación que despierta un gran escritor; también, con una indefinible nostalgia y la sensación de que algo de aquel deslumbrante universo salido de su imaginación y de su prosa me estará siempre negado, por más que tanto lo admire y goce con él.” Habrá que esperar para poder leer Medio siglo con Borges, pero sin dudas valdrá la pena.

Artículo publicado originalmente en el portal de noticias www.tiempoar.com.ar

CINE - La Nave de los Sueños, cine argentino en la Biblioteca Nacional: Y la nave va (online)

En el marco de la celebración de su vigésimo quinto aniversario, la asociación La Nave de los Sueños lanza una nueva temporada de su ya clásico ciclo de cine argentino, el mismo que desde hace 15 años se realiza de forma ininterrumpida en el espacio de la Biblioteca Nacional. Claro que en esta oportunidad lo hace en el formato online, acomodándose al particular desafío que la crisis sanitaria desatada hace tres meses por la pandemia de covid-19 le impone al conjunto de toda la sociedad, incluidos por supuesto los gestores culturales.
Como siempre, sus funciones seguirán teniendo lugar cada semana los martes a las 19. Solo que en lugar de realizarse en la sala Jorge Luis Borges, punto de encuentro habitual hasta la entrada en vigor del aislamiento social preventivo –que, entre otras cosas, suspendió todas las actividades de carácter colectivo—, se concretarán a través del canal de YouTube de la Biblioteca . Quienes deseen participar de la experiencia, ahí encontrarán los enlaces para acceder a la visualización de la película programada cada semana. Las mismas estarán disponibles de forma gratuita durante un lapso de siete días. Las actividades propuestas se completan con una charla que los anfitriones del ciclo realizan junto a los realizadores de cada uno de los trabajos presentados.
Durante el bimestre de junio y julio, las actividades estarán dedicadas a ilustrar el vínculo estrecho que existe entre el cine y la literatura en todas sus formas. La programación se propone abarcar el arco completo de los formatos audiovisuales, incluyendo no solo documentales y películas de ficción inspiradas en obras literarias nacionales, todas ellas de reciente producción, sino también miniseries que abordan el tema elegido para el regreso 2020 de La Nave de los Sueños, esta vez en versión streaming. Y justamente será una serie la encargada de abrir las actividades este martes 16 de junio.
Se trata del lanzamiento de Colectivo editorial, en cuyos capítulos los directores Marcos Almada y Elías Gismondi se propusieron retratar el efervescente universo de las editoriales independientes no solo de la Argentina, sino también de otras realidades de América latina. A través de cada episodio la serie se propone ir presentado a distintos sellos editoriales, siempre a partir de las figuras de sus responsables. Son ellos quienes cuentan en primera persona en qué consiste el trabajo arduo que realizan para dar a conocer las obras de sus autores.
El recorrido abarca el origen de cada sello, rastreando en sus creadores el impulso que los llevó a aventurarse en el complejo camino de la industria editorial. Esto incluye, por supuesto, las dificultades económicas y políticas que afectan a este sector fundamental para mantener saludable y activa a la literatura vernácula. Colectivo editorial fue realizada con el apoyo del Fondo de Fomento Concursable para Medios de Comunicación Audiovisual (Fomeca) y entre los sellos que participan se encuentran las editoriales Conejos, Añosluz, Santos Locos, Gourmet Musical, Rara avis, Casagrande (Rosario), Lote 42 (Brasil) o El cuervo (Bolivia).
El martes 23 será el turno del documental Los prohibidos, dirigido, escrito y producido por Andrea Schellemberg. El mismo aborda la historia de Silvana Castro, una mujer que trabaja en la Biblioteca del Congreso de la Nación, donde se encuentra a cargo del área de Colecciones Especiales. Este espacio está dedicado a guardar y preservar aquellos libros que fueron perseguidos y prohibidos durante los distintos gobiernos inconstitucionales que asaltaron el poder entre 1930 y 1983. Esta particular colección de libros prohibidos era exhibida al público en una muestra de carácter anual, cuyo recorrido permitía reconstruir cuáles fueron aquellas expresiones culturales y políticas que las distintas dictaduras intentaron acallar y desaparecer. Pero en el año 2016 esos libros dejaron de exhibirse públicamente. En su película Schellemberg ilustra los esfuerzos que Castro realiza junto a sus colegas María Julia Rillo y Diana Campi para intentar reeditar esta ilustrativa muestra en el Palacio Legislativo.
Aunque el ciclo continuará durante el mes que viene, las actividades de junio cerrarán con el preestreno de otro documental. Se trata de Digamos, en el que su director, Damián Sierra, aborda otro espacio característico del campo literario argentino: los recitales de poesía. Todas las semanas en la ciudad de Buenos Aires se realizan gran cantidad de fechas de poesía con propuestas variadas, que incluyen desde lecturas y slams hasta ciclos y exhibiciones, entre otras actividades. Se trata del emergente de un panorama en expansión constante, en el que las editoriales independientes siguen apostando a ampliar sus catálogos y los autores se multiplican, empujados por una tradición poética como la argentina, siempre dispuesta a acompañar los versos con acciones. Surge así una red de actividades que los y las propias poetas amplifican a través de las redes sociales, haciendo que sus poemas sean consumidos y compartidos por personas que de otra manera nunca hubiesen accedido a ellos.
Entre los protagonistas de Digamos se encuentran algunas de las voces más reconocibles de poesía vernácula actual, como Walter Lezcano, Martina Cruz, Tomás Rosner, Flavia Calise, Virginia Sammartino, Leandro Gabilondo, Julieta Habif, Malena Saito, Nicolás Igarzábal, Francisca Pérez Lence, Marina Condó, Tomás Mártinz, Marcos Gras, Manuel Marchioni o Bruno Pizzorno. Son ellos los que aportan sus reflexiones sobre el mundo con el fin de reconfigurar un concepto poético en permanente transformación. 

Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.

jueves, 11 de junio de 2020

CINE - "The Souvenir", de Joanna Hogg: Una memoria neoromántica

Julie es una temprana estudiante de cine. Tiene apenas 20 años y ese ímpetu juvenil que le hace creer que sabe muy bien lo que quiere. Por supuesto, está equivocada. Ella le cuenta a todo el mundo la idea que tiene para su primera película, pero cada vez que lo hace la mirada de los otros va socavando sus certezas. Al mismo tiempo conoce a Anthony, un enigmático, seductor y culto hombre de mundo algo mayor que ella, quien la deslumbra con esa inteligencia ácida y un poco despectiva que caracteriza a la fauna de la más alta aristocracia británica. La devoción que comienza a sentir por él coincide con ajustada simetría con el desmoronamiento de esa ilusoria confianza en sí misma. A esa altura Julie ya no está tan segura de lo que cree, ni de lo que quiere filmar, ni de qué cosa es o debieran ser el cine o la vida.
Exquisito cuarto trabajo de Joanna Hogg, en su capa más superficial The Souvenir es un relato estrictamente autobiográfico, en el que la cineasta británica explora los años de su juventud a través de los zurcos abiertos por un primer amor turbulento. De hecho, el film comienza con las fotografías en blanco y negro que la propia directora tomo en 1980 cuando ella misma cursaba los años iniciales de la escuela de cine. Imágenes de Sunderland, una ciudad portuaria devastada por la crisis económica al comienzo del gobierno de Margaret Tatcher. Encima de ellas, la voz en off de la protagonista esboza la sinopsis de esa película que quiere filmar en la frontera entre la ficción y el documental.
The Souvenir es un retrato de muchas caras. Por un lado, una historia de amor más grande que la vida, tormentosa cuanto apasionada, cargadacon iguales dosis de placer y de dolor. Por otro, el camino que Julie va abriendo a los golpes en busca de descubrir quién es o qué quiere. Al mismo tiempo, se trata de un ensayo sobre cine construido a partir del diálogo que se produce entre el desarrollo de la trama y una serie de ideas dispersas, traficadas a través de distintos personajes. Este juego queda establecido ya al comienzo de la película, cuando durante su primera cita Anthony cuestiona las ideas de Julie. Él afirma que en el cine “no queremos ver la vida representada tal como es”, sino que lo que “queremos ver es la experiencia de la vida”. Una diferencia sutil que establece la enorme distancia que hay entre la mera observación y la puesta en escena, un camino que Hogg se ocupa de desandar en su película.
En el complejo entramado que propone la directora, en el que se enlazan recursos como el registro fotográfico, el uso de distintas texturas fílmicas o la reproducción de diálogos epistolares, convierten a The Souvenir en un epígono cinematográfico del romanticismo decimonónico. No en vano es posible reconocer en la historia de Hogg ecos de La educación sentimental, última novela de Gustave Flaubert, o de Cumbres borrascosas de Emily Brontë. Incluso ese carácter se vuelve literal en el rol central que juega la imagen del cuadro que da nombre a la película, obra del francés Jean-Honoré Fragonard, que a pesar de pertenecer a un período inmediatamente anterior, representa a la perfección el espíritu romántico del siglo XIX. Al mismo tiempo, su paleta de colores y el tratamiento de la luz parecen haber sido la referencia que la directora utilizó para la fotografía de la película.
El cuadro muestra a una mujer tallando una inicial en un árbol, mientras una carta yace a sus pies, sobre la tierra. Como si se tratara de un Aleph, Hogg reúne en esa imagen, que Anthony le revela a Julie durante las primeras escenas, todas las líneas del relato. Ahí está la joven volviéndose mujer que busca dejar su marca en el mundo, pero aún a la sombra de su amante. “Se la ve triste”, dice ella, fascinada por el cuadro. “Pero también decidida. Y enamorada”, agrega él. El diálogo le adelanta al espectador el recorrido por venir, aunque Julie aún no sabe cuánto de ella misma hay en esa imagen, ni cuánto de los infiernos y los paraísos al que la expondrá su vínculo con Anthony. El “souvenir”, en este caso, es esa memoria de la que Hogg se vale para relatar su historia. 

Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.

viernes, 5 de junio de 2020

CINE - "Bad Education", de Cory Finley: La fachada perfecta

Hay juegos muy simples que todos los padres del mundo han utilizado desde siempre para asombrar a sus hijos cuando todavía son chiquitos. El de filtrar un rayo de luz a través de un cristal facetado, para revelar el secreto de su abanico cromático, es uno de esos trucos modestos a los que, aunque parezca increíble, los siglos transcurridos no han conseguido quitarle ni un poco de su magia. A veces el cine también funciona como un prisma, que al ser utilizado para proyectar una historia determinada le permite al espectador descubrir, no sin asombro, que en ella cabe mucho más de lo que la superficie del relato parece ofrecer.
Algo de eso ocurre con Bad Education, segunda película del prometedor director estadounidense Cory Finley, quien se vale de la mayor estafa cometida contra una escuela en la historia de los Estados Unidos no solo para abordar la reconstrucción lisa y llana del caso, sino para permitirse esbozar un ensayo sobre la condición humana. Un auténtico arco iris dentro del cual es posible encontrar una radiografía crítica del sistema capitalista; un mapa de las reglas que es capaz de romper un individuo para alcanzar a toda costa el imperativo del éxito; o una instantánea de cómo los padres trasladan esa lógica perversa a sus hijos. Y sobre todo, Bad Education es el retrato de un hombre tan codicioso como vulnerable, cuyos claroscuros la película convierte en un impiadoso "yo acuso" contra la sociedad que lo produjo (y que lo alentó mientras le fue de provecho), pero que ante la revelación de lo corrupto se tapa los ojos para no ver en él un reflejo de profundos vicios propios.
Frank Tassone era el hombre perfecto. Encantador, buen compañero, siempre de buen humor, elegante, culto y, lo más importante: el mejor en su trabajo. Él logró convertir una escuela del montón en una de las más sólidas de Estados Unidos, una cuyo prestigio le garantizaba a sus egresados recibir la atención de las principales universidades del país. Y ya se sabe lo que eso vale en un sistema en donde las reglas del mercado también rigen la lógica de la educación. El primer acierto de Bad Education es enorme: haberle dado al protagonista la ventaja de contar con el cuerpo, la cara y la gracia de Hugh Jackman, la fachada perfecta para un personaje como Tassone. Porque si hay alguien capaz de convencer a cualquiera de que el mejor tipo del mundo puede ser también un sociópata manipulador de primera, para terminar descubriendo bajo esas máscaras a un hombre sensible y adicto al afecto de los otros, ese alguien es el actor australiano.
El uso de la palabra fachada es una de las claves del relato, que Finley conduce con oficio infrecuente para alguien con apenas dos trabajos. El principal recurso con el que cuenta el director es el de ir revelando de a poco quién es en realidad Tassone, apostando a provocar en el espectador el mismo desconcierto que provocó en quienes confiaron en él. La película utiliza la coquetería del protagonista como un recurso que le permite jugar con esa alegoría de la fachada. Porque Tassone convirtió a su vida pública en una puesta en escena que no solo demandaba de sus naturales dones de seductor, sino también de maquillajes y otros “efectos especiales”. Detrás de esa imagen siempre “perfecta” se ocultaban sus engaños, pero también aquello que muchos prefieren no sacar nunca del ropero, detalle que Finley usa no de forma condenatoria, sino para recalcar los dobleces del personaje.
El director aprovecha todo eso para ir dosificando la información con astucia, siempre atento a lo que la trama va demandando. Por ese camino Tassone comienza encarnando al héroe, el tipo que todos quieren de amigo y de cuyo trabajo todos se benefician, para convertirse en pocos pasos en un psicópata capaz de cualquier cosa con tal de salirse con la suya. Lejos de soltarle la mano, la película lo abraza, haciendo que en el victimario conviva la doble condición de culpable y de chivo expiatorio de una maquina que, mientras funcionaba bien, a nadie le importaba preguntarse cómo lo hacía. 

Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.

jueves, 4 de junio de 2020

CINE - "Gauchito Gil", de Fernando Del Castillo: La historia de un mito

Cuarta película que aborda la figura del mítico Gauchito Gil en menos de dos años, el film homónimo de Fernando Del Castillo se concentra en la reconstrucción del relato histórico detrás del personaje, indagando en el origen de uno de los ritos místicos más extendidos de la cultura popular local. Tan lejos del documental Antonio Gil, en el que Lía Dansker retrató las peregrinaciones multitudinarias al santuario del venerado, como de la ficción pura sobre la que se mueve Un Gauchito Gil, de Joaquín Pedretti, este nuevo acercamiento tiene varios puntos en común con la perspectiva que Cristian Jure desarrolló en Gracias Gauchito Gil. A diferencia de esta última, en donde el desvío hacia lo fantástico ocupa un rol importante, Del Castillo se atiene a lo que se conoce del personaje real a partir de los documentos de la época. Y se permite hacerlo echando mano a los recursos propios de géneros como el drama (en sus variantes romántica y trágica) y sobre todo, el western.
Como ocurre con el origen de este último en del cine clásico de los Estados Unidos, el director usa al western como vehículo para contrabandear ese relato histórico. Siempre propenso a permitir el surgimiento de lo heroico, el western resulta ideal para que las narraciones épicas en torno al origen de una nación fluyan de forma cinematográficamente atractiva. El director (y guionista) aprovecha las posibilidades de dicho molde para plantar sobre él la estructura de una historia que tiene como trasfondo a la nefasta Guerra del Paraguay, y al enfrentamiento entre unitarios y federales, génesis de la disputa ideológica que desde su origen signa el devenir de la política vernácula.
Los hechos que narra Gauchito Gil tienen lugar en Corrientes, en 1870. Ahí y entonces transcurren los últimos días de Antonio Gil, un exsoldado del ejército que formó parte de la Triple Alianza con Uruguay y Brasil para aplastar al pujante Paraguay. A pesar de su desempeño heroico, el gaucho aprendió en el campo de batalla el sinsentido de esos enfrentamientos fraticidas. Por eso al ser obligado a alistarse en las filas celestes del liberalismo correntino, Gil (que se identifica con el colorado de los autonomistas) no solo se niega a hacerlo sino que huye, y comienza a ser perseguido por desertor y cuatrero.
Como un Robin Hood sapucay que reparte su botín entre la peonada, el prófugo se convierte en héroe del pueblo. La vida del matrero, que en la actualidad es venerado como un santo, le sirve a Del Castillo para exponer de forma sucinta el contexto histórico y su apuesta funciona. También lo hace en el terreno narrativo, poniendo en escena con eficiencia los hechos que llevaron a Gil a trascender su propia muerte. Para ello cuenta con el trabajo de un elenco que en general maneja bien el tono dramático que demanda el western. A pesar de los excesos de una musicalización demasiado presente y connotativa, y de las dificultades de una producción limitada, Gauchito Gil consigue narrar lo histórico y rescatar lo heroico para comprender lo mítico. 

Artículo publicado originalmente en la ección Espectáculos de Página/12.

lunes, 1 de junio de 2020

CINE - Con apoyo de la NASA, Tom Cruise y Elon Musk harán una película en el espacio

La historia de las películas de aventuras espaciales está a punto de dar su propio pequeño paso, pero que constituirá un salto monumental para la industria del cine. Es que Tom Cruise, una de las estrellas más grandes del Hollywood contemporáneo, ha decidido unir fuerzas con Elon Musk, uno de los hombres más ricos del planeta, para crear la primera película de acción y ciencia ficción filmada fuera de nuestro planeta. El film, que todavía no tiene nombre y del cual ni siquiera se conoce la trama, tendrá como escenario la Estación Espacial Internacional (ISS, por su sigla en inglés) y contará además con el indispensable apoyo de la NASA. Es que sin la experiencia y la infraestructura de la agencia espacial de los Estados Unidos todo el proyecto sería imposible de llevar a cabo.
Aunque la noticia la dio a conocer hace un mes el portal del espectáculo Deadline.com, recién ahora la extravagante iniciativa tiene también un director a cargo. Se trata del estadounidense Doug Liman, cuya filmografía acumula unos cuantos títulos que justifican su elección. Entre ellos se destacan Identidad desconocida (2002), la primera y estupenda película de la saga del espía amnésico Jason Bourne, y el film de ciencia ficción Al filo del mañana (2014), protagonizado por el propio Cruise junto a la actriz Emily Blunt.
La sociedad entre el actor y el magnate de la tecnología parece perfecta para encarar con éxito un proyecto semejante. En primer lugar porque Musk es uno de los millonarios que más invierte en el intento de llevar el progreso tecnológico más allá de sus límites. De origen sudafricano, Musk construyó su fortuna en base a arriesgar de forma permanente en negocios que desafían las lógicas del mercado. Socio fundador de la empresa de pagos online PayPal, de la automotriz Tesla, fabricante de los primeros autos eléctricos de alta gama, y de la ahora famosa SpaceX, con la que acaba de poner en órbita a la Crew Dragon, primera nave tripulada enviada al espacio con financiación de una empresa privada. Físico de carrera, Musk es además uno de los diseñadores de la Crew Dragon. Cualquier parecido entre él y Tony Stark, el millonario de ficción que tiene una doble vida como el superhéroe Iron Man, no es pura coincidencia.
Por su parte Cruise, que el mes entrante cumplirá 58 años, encarna como ningún otro el arquetipo del actor dispuesto a todo con tal de poner en la pantalla espectáculos nunca antes vistos. Aunque no es el único que realiza sus propias escenas de acción sin utilizar dobles de riesgo, el protagonista de Top Gun ha llevado esa decisión más lejos que ningún otro. Por ejemplo, filmar él mismo una secuencia en la que se lo ve colgado de un gigantesco avión de carga durante el despegue, que forma parte de la película Misión Imposible: Nación secreta (2018). O escalar por sus propios medios la superficie vidriada de la torre Burj Khalifa, el edificio más alto del mundo que se encuentra en Dubai, a más de 600 metros del suelo, en Misión Imposible: El protocolo fantasma (2011). Después de esas altísimas dosis de adrenalina, ¿qué otra alternativa tenía Cruise sino filmar directamente en el espacio? Bueno, parece que una vez más el caprichoso Tom se saldrá con la suya.
Más allá de todas estas confirmaciones y detalles de alto impacto mediático, el proyecto aún se encuentra en una etapa inicial, por lo cual su concreción demanda todavía de innumerables y complejos pasos. Entre ellos, asegurar la participación de alguno de los grandes estudios de Hollywood, ya que ninguno todavía ha anunciado respaldar una inversión de tanto riesgo. Por otra parte los involucrados tienen por delante unas cuantas prioridades antes de meterse de lleno con esta película.
Por el momento Musk se encuentra muy atareado, monitoreando que todo salga bien en la misión Crew Dragon, que ayer se acopló con éxito a la mencionada ISS, donde los dos astronautas de su tripulación permanecerán entre dos y tres meses antes de regresar a la Tierra. En tanto que Cruise y Liman tienen varias películas por delante. El actor prepara la presentación de Maverick, secuela de la exitosa Top Gun, cuyo estreno fue reprogramado para fin de año debido a la crisis causada por la pandemia de covid-19. Y a continuación se dedicará a rodar la séptima entrega de la exitosa saga Misión Imposible. Debido a las demandas de su propia agenda, es muy probable que para cuando por fin pueda encarar esta aventura de filmar en el espacio, Cruise ya tenga más de 60 años. 

Artículo pblicado originlmente en el portal de noticias www.tiempoar.com.ar