Cuando se estrenó, a finales de 2017, Feliz día de tu muerte representó una sorpresa tan módica como grata en el territorio de las películas de terror producidas por la fordiana línea de montaje hollywoodense. Dirigida por Christopher Landon –que no es otro que el hijo del actor Michael Landon–, aquella película contaba la historia de Tree, una joven un poco hueca y superficial que era asesinada en un campus universitario la noche de su cumpleaños. Lejos de morir, la pobre se veía envuelta en la maldición de despertarse una y otra vez en el mismo día, el de su muerte. Aunque es verdad que había cierto componente aleccionador en ese recurso repetitivo –ambos elementos “heredados” de Hechizo de tiempo, la obra maestra de Harold Ramis–, la película atravesaba con verdadera gracia cada situación, atreviéndose a jugar con el humor negro y hasta el slapstick. De hecho, es mucho más apropiado calificarla como comedia que como film de terror, aunque también encaja perfectamente en el subgénero de los slashers.
Resultaba difícil imaginar que la película pudiera tener una continuación, sin embargo... El buen rendimiento en las boleterías consiguió que una vez más se produzca el milagro de la secuela. Dirigida de nuevo por Landon, que ahora también es guionista, Feliz día de tu muerte 2 mantiene el mérito de su gracia aunque pierde, por supuesto, algo de sorpresa. Aun así, el hijo de Charles Ingalls se las ingenia para encontrar una vuelta de tuerca que funcione como disparador. En primer lugar hace que esta vez quien padece la maldición sea Ryan, un nerd que en la primera era apenas un personaje secundario, quien junto a dos compañeros lleva adelante un proyecto de ciencias que resulta ser lo que provoca el inicio del ciclo de repeticiones. De esa forma, aquello que en la película anterior solo podía explicarse desde lo mágico o fantástico acá pasa a tener un origen científico. Por supuesto, Tree será la única que pueda ayudar a Ryan a resolver el laberinto temporal, pero como ocurre con todos los experimentos en el cine, algo saldrá mal. Tanto, que la maldición volverá a cambiar de dueño y caerá otra vez en la pobre e iracunda joven.
En ese punto, la película complejiza el asunto de las repeticiones con la teoría de los universos paralelos, haciendo que Tree se encuentre ahora dentro de una realidad que a partir de ligeros cambios ofrece grandes diferencias. Un dilema ético que la obliga a elegir en cuál de esas realidades tiene más ganas de vivir (o de morir). El problema que se lleva puesta a esta secuela es su necesidad de expresar un mensaje de forma explícita. Es cierto que ese elemento ya estaba presente en el primer episodio, pero la potencia del artificio cómico del ciclo de repeticiones conseguía absorberlo, limitándolo a un espacio visible pero secundario. A diferencia de eso, en Feliz día de tu muerte 2 el elemento aleccionador se vuelve primordial en la resolución del dilema, anteponiendo una intención moral al mecanismo cinematográfico, debilitando el lado cómico y entorpeciendo el resultado final.
Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.
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