Con balance positivo para los organizadores, ayer llegó a su fin la quinta edición del Festival Internacional de Cine Independiente de Cosquín (FICIC), con la proyección de los trabajos ganadores de las tres competencias realizadas. Una premiación que, al menos en lo que concierne a la selección oficial de Largometrajes tuvo en No todo es vigilia, opus dos del director catalán Hermes Paralluelo, un ganador indiscutible. Así mismo el jurado, integrado por la cineasta cordobesa Gabriela Trettel y los críticos Iván Pinto Veas y Paulo Pécora, decidió otorgar dos menciones a las películas Victoria, del argentino Juan Villegas, y A vizinhança do Tigre (La vecindad del Tigre), del brasilero Affonso Uchoa. Una de las conclusiones a las que se puede llegar a partir de estas elecciones realizadas por el jurado, dentro de una selección de calidad pero muy exigente, indica que, voluntariamente o no, se decidió premiar a aquellos trabajos a los que se puede considerar más amables con el público, aquellos en los que sus directores optaron por recursos narrativos más tradicionales a la hora de construir sus relatos. Un hecho que de ninguna manera significa que se trata de las películas más simples porque, más allá de la literalidad del diccionario de la Real Academia Española, la distancia que separa lo complejo de lo complicado es siempre un abismo.
Más allá de eso debe decirse que no han sido estos tres los únicos títulos destacados dentro de la Competencia Internacional de Largometrajes. Tras su reciente participación en Bafici, La mujer de los perros, película codirigida por Laura Citarella y la actriz Verónica Llinás, propone el retrato de una mujer ermitaña que vive sola con sus perros –cuya cantidad es difícil de determinar: a veces son seis o siete; a veces parecen más— en una casilla muy precaria en medio de un bosquecito, donde sobrevive del cirujeo. La película no sólo nunca revela los motivos por el cuál esa mujer ha terminado en esas condiciones, sino que tampoco se permite el registro de su voz. Cualquiera podría suponer que en una actriz como Llinás, en quien la palabra parece una herramienta fundamental, esto supone un problema. Pero, por el contrario, su composición es tan extraordinaria que todo el arsenal de lenguaje corporal que ella despliega para dar vida a su personaje, resulta de una elocuencia tan abrumadora y cautivante que poco importa el silencio. La película cuenta además con la virtuosa fotografía de Soledad Rodríguez y breves pero muy oportunas y poderosas intervenciones musicales a cargo de Juana Molina.
Las otras dos competencias dedicadas al formato del cortometraje también tuvieron sus triunfadores. Dentro de la categoría internacional el trabajo ganador fue Día Branco, del brasilero Thiago Ricarte, mientras que Me olvidé, del joven y promisorio director argentino Teddy Williams, recibió la única mención otorgada por el jurado que integraron la productora Eva Cáceres, la cineasta Liliana Paolinelli y el crítico Santiago González Cragnolino. Finalmente, el corto Esta es mi selva, de Santiago Reale, se quedó con el premio de la categoría Cortos de Escuela, bienvenida sección dedicada a trabajos realizados por alumnos de escuelas de cine de todo el país, cuyo jurado estuvo integrado por la cineasta Julia Pesce, el crítico y periodista Martín Iparraguirre, y Federico Ambrosis, director del Festival de Cine de La Plata. En esta misma categoría resultó mencionado el corto Sinfonía Húngara, de Sol Denker y Emanuel Landivar, mientras que Reina Sofía obtuvo el premio otorgado por la Red Argentina de Festivales y Muestras Audiovisuales.
El balance positivo del FICIC no se limita a la calidad de las películas programadas, sino a la buena respuesta del público, aunque al cierre de esta nota todavía no estaban disponibles las cifras finales. La gran apuesta de este año por parte de este joven festival, más allá de la profundización de la línea de programación establecida por el responsable del área, el crítico Roger Koza –programador también en prestigiosos festivales extranjeros como el de Hamburgo, en Alemania, o el Festival Internacional de Cine de la Universidad Nacional Autónoma de México (FICUNAM)- estuvo dada por la duplicación del cronograma de proyecciones. Es decir que cada una de las películas en competencia se proyectó dos veces en lugar de una, como se hacía hasta la edición anterior, provocando que cada función no se hiciera a sala llena, pero superando la cantidad global de espectadores por película. La conjunción de todos estos elementos permiten augurar la continuidad de este festival, al que de a poco la comunidad coscoína comienza a adoptar como parte fundamental de su rica y nutrida agenda cultural de todos los años.
No todo es vigilia, del catalán Hermes Paralluelo, film ganador del Festival Internacional de Cine Independiente de Cosquín, puede verse todos los domingos a las 18 en el espacio de cine del Malba, Av. Figueroa Alcorta 3415.
Artículo publicado originalmente en la sección Cultura de Tiempo.
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