Hay tópicos que incluidos como parte del argumento de una película activan todas las posibles alarmas antimanipulación. Una historia navideña donde uno de los protagonistas es un niño con cáncer podría escalar muy rápido al tope de un hipotético ranking de recursos truculentos dispuestos a sorprender al espectador con la guardia baja. Justo ése es el disparador de Cambio de planes, debut cinematográfico del español Paco Arango, que cuenta con el versátil Diego Peretti en el rol principal. Pero en contra de todos los pronósticos y apuestas, la película bordea el abismo, coquetea con el golpe bajo y, sin embargo, casi siempre sale airosa del delicado desafío que se ha propuesto. No caben dudas de que semejante derrota del mal gusto hace que Cambio de planes se merezca algún punto extra en el balance final.
Lo que propone esta película es una historia de superación de corte clásico, aunque dicho concepto guarda aquí una relación estrecha con otro adjetivo que lo complementa y amplía: clásico... y conservador, tanto en lo narrativo como en su visión del mundo. Se trata de la historia de Manolo, un hombre sometido por la rutina de un trabajo que le pesa casi tanto como los años que lleva de matrimonio. Una noche, durante una fiesta a la que su esposa lo obliga a asistir, Manolo caerá por accidente desde lo alto de un escenario y se dará un buen golpe en la cabeza. Aunque pronto se siente bien, el protagonista comenzará a ver en todos lados (en su oficina, por la calle, en el subte, dentro del baño de su propia casa) la figura de una mujer gorda que lo mira de una manera que tiene algo de siniestra. Preocupado pero sin ganas, Manolo acepta someterse a una tomografía y en la sala de espera del hospital conoce a Antonio, un adolescente que se encuentra bajo un agotador tratamiento contra el cáncer.
Lejos de los miedos y depresiones esperables en su situación, Antonio es un chico desbordante de vida, noble, travieso y hasta un poco fabulador, que en ese primer encuentro le pedirá a Manolo que se haga pasar por su padre, para firmar unos formularios sin los cuales no puede completar los estudios que necesita realizarse. El guión hará que estos dos personajes vayan cultivando una extraña amistad, donde el adulto ofrece el apoyo y la seguridad que les faltan a Antonio y a su madre (soltera), y el joven tal vez sea para Manolo una llave que le permitirá abrir el cerrojo emocional que le impide la entrada a una vida mejor.
Cambio de planes tiene una virtud importante: en su relato conviven con naturalidad situaciones de comedia ligera con otras, plantadas en un humor saludablemente negro. Pero también tiene sus contras. Su universo está superpoblado de criaturas benévolas y aun cuando alguna de ellas pudiera insinuar cierta conducta reprobable (dentro de aquella mirada conservadora del mundo), llegado el momento los giros de la trama conseguirán redimirla. Y es que, no hay que olvidarlo, se trata de una película navideña, estrenada en España en diciembre pasado, a la que no le falta ni un oportuno (y literal) espíritu dickensiano. Por fortuna, este estreno porteño a destiempo consigue el liberador efecto de desaclimatarla, minimizando los daños colaterales que suelen provocar las películas bienintencionadas estrenadas durante la Navidad.
En conclusión, el debut de Arango elude el bochorno y, a pesar de estar cimentada sobre lugares comunes, se sostiene como una propuesta válida, sin caer en abusos. Para eso es esencial el apoyo del buen elenco que encabeza Peretti (a quien sólo se le puede reprochar el uso forzado del “tú” en lugar del “vos”, decisión que no parece su responsabilidad). Teniendo en cuenta que no muchas películas han conseguido mezclar con éxito cáncer, niños y humor, los humildes méritos de Cambio de planes no resultan despreciables.
Artículo publicado originalmente en la sección Cultura y Espectáculos de Página/12.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario