Como todos los festivales de su tipo, el Festival Internacional de Cine de Costa Rica Paz con la Tierra es, antes que otra cosa, un acto cultural sostenido de modo directo por el Ministerio de Cultura, cartera que en Costa Rica se llama de Cultura y Juventud. A partir de eso se vuelve evidente por qué el atributo que distingue a este festival, dándole una identidad propia en relación a encuentros similares, es sobre todo un carácter juvenil alejado de cualquier impostación de solemnidad. Como si hubiera sido elegido para hacerse cargo de ese ministerio a imagen y semejanza de ese nombre, Manuel Obregón no sólo luce joven, si no que también prescinde de la solemnidad todo lo que su cargo se lo permite. No se trata de un ministro de cultura cualquiera: Obregón es músico y miembro de Malpaís, una de las bandas más populares de Costa Rica. Pero no es el único caso en América Latina de un artista convertido en responsable del área cultural de un país. Sin ir más lejos Jorge Coscia (quien estará presente para la clausura del festival – ver recuadro) se encuentra hace años al frente de la Secretaría de Cultura de la Nación. Pero tampoco es él primer músico popular que ocupa un cargo similar, basta recordar que Gilberto Gil fue ministro de cultura del Brasil durante el gobierno de Lula.
Manuel Obregón tiene una carrera extensa y notable como músico, en la que, además de su participación en Malpaís, se destaca una labor militante, a partir de la cual ha buscado que el arte se convierta en un vínculo cultural entre los pueblos latinoamericanos. Así lo atestiguan sus trabajos al frente de la Orquesta de la Papaya, que reúne a músicos centroamericanos; la Orquesta de las Misiones, donde trabajó con músicos de Brasil, Paraguay o la Argentina; o la Orquesta del Río Infinito, integrada por músicos nacidos en los países atravesados por la cuenca del Paraná, todas fundadas por él. Justamente este último emprendimiento ha fortalecido su vínculo con nuestro país. “Tengo un gran cariño por Argentina y su cultura”, afirma Obregón. “En los últimos diez años he tenido oportunidad de viajar para allá, porque soy un admirador de todos los géneros musicales argentinos, tanto del tango y la milonga, como de la chacarera y el chamamé.” Aunque sabe que su trabajo como ministro es importante, Obregón no desconoce que su labor musical no sólo no lo es menos, sino que forma parte de sus méritos para ocupar el cargo. “Con Malpaís seguimos tocando, aunque en menor medida, por restricciones de tiempo. Además, el cargo me ha permitido disfrutar la música desde otras perspectivas, al compartir con músicos de zonas rurales durante las giras que realizamos por todo el país, así como con orquestas juveniles.
-¿Qué tan importante considera que es haber desarrollado una obra como artista antes de desempeñarse como responsable del área cultural de su país?
-Conocer a fondo una o varias disciplinas artísticas da un conocimiento especial sobre las carencias que existen, porque, en alguna medida, se han sufrido en carne propia. En mi caso, además de la música, he trabajado en gestión cultural, en investigación y en producción, experiencias que han sido muy útiles en el desempeño de este cargo, porque me han dado una perspectiva clara sobre la realidad del sector.
-¿Pero qué puede aportar a la cultura de su país desde la política, que le resulte imposible desde su labor como músico?
-El formar parte de un gobierno permite una mayor incidencia en el desarrollo y el avance del país. Por más buenas ideas o intenciones que se tenga desde afuera, se requiere de una plataforma idónea para poder impulsarlas. El cargo de ministro permite justamente esto, promover iniciativas generales que puedan beneficiar a toda la población.
-¿Cree que es posible replicar desde la política los proyectos de integración latinoamericana que encabezó como artista?
-Claro que sí. Precisamente, a partir de mi experiencia con la Orquesta de la Papaya y la Orquesta de las Misiones, pudimos desarrollar, ahora desde el Ministerio, procesos como el Corredor Cultural Caribe, el Corredor Cultural de la Marimba (en el Pacífico) o la Red Latinoamericana de Cultura Viva Comunitaria. La expectativa es que los gobiernos participantes puedan continuar fortaleciéndolas.
-Costa Rica es uno de los pocos países del mundo que decidió voluntariamente prescindir de un ejército nacional. Sin dudas se trata de una decisión política, pero sobre todo es una manifestación cultural. ¿De qué manera esa elección anti bélica se manifiesta en la vida cultural de Costa Rica?
-La mayoría de los habitantes de Costa Rica nunca han presenciado una guerra o un desfile militar; no conocen grandes armamentos ni tanques. Tampoco hemos vivido golpes de Estado recientes. Esto marca una clara diferencia con el resto de los países de la región y del mundo. La cultura de paz está tan posicionada en el inconsciente colectivo costarricense que, en ocasiones, olvidamos lo afortunados que somos. Para un costarricense es difícil entender ciertos eventos que ocurren en otras partes del mundo, ya que tenemos la cultura de paz sumamente enraizada en nuestras actitudes y movimientos.
-De hecho el nombre del festival, Paz con la Tierra, es una clara expresión de eso.
-El festival se basa en dos pilares: la cultura de paz y la cultura de conservación y protección del medio ambiente. Con un festival de calidad internacional, que esperamos crezca y mejore cada año, queremos exportar estas dos ideas. Con este propósito, se busca que la programación artística contenga cine no violento y que resalten producciones audiovisuales que aboguen por el respeto al ser humano, a sus derechos y a la sana convivencia con el medio ambiente, potenciando a la vez la diversidad de identidades culturales.
-El cine es además una de la más grande industrias culturales. ¿Qué medidas de fomento evalúan para potenciar la escasa producción de Costa Rica?
-Estamos promoviendo la aprobación de una Ley de Fomento de la Industria Audiovisual. Entre las propuestas de este proyecto de ley se encuentra la creación de un Fondo de Fomento Cinematográfico y Audiovisual, financiado por un impuesto a los servicios de televisión por suscripción. También se incluye el tema de las cuotas de pantalla. Por otro lado, logramos la inclusión de Costa Rica en Ibermedia para fortalecer la coproducción de películas de ficción y documentales en el país.
-En Buenos Aires se estrenó ayer una película (Apuesta Máxima) que presenta a Costa Rica como un país donde funcionarios corruptos y mafiosos se someten a la voluntad de criminales cool que vienen aquí a disfrutar de las ventajas de una sociedad con escasos límites morales. ¿Cómo se llevan con la imagen que el cine estadounidense construye de Costa Rica, que no es distinta de la que transmite de otros países?
-Sin haber visto esa película puedo asegurar que la visión de Hollywood sobre nuestros países no es la más cercana a la realidad. Usualmente han percibido a Costa Rica como una banana republic, donde todo se puede comprar si se tiene el dinero suficiente. Otras películas han presentado a nuestro país como un paraíso para renegados de la justicia o como un pueblito recóndito. Esas imágenes corresponden a una visión cliché de lo que es Costa Rica. Sin embargo considero que, en paralelo a esta visión, existen muchas personas que aprecian a Costa Rica y la representan en sus películas como un destino verde donde se protege al medio ambiente. Esto es lo que vale la pena resaltar.
Descubriendo Malpaís
Algunas canciones y discos de la banda del ministro de cultura de Costa Rica, Manuel Obregón, pueden escucharse de forma gratuita haciendo un click aqui >>>Malpaís<<<.
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