domingo, 9 de octubre de 2011
LIBROS - Julio Cortázar, la biografía, de Mario Goloboff: Leerlo otra vez
Tomarse la libertad de decir que los años terminados en 1 fueron muy importantes en la vida de Julio Cortázar (autor argentino que recientemente ha ganado notoriedad al ser desconocido por los participantes de la última edición de Gran Hermano), es una mera excusa para escribir sobre él. Una excusa falsa en todo caso, atendiendo a que seguramente esos años habrán sido tan importantes como los terminados en 4 (el escritor nació en 1914 y murió en 1984), o en 3 (se casó con Aurora Bernardes en 1953 y publicó Rayuela diez años más tarde). Lo cierto es que tratándose de excusas todo vale. Y decir que los años terminados en 1 fueron importantes en la vida de Cortázar -quien se instaló definitivamente en París en 1951, el mismo en que publicó Bestiario, su primer libro de relatos, e hizo su primer viaje a Cuba diez años después-, sirve como introducción para hablar de la biografía del escritor, a cargo de Mario Goloboff, que acaba de editar en un año terminado en 1 (pero cinco o seis décadas después) la revista Sudestada, dentro de su colección "Cuadernos".
La decisión de publicar un libro que monte sobre una línea de tiempo la vida de Julio Cortázar no deja de ser interesante. Porque aunque el escritor se haya dedicado, quién sabe si de manera conciente, a dejar una suerte de autobiografía registrada en sus inmensos catálogos de correspondencia (publicados recientemente), las curvas, intersecciones y referencias que se pueden detectar en su vida son tan ricas que quizás con eso no alcance. Y si sus volúmenes de cartas son un excelente material para curiosos, voyeuristas literarios y adictos cortazarianos, esta biografía compuesta por Goloboff ofrece no solamente una simple tabla de doble entrada, donde es posible intersecar años y hechos, sino que se permite relacionar los acontecimientos vitales más importantes de Julio Cortázar con los diferentes hitos de su obra. El biógrafo lo confiesa: “Durante la hechura del libro fui conociendo a otro hombre diferente al que yo había imaginado y hasta tratado en vida. A través de cartas, testimonios y documentos diversos, vi a un Cortázar que, siendo famoso, se ocupaba y preocupaba por los problemas de los demás de una manera muy generosa y humana.”
Goloboff también destaca en su libro la otra faceta importante en la vida de Cortázar, su mirada y su activismo político. Un Cortázar tal vez inimaginable desde textos como "Casa tomada" o "La banda", pero al que la biografía le encuentra un sendero y una lógica interna que explican ese proceso de cambio. Cortázar “actuaba en la sociedad y en la política por absoluta convicción”, continúa Goloboff, “algunas veces con ingenuidad, pero siempre con sinceridad y desprendimiento.” Allí está para probarlo su elogio al Adán Buenosayres de Leopoldo Marechal, un escritor y un libro que habían sido despreciados por los cenáculos literarios y antiperonistas de la Buenos Aires culta de 1948, pero que Cortázar (también antiperonista) defendió casi en soledad, en “un gesto de independencia intelectual y política.”
En esa dualidad cortazariana el libro de Goloboff enriquece la lectura de su biografiado. Amigo del escritor, el director de cine Manuel Antín ha sabido ilustrar muy claramente esa polaridad al hablar de "Los dos Cortázar": el lampiño y el de la barba. El primero muy concentrado en la creación de una obra (el que escribió sus mejores libros, agrega Antín), y el segundo, más preocupado por la construcción de una mirada comprensiva del mundo. En el camino Goloboff no se priva de urdir las tramas esperables, pero no por ello menos sorpresivas, donde una infancia rodeado de mujeres (su madre, sus tías y su hermana) constantemente se cuela en sus mejores cuentos. Es que tal vez, como escribió George Bernard Shaw en su libro autobiográfico Dieciséis esbozos de mí mismo, “si un hombre es un escritor profundo, entonces todas sus obras son confesiones.” Y ese es el punto fuerte de esta biografía propuesta por Mario Goloboff: confirma que la mejor manera de conocer a Cortázar es regresar una vez más, con placer, a sus libros.
Artículo publicado originalmente en la sección Cultura de Tiempo Argentino.
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