Esta semana la Biblioteca Pública de Nueva York conmemoró su 125° aniversario y como parte de las celebraciones hizo pública la lista de los diez libros más retirados por sus lectores durante ese siglo y cuarto de historia. Lo primero que sorprende de la lista es la supremacía de los libros infantiles, que no solo ocupan los dos primeros lugares de la lista, sino que suman seis títulos en total. La famosa mitad más uno. Dentro de la lista hay un libro de autoayuda publicado en 1936 (Cómo ganar amigos e influir en las personas, de Dale Carnegie, ubicada en el noveno lugar) y tres obras de ficción “para adultos”. De ellas solo una consigue meterse en el podio, ocupando el tercer lugar, gracias a un total de 441.770 préstamos. Se trata nada menos que de la célebre novela 1984, escrita por el autor inglés George Orwell, de cuya muerte este martes, 21 de enero, se cumplen 70 años.
El número es abrumador, la matemática no miente. Si se tiene en cuenta que Orwell publicó la que sería su última novela hace 71 años, uno antes de morir, y se divide entre ellos esa cantidad de préstamos, se sabrá que hubo un promedio de 17 personas por día que retiraron un ejemplar de 1984 de la biblioteca neoyorquina. Un modesto ejemplo de la trascendencia y el impacto que la novela ha tenido no solo en el terreno de la literatura, sino dentro de la cultura popular. Basta ver hasta dónde llegó a extenderse el concepto del Gran Hermano, convertido en el non plus ultra de los reality shows televisivos (ver recuadro), para comprobar la dimensión de esa popularidad.
Ambientada en un entorno futurista, la historia de 1984 se desarrolla en el marco de una sociedad represiva signada por la híper vigilancia. En ella todos los ciudadanos son observados de manera permanente por un estado totalitario liderado por el Gran Hermano, figura cuya omnipresencia representa la metáfora del control total. La novela fue escrita por Orwell durante los primeros años de la posguerra y tiene como fuente de inspiración tanto al derrotado régimen nazi como al por entonces cada vez más poderoso stalinismo soviético.
Aunque se puede considerar que incluye elementos que la emparientan con la ciencia ficción, 1984 pertenece al género fantástico. Pero la etiqueta que la define con mayor precisión es la de fantasía distópica, categoría que comparte con clásicos como Farenheit 451 de Ray Bradbury (otra de las tres obras para adultos de la lista de la Biblioteca de Nueva York), La naranja mecánica de Anthony Burgess, Un mundo feliz de Aldous Huxley o Soy Leyenda de Richard Matheson. Con el tiempo el género distópico se volvió tan popular que permitió el éxito de sagas adolescentes como Los juegos del hambre, Maze Runner o Divergente.
Orwell no alcanzó a conocer nada de esto. La muerte lo alcanzó de forma prematura antes de cumplir 47 años, seis meses después de publicada la novela, impidiéndole disfrutar del éxito. Su obra fue adaptada a múltiples formatos, del drama radial a la historieta, pasando por dos versiones cinematográficas, una de 1956 y otra de 1984. Hasta entonces había publicado casi una decena de libros, entre ensayos y ficción, de los cuales se destaca Rebelión en la granja (1947); combatió en la Guerra Civil Española en el bando republicano, empujado por su desprecio al fascismo; se desempeñó como reseñista literario, fue locutor de la BBC y un anticomunista convencido. El hombre que vio el futuro.
Gran Hermano somos todos
Cuando en 1999 la productora del holandés John De Mol puso al aire en la televisión de su país la primera versión del reality show Big Brother –o Gran Hermano, como se lo conoció en los países de habla hispana– debió saber que estaba haciendo historia (y un gran negocio). El productor había tomado de la novela 1984, de George Orwell, el concepto de la híper vigilancia, convirtiéndola en un espectáculo en que un grupo de personas eran encerradas en una casa llena de cámaras que le permitían a los espectadores seguir sus actividades las 24 horas y al mismo tiempo decidir sobre sus destinos. A partir de ese sencillo procedimiento el programa colocaba al espectador en el mismo lugar que en la novela ocupa ese dictador omnipresente que maneja un Estado tiránico a través del terror. En la Argentina el programa se emitió por primera vez en 2001 y su última edición tuvo lugar en 2016.
Artículo publicado originalmente en la sección Cultura de Tiempo Argentino.
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