Nuevo episodio, las mismas andanzas: ese podría ser un resumen somero de La venganza de Zalazar, quinta entrega de la saga de los Piratas del Caribe que, como ya es costumbre, vuelve a comandar el histriónico Johnny Depp en la piel del no menos bufonesco capitán Jack Sparrow. Otra posible sinopsis podría decir algo así como “nuevos personajes, idénticos patrones de conducta”, en este caso para hacer gráfico cierto esquematismo sobre el que se apoyan estas renovadas aventuras, que dirigen los noruegos Joachin Ronning y Espen Sandberg, conocidos por la lograda Kon Tiki: Un viaje fantástico (2012), aunque siempre bajo las órdenes de Jerry Bruckheimer, quien como un demiurgo maneja los hilos de la saga desde las sombras de la producción.
Claro que el hecho de que no haya sorpresas en cuanto al formato, el ritmo o el rumbo que la narración toman una vez que la historia se hace a la mar, no significa que la película no consiga ser efectiva. Porque de hecho lo es en varios aspectos y en buena medida se debe justamente a los rasgos conservadores que se acaban de mencionar, en la obediencia con que se apega a ciertas fórmulas. El contrapeso que rescata a la película de ese esquematismo lo aporta un guión construido a partir de la suma de escenas pensadas en forma de scketches o gags muy logrados, que van manteniendo distraído al espectador a medida que la historia avanza. Ahí lo mejor viene de la mano del humor físico a través de situaciones coreografiadas al detalle, como la secuencia inicial del robo al banco o la escena de la lucha en el cadalso, en las que Sparrow es la estrella en derredor de la cual gira el universo de La venganza de Salazar. Si uno se deja llevar por ese torrente lúdico quizás tarde un buen rato en darse cuenta que en realidad el camino que se recorre es bastante familiar. Incluso esa epifanía podría llegar después del final de la película y a esa altura quizá ya no importe demasiado.
El centro de la escena, se dijo, vuelven a ocuparlo Depp y su carismático pirata-rockero, dejando en claro que cuando las cosas le salen bien es un estupendo farsante (así como cuando le salen mal ocurren desastres épicos, como su infumable Sombrerero Loco de Alicia en el País de las Maravillas y Alica a través del espejo). Otro punto positivo de este quinto episodio es que la figura de Sparrow vuelve a contar con el contrapeso de un antagonista sólido, como el fantasmal y españolísimo capitán Salazar, interpretado por el siempre efectivo Javier Bardem. A diferencia de lo que ocurría en las dos películas inmediatamente anteriores, en donde las cosas se fueron desdibujando de a poco, el personaje de Bardem consigue erigirse en una auténtica némesis para Sparrow, incluso desde el perfil mismo de ambas criaturas.
Si Sparrow es una especie de bufón al que es imposible tomarse en serio, el instrumento ideal para que Depp ponga en acción su habilidad para la comedia física, el Salazar de Bardem resulta de veras amenazador y la presencia que le aporta el actor español es determinante. Sobre todo al comienzo de la película, ya que a medida que el relato avanza y Sparrow va zafando una y otra vez del acoso de su enemigo, este comienza a perder su halo intimidatorio. Y eso puede volverse un problema, porque Salazar es el tipo de personaje que, al contrario de Sparrow, para ser efectivo necesita sí o sí ser tomado en serio y sus constantes fracasos lo terminan convirtiendo, tal vez de forma involuntaria, en una especie de Coyote al que el correcaminos Sparrow siempre se le escapa en el último segundo. Un pariente del Capitán Garfio de Peter Pan.
La aparición de dos jóvenes personajes, que deberían estar destinados a aportarle nuevos bríos a la historia, es en realidad un abrojo pensado para que en una próxima entrega, que se anuncia convenientemente en las escenas poscréditos, la saga acabe mordiéndose la cola. Un mecanismo para traer de regreso algunos personajes perdidos en las profundidades de los primeros episodios y tal vez, ahora sí, cerrar el círculo. Nota final: se recomienda estar atentos para no perderse un breve pero simpático cameo que vuelve a jugar con el origen rockero de capitán Jack Sparrow.
Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.
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