Comenzar a elogiar a Zootopía, la habitual gran apuesta de principio de temporada de los estudios Disney, por el extraordinario nivel técnico de su animación, es empezar por lo más obvio. Lo cual no significa que no sea necesario porque, como ya es costumbre en los productos de la casa del ratón más famoso del mundo, es verdad que el trabajo realizado para dar vida a una megaciudad habitada por animales (cuyos diseño y arquitectura parecen basarse en las de Nueva York para las áreas céntricas y en las de Los Angeles para los suburbios) es excepcional. No podía esperarse menos de los padres de la animación industrial. Sobre todo desde que el genio creativo de John Lasseter, uno de los fundadores de los revolucionarios estudios Pixar, se hiciera cargo de las producciones animadas de Disney. Desde que él está al frente del área en 2006, rebautizada para la ocasión como Walt Disney Animation Studios, el salto de calidad entre el antes y el después es notable. Películas como Enredados (2010), Grandes héroes (2014) o la ya olvidada pero no menos elogiable La familia del futuro (2007), que representó el debut de Lasseter en su nuevo cargo, dan fe de un cambio en el estándar de calidad que abarca mucho más que los méritos técnicos y que hacen que hoy Disney viva una nueva era dorada. Un estatus que Zootopía viene a confirmar del modo más amplio.
Lejos de limitarse a sorprender con el nivel de detalle con que los animales son humanizados o la precisión con que se imita el movimiento real de cada hebra del pelaje de los protagonistas, en Zootopía hay un cuidado análogo en los detalles que involucran la creación de personajes y la narración de una historia que no sólo posee un interés en sí misma, sino que dialoga y pone en marcha elementos esenciales del relato cinematográfico. Aunque comienza como una típica historia de superación, en la que la conejita Judy Hopps convierte en realidad su sueño de ser la primera conejo policía en la historia de la ciudad de Zootopía, lo cierto es que durante la segunda mitad el film deviene algo más parecido a un thriller policial que a una tierna historia de animalitos. Claro que tampoco se trata de Pecados capitales de David Fincher porque, por supuesto, la comedia es el género que marca el tono del relato; pero la trama policial está muy presente y es tomada con total seriedad. Tal vez al modelo al que más se aproxime Zootopía sea el de las buddy movies policiales (o buddy cops), aquel que de algún modo inauguró Walter Hill con esa gran comedia policial que es 48 horas. Como en aquella, en la que Nick Nolte hacía de un policía duro que necesitaba de la ayuda de un estafador parlanchín encarnado por el mejor de los Eddie Murphy posibles, acá también la novata oficial Hopps precisa de Nick Wilde, un zorro que se parece demasiado al personaje de Murphy. En ambos casos, aunque por diferentes motivos, las dos parejas tienen sólo 48 horas para resolver el misterio que las reúne.
Más allá del alma policial que vertebra el relato, los elementos de comedia funcionan con suma precisión. Y además los creadores no le han temido a tomar las decisiones que fueran necesarias, por complejas que estas resulten a priori, para hacer que el producto final funcione. Por ejemplo, si toda la secuencia de los empleados públicos resulta maravillosa no es sólo por el acierto irónico de poner en su lugar a los lerdos perezosos (el estigma de la lentitud persigue a los burócratas de todas las latitudes), sino porque no se ha tenido miedo a dedicarle a ella todo el tiempo que necesita para funcionar de la manera en que lo hace. Si se tratara de música, a eso se le llamaría tempo. En el cine se puede hablar de timing, un elemento que es importante en cualquier caso, pero que en la comedia resulta fundamental. Y Zootopía hace gala de un timing minucioso, cuya evidencia se hace patente en un montaje muy certero que potencia sus no pocas virtudes narrativas.
Si de ironías se trata, la película también cumple con honores. Como cuando los padres de Judy, dos conejos granjeros muy conservadores –más por timoratos que por convicción–, tratan de disuadir a la pequeña conejita de su idea de convertirse en policía, diciéndole que “tener sueños es hermoso, mientras no creas que al final se convertirán en realidad”. Una extraordinaria muestra de sarcasmo que se burla de una de las premisas que ha motorizado a muchas de las grandes películas (incluyendo a esta) que los propios estudios Disney han producido desde el estreno de Blancanieves y los siete enanitos, el primero todos, hace ya casi 80 años.
Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Pagina/12.
1 comentario:
Exacto es como una película de policías pero con animales. La idea es bueno, apoco no? Me gusta el humor que se maneja, a veces los grandes queremos otro tipo de humor al que está hecho para adultos. También me gustó que la policia fuera mujer, un gran acierto. Si no la han visto o quiere repetir vi que la pasarán en la tv http://www.hbomax.tv/movie/TTL607248 dejo donde pueden ver los horarios y canales. Sinceramente es muy divertida, está bien hecha y van a ocupar bien su tiempo.
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