El cine no es solo un negocio o un entretenimiento, sino también un arte y un canal de comunicación que a veces incluso es usado como herramienta de denuncia. En ocasiones es (o intenta ser) todo eso junto, como ocurre con Buscando justicia, segundo trabajo que se estrena en la Argentina del casi desconocido director hawaiano Destin Daniel Cretton. Igual que la anterior (la película El castillo de cristal, protagonizada por Woody Harrelson, Naomi Watts y Brie Larson, quien acá también tiene un rol destacado), Buscando justicia está basada en un libro autobiográfico que tiene al drama social como eje narrativo en torno al cual giran sus acciones. En este caso no se trata de un drama familiar y de clases sociales (aunque ambos elementos también forman parte del combo que acá se ofrece), sino que la cosa va por el lado de los conflictos raciales, las inequidades judiciales que de estos se derivan y el uso de la pena de muerte como atajo espeluznante para el control social.
La historia se desarrolla a comienzos de la década de 1990 en un pueblito semi rural del sureño estado de Alabama, en donde un leñador negro llamado Walter McMillan es arrestado y condenado a muerte por el asesinato de una joven blanca que llevaba un año sin resolverse, en un proceso judicial irregular e inusualmente rápido. Hasta ahí llega Bryan Stevenson, un joven también negro que acaba de recibirse de abogado en la prestigiosa (y blanca) Universidad de Harvard. La idea de Stevenson es montar una oficina que ofrezca asistencia gratuita a los reclusos condenados a muerte, para rever sus casos e intentar conseguir para ellos penas más piadosas. Así es como el abogado llega a conocer al prisionero y los escandalosos detalles de la investigación y del juicio en el que le impusieron la pena capital.
La película asume desde su primera escena el punto de vista de la comunidad negra para exponer (una vez más) las terribles injusticias que sus miembros padecen a diario. Esa decisión llega a hacerse explícita cuando el director decide incluir algunos planos subjetivos que le permiten al espectador contemplar el bosque desde la perspectiva del protagonista. Se trata de la última mirada del mundo que McMillan dará en libertad, justo una escena antes de ser detenido violentamente por un retén policial en medio de la ruta. No es la único subrayado que incluye la película en su desarrollo.
El plano de los prisioneros trabajando en el campo igual que un siglo antes lo hacían los esclavos en los sembrados de algodón, la abundancia de escenas en las iglesias de la comunidad negra y una banda sonora que derrocha spirituals también entran en el terreno del lugar común. En la misma dirección corre la transformación que opera en algunos personajes blancos, giros de rigor en tiempos de corrección política. Aun así Buscando justicia consigue ser una película de juicios e investigación los suficientemente redonda como para que sus casi dos horas 20 no se vuelvan tediosas.
Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.
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