Hoy jueves comienza una nueva edición -la decimonovena- del festival DocBuenosAires, que ofrece la posibilidad de acceder a un panorama amplio y a la vez cuidadosamente seleccionado de la producción del género en la actualidad. Propuesta que lejos de pretender abarcarlo todo, a partir de una programación abierta y plural se propone apenas (y nada menos) como un riguroso mapa para recorrer los caminos menos transitados del territorio de la realidad hecho cine. Esta edición volverá a contar con invitados internacionales, secciones y focos especiales. El festival se desarrollará hasta el miércoles 16 de octubre y contará con cuatro sedes: Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Av. Corrientes 1530), Alianza Francesa (Av. Córdoba 946), Universidad del Cine (Pasaje Giuffra 330) y la espléndida sala de Directores Argentinos Cinematográficos (DAC, Vera 559).
Esta será la segunda edición que tendrá al programador y crítico de cine Roger Koza a cargo de la dirección artística, quien considera que la realización de la edición precedente "fue una especie de milagro, dadas las condiciones materiales y la coyuntura en la que vivíamos”. A pesar de las dificultades, el director del DocBA celebra la repercusión que en 2018 tuvo la retrospectiva dedicada al estadounidense Travis Wilkerson, ya que “le devolvió a la audiencia el placer de pensar políticamente viendo películas”. Pero lamenta la poca trascendencia que obtuvo la dedicada al brasileño Aloysio Raulino: “Me dolió porque los amantes vernáculos de cine se perdieron de disfrutar del cineasta más sensible del país vecino”.
Pero si la edición de 2018 representó un desafío a partir del panorama económico, Koza considera que “esta es un poco más sufrida”. Un año más tarde “Argentina es un país más precario, hundido en una deuda que parece infinita”, condiciones que tras “la impía devaluación de la segunda semana de agosto” ofrecen un panorama aún “más escabroso”. “Soñé otro diseño de festival, pero hasta el momento solo pude afirmar y afianzar el concepto de las retrospectivas como un eje de programación ineludible”, continúa. “Lo que sí se pudo lograr es contar con los tres directores de las retrospectivas programadas y esto sí es un gran avance”, concluye el programador, refiriéndose a las presencia del suizo Stéphane Goël, el alemán Bernd Schoch y el francés Florent Marcie, los tres invitados internacionales de esta edición.
El honor de abrir el DocBA recae en Lluvia de jaulas, película de César González, figura excepcional del campo cultural argentino. Nacido y criado en la villa Carlos Gardel, al oeste del conurbano, González se destacó en el ámbito de la poesía con el seudónimo de Camilo Blajaquis e incursionó en el cine. Su película ofrece un contrapunto entre la vida en los barrios pobres y su existencia casi extranjera dentro de la realidad porteña. A pesar de los méritos de González, Koza afirma que “habría programado Lluvia de jaulas aun si hubiera llegado sin antecedentes ni firma de autor, porque se trata de una película singular y desobediente”. Y no ahorra elogios para un cineasta al que considera “capaz de apropiarse de la estética digital tardía de Jean-Luc Godard” y al que define como borgeano, ya que ”toma prestadas nociones de dos tradiciones, las reinventa y las emplea en un campo específico que ningún otro cineasta habría podido imaginar”. Koza vincula al cine con la realidad: “Lluvia de jaulas transcurre en los barrios villeros justo cuando un candidato a vicepresidente expresa su deseo de dinamitarlos”. “González muestra la secreta unión entre la ciudad de los blancos y la de los bárbaros, y en esa intersección se explican las fisuras de un sistema que solo puede garantizar el bienestar de unos pocos produciendo gente desesperada”, cierra Koza. Hoy a las 20 en la Lugones.
La retrospectiva de Schoch (ver entrevista aparte) descubre recurrencias temáticas. Por un lado lo musical en Slide Guitar Ride (2005), retrato de un guitarrista que toca con la cabeza cubierta por un casco; o Pero la palabra perro no ladra (2006), donde acompaña la gira invernal del Schlippenbach Trio, banda referente del free jazz europeo. Por el otro, el revés de la trama cinematográfica: en Onset/Offset (2011) retrata el extrañamiento del elenco de una película alemana durante el rodaje en Rumania, en tanto que en Antes de la barrera (2018) realiza un curioso detrás de escena de un thriller político ambientado en Irak. ”El revés es el tema de Schoch”, coincide Koza, “el contracampo de lo extraordinario, todo aquello que el cine prescindiría de encuadrar”. Eso ocurre en Olanda (2019), “en la que despunta el entretejido desconocido de la economía global, a propósito de la recolección de arándanos y hongos” en los Cárpatos. “La especialidad Schoch radica en filmar los intersticios de lo cotidiano, lo mecánico y recoger allí elementos que escriben secretamente la vida de todos sus personajes”, concluye. El director brindará una clase magistral mañana viernes a las 19 en la Universidad del Cine, Giuffra 330.
La retrospectiva de Goël incluye cinco títulos: Insular (2018), ensayo sobre el archipiélago Juan Fernández que registra el presente a través de la mirada de un viajero del siglo XIX; Que viva Mauricio Demierre (2006), sobre un militante suizo convertido en mártir sandinista; Prud’hommes (2010), film de juicios anti-épica; De la cocina al parlamento (2012), donde lo social y lo político se tensionan con la mujer como centro; y Fragmentos del paraíso (2015), que indaga con humor en lo que ocurre más allá de la muerte.
El DocBA también pone la lupa sobre una de las expresiones más interesantes del cine argentino contemporáneo: el llamado Nuevo Cine Cordobés, que en pocos años convirtió a la capital mediterránea en uno de los polos cinematográficos más creativos del país. Fenómeno difícil de explicar más allá de conceptos generales como “movimiento” o “generación”, pero cuya experiencia quizá pudiera ser espejo para incentivar la producción de cine en otras regiones. “Ya hubo intentos fallidos, algunos programáticos (San Luis), otros espontáneos (Rosario), de erigir un cine regional, pero solo en Córdoba algo semejante se afianzó en el tiempo”, observa Koza, aunque subraya la heterogeneidad del fenómeno. “El único elemento común del cine cordobés contemporáneo es su proveniencia geográfica”, afirma para luego mencionar la existencia de “determinados signos que se repiten tanto en las películas de ficción como documental”. El director del festival considera que “la percepción de las diferencias de clase suele ser una variable” que recorre a buena parte del cine producido en la región, no como “un elemento decisivo, pero sí intuitivo y quizá consciente en muchos casos”. La sección Los cordobeses está integrada por Apuntes para una herencia, de Federico Robles; La cima del mundo, de Jazmín Carballo Malem; Construcciones y el cortometraje Guajiro, estos últimos dirigidos por Fernando Martín Restelli.
Por su parte, la retrospectiva dedicada a Florent Marcie se encuentra signada por un tema que se repite de forma obsesiva: la guerra. Trabajos como Saïa (2000), rodado en Afganistán; Los hijos de Ichkeria (2006), filmado durante la primera guerra chechena o Tomorrow Trípoli (2014), que retrata a un grupo de la resistencia libia, abren un interrogante: ¿será que no hay nada más humano ni más cinematográfico que la guerra? “Desestimo esa aseveración enfáticamente”, dice Koza, pero aclara que tampoco piensa que “lo opuesto sería entonces verdad”. “La contingencia histórica nos deparó una relación de continuidad entre la guerra y el espectáculo”, reflexiona el programador, “una amalgama que fijó pautas en el género nacido del deseo de representarla”. Pero a partir de ese cruce “la poética de Marcie va en una dirección opuesta: desarticula el espectáculo porque conjura la abstracción contemporánea de la guerra a distancia, incluyendo su propio cuerpo como materia insustituible de la puesta en escena”, agrega. Según Koza “Marcie trabaja sobre la representación de la guerra en un sentido microscópico, lejos de toda voluntad de espectáculo, asumiendo una dimensión atomizada de la experiencia humana en el conflicto bélico”. El francés también dictará una clase magistral el martes 15 a las 20:30, en la Alianza Francesa.
La programación incluye la sección Noticias desde Cuba, integrada por cortometrajes producidos por la prestigiosa escuela de San Antonio de los Baños, y el laboratorio de creación audiovisual Master LAV, que se realiza por quinto año consecutivo. La clausura será el miércoles que viene a las 21:30 en la Sala Lugones, con la proyección de La flor azul de Novalis, de los brasileros Gustavo Vinagre y Rodrigo Carneiro. Serán entonces 50 películas; o lo que es lo mismo: 50 miradas posibles sobre la realidad.
5 recomendaciones del director del festival
Puesto en el compromiso de recomendar un puñado de títulos de una selección que incluye cincuenta, el director artístico del DocBuenosAires Roger Koza afirma que podría nombrarlos a todos. “La programación es un holograma: cada parte es el todo”, dice, pero aún así acepta elegir cinco “que den cuenta de las diferencias” del conjunto.
Pirotecnia (Federico Atehortúa Arteaga. Colombia, 2019): A mi juicio, es la ópera prima latinoamericana del año, un inquietante ensayo sobre la indeterminación epistemológica de la imagen aplicado a un caso no menos problemático: la violencia sistémica colombiana.
Dios (Christopher Murray, Israel Pimentel Bustamante, Josefina Buschmann. Chile, 2019): La visita del papa Francisco a Chile es el tema. Lo curioso de este film colectivo es su coherencia formal y su posición justa para seguir un evento no exento de contradicciones y apto para la burla y la apología. El resultado es fascinante, porque tanto el ateo como el creyente pueden sentirse estimulados a pensar el lugar de la fe en cualquier comunidad.
Gulyabani (Gürcan Keltek. Turquía/Holanda, 2018): Cada plano de esta carta materna dirigida al hijo constituye una condensación de hermosura y a veces de misterio que funciona como un contracampo estructural frente a la pesadumbre implícita en esa lectura, en la que se siente la violencia de la historia turca y la repugnante violencia de género.
Nakorn-Sawan (Puangsoi Aksornsawang. Tailandia/Alemania, 2018): La inserción de la ficción en el seno de un film que no es otra cosa que el registro de un inesperado duelo por parte de la realizadora, permite conjeturar que la ficción es aquí la representación verídica de lo que sucede en la imaginación de la cineasta, quien recurre a la fantasía para aliviarse de su pena y decide incluir esa operación subjetiva en su despedida elegíaca.
La flor azul de Novalis (Gustavo Vinagre, Rodrigo Carneiro. Brasil, 2018): El protagonista dice haber sido en otra vida el gran poeta alemán, que en esta encarnación ha sobrevivido al SIDA gracias a la medicina y a su espíritu irreverente. Un film que abraza lúdicamente el ejercicio de la libertad.
Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.
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