Florencia está empeñada en mantenerse dentro de la burbuja de su adolescencia extendida. Ella solo quiere estar con amigos hasta cualquier hora y en cualquier lugar, sintiendo que el mundo puede ser un parque de diversiones y aprovechando que las estructuras represivas se han aflojado para multiplicar las posibilidades del goce. Pero en busca de perpetuar el impulso hedonista, la joven no distingue los límites que separan el territorio seguro de las zonas de peligro, exponiéndose a riesgos innecesarios. La película registra ese estado de inconsciencia, pero también esboza con claridad que detrás de ese impulso autodestructivo hay tristezas, enojos y reproches que se han ido enquistando bajo las capas de lo no dicho.
Preocupado por esa tendencia al exceso, pero también cansado de la actitud de su hija, el padre de Florencia la manda con su madre, que vive en una pequeña ciudad balnearia, donde cree que estará menos expuesta a riesgos y tentaciones. Pero ya se sabe que los lugares de veraneo fuera de temporada están lejos de ser el paraíso. Aunque todavía se mantiene sólida narrativamente, a partir de acá Lejos de casa comienza a mostrar sus propios excesos. Las relaciones que la protagonista establece con dos chicos de carácter opuesto, también aparecen como la simplificación de los caminos que la joven tiene ante sí en esta nueva etapa. Una bipolaridad que se parece mucho a aquel recurso, habitual en los dibujos animados, en el que el personaje es tironeado por un angelito y un diablito en miniatura que se le aparecen uno arriba de cada hombro. A pesar de eso, la tensión dramática se mantiene a caballo de las buenas actuaciones, aunque de a poco se irá aflojando. Al contrario de esas películas en las que el guión se ensaña con sus criaturas, negándoles toda salida, Lejos de casa peca de compasiva, haciendo que los conflictos se resuelvan con demasiada ligereza en los últimos minutos. La aparición de un libro emblemático y la última línea de diálogo subrayan simbólicamente esa decisión.
Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.
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