El rock es sin dudas una de las más potentes expresiones culturales del siglo XX, una de las más influyentes y tal vez la más importante de todas si se la considera además como canal de comunicación a través del cuál se relacionan, se expresan e identifican sucesivas generaciones de jóvenes. En nuestro país el género surgió ya con los primeros ecos de su propagación mundial: Sandro junto a los de fuego comenzó su carrera muy pocos años después que Elvis Presley lanzara la popularidad del rock a rodar por las rutas de los cinco continentes. Ni hablar de Los gatos, Almendra, Vox Dei y Manal, verdaderos fundadores del ahora llamado rock nacional, cuyas aventuras empezaron también a pocos de que Los Beatles y los Rolling Stones fundaran la versión definitiva del rock como género musical y cultura global. Desde entonces, ha tenido miles de ejecutores, pero también muchísimos observadores que con inteligencia y sagacidad lo han sabido interpretar como lo que es: la forma de expresión de una época. Estos intérpretes, sin ser músicos, han colaborado para convertir en leyenda a muchos de los que sí han sido protagonistas directos: escritores, periodistas, críticos, fotógrafos y artistas plásticos también han sido parte del rock y tomado parte en su construcción. Revistas históricas como Expreso imaginario, Pelo, Metal, Toco y canto, Cerdos y peces, Madhouse; las disquerías especializadas, como Abraxas o Excalibur; el ying yang de suplementos juveniles Sí! y No; míticos programas radiales como Submarino amarillo, Feedback, Cuero pesado que fueron eslabones necesarios para la aparición a mediados de los 80 de la Rock and Pop, que por muchos años fue la radio definitiva del rock en Buenos Aires. El genial programa Peter Capusotto y sus videos. Andrés Cascioli también ha sido uno de esos portadores de la olímpica llama rockera, parte de una generación que nació y creció con el género como faro e influencia, que fue su contemporáneo, y cuyo trabajo siempre ha estado imbricado con los caminos que el propio rock ha recorrido por casi 60 años.
Cascioli fue periodista, dibujante, humorista y artista gráfico (ver recuadro) y gran parte de su producción corresponde a sus trabajos como retratista y caricaturista para diferentes medios, muchos de ellos (ahora convertidos en leyenda del periodismo gráfico en la Argentina) fundados por él mismo. Y dentro de esa veta, los retratos y caricaturas de rockeros -como también las más relevantes figuras de la política- formaron parte asidua de su trabajo. Justamente el libro El fabuloso mundo del Rock, de reciente edición, reúne una gran cantidad de esos trabajos, ofreciendo una recorrida posible bastante amplia y relativamente completa, por la historia y sobre todo los principales personajes de un género que ya forma parte del patrimonio cultural de la humanidad.
El álbum, ya que así se lo puede considerar, utilizando un término muy afín al objeto del deseo, se compone de mas de 70 ilustraciones realizadas por Cascioli que retratan a los músicos de rock más importantes de la Argentina y el mundo, ofreciendo a través de ellos una doble recorrida. A los muy fanáticos o muy observadores, seguramente casi todos los dibujos que integran el libro les recordaran fotos famosas, que han servido de obvia inspiración y modelo para el dibujante. A pesar de que bien puede ser visto como relato histórico, El fabuloso mundo del rock no se encuentra ordenado de manera temporal ni mucho menos por un índice alfabético. Así como los dibujos funcionan como espejo curvo, donde sus retratados se ven amplificados por la mano de Cascioli, el libro también es un recorrido que emula el caos creativo del rock. Así, sin orden aparente, el libro abrirá con los Stones, seguirá con los retratos de Coldplay, Janis Joplin, Soda Stereo y Gustavo Cerati. Junto a cada retrato, un texto introduce al lector en una breve pero certera biografía del artista en cuestión. A partir de ahí, cada seis láminas aparecerán unos globos, que a modo de pastillas informativas irán sumando datos, historias y curiosidades que ayudarán a tejer un relato tan ligero como entretenido en torno al gran trabajo gráfico, y que a la vez funciona como línea de montaje sobre la que los dibujos de Cascioli se irán ensamblando en un monstruo de mil cabezas.
Por supuesto que en ese desorden temporal en que los dibujos y los textos son presentados, hay también una sutil pero precisa escala de valores que deja muy clara una línea genealógica. Por un lado están los Rolling Stones, cuya imagen, además de ser la primera que aparece entre las páginas del libro, es también la única que lo hace por duplicado, ya que es la que ilustra la portada de El fabuloso mundo del rock. Para contrapesar ese poder entregado a sus majestades satánicas, Los Beatles son la banda que más veces se menciona en el libro -43 veces en total-, ya sea de manera grupal o por la suma de sus cuatro miembros. Otro dato interesante para terminar de componer un podio rockero: el libro trae de obsequio una reproducción del dibujo correspondiente a la gran leyenda de la guitarra eléctrica, Jimi Hendrix.
Y hasta con su título, que remeda un viejo número de espectáculo circense, El fabuloso mundo del rock parece querer decir algo más. Sí: el rock también es circo, but i like it.
Un perfil de Andrés Cascioli
Se inició en el diseño publicitario y dibujó historietas. Fundó junto Oskar Blotta la revista Satiricón. En 1978 creó el semanario Humor registrado, publicación que lo expuso diariamente con amenazas en plena dictadura militar. La revista se convirtió en un símbolo de la resistencia cultural de la época. A partir de ese éxito creó Ediciones de La Urraca, responsable de revistas ineludibles dentro de la historia de la prensa gráfica en la Argentina, como El Péndulo, Súper Humor, El Periodista de Buenos Aires o la reaparecida Fierro. A fines de 1980 la biblioteca del Congreso de los EE UU adquirió cuatro de sus originales, ilustraciones de políticos del momento y en 1982 Humor recibió el premio a la mejor revista satírica del mundo. Andrés Cascioli falleció en 2009, durante la producción de El fabuloso mundo del rock. Su esposa e hija, junto a un grupo de colaboradores, concluyeron los últimos detalles de este trabajo.
Artículo publicado originalmente en la sección Cultura de Tiempo Argentino.
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