viernes, 27 de marzo de 2009

CINE - Dani, un tipo con suerte (Dan in Real Life), de Peter Hedges: Costumbrismo acostumbrado.


Si algo tiene a favor Dani, un tipo con suerte, es contar con Steve Carell en el rol protagónico, y no precisamente porque sea el rey Midas: alcanza con recordarlo en El regreso del todopoderoso para saber qué tan bajo ha podido caer. De hecho, su interpretación del padre viudo con tres hijas adolescentes, que cree haber reencontrado el amor cuando conoce a una extraña que resulta ser la nueva novia de su hermano, nunca se presta a los excesos de aquel intento fallido de suplantar a Jim Carrey. Más cerca de sus buenos trabajos en Pequeña Miss Sunshine o Virgen a los 40, en donde los personajes padecían su circunstancia con cara de piedra, en Dani, un tipo con suerte tiene también el apoyo de un guión que aun cayendo en muchos lugares comunes consigue sostenerse y de un director como Peter Hedges que con sobriedad ha sabido evitar desbordes innecesarios.

Dani es un hombre responsable y preocupado por sus hijas, que vive de responder cartas de lectores en una columna en el diario local. Sus consejos ayudan a que muchos de ellos puedan superar algunos de los problemas cotidianos que se les presentan “en la vida real”, tal es el nombre de la columna. Igual que en casa de herrero, para Dani no será fácil enfrentar su propio escenario: su hija mayor insiste en conseguir algunas libertades acordes a sus casi 18 años; otra, enamoradiza, lo acusa de love killer por su continua vocación de guardabosque, mientras que la más pequeña parece tener respuesta para todo y una gran habilidad para manipularlo.

Los pasos de comedia permitirán acentuar este contraste para volver los postulados que Dani distribuye entre hijas, hermanos y lectores en contra de sí mismo. Si bien es verdad que cuando conoce a Marie en una librería no tiene forma de saber que ella es la nueva novia de su hermano, tampoco conseguirá dejar atrás el buen rato que pasaron entre charlas y café, cuando la reencuentre un rato después en casa de sus padres, en medio de una reunión familiar. Tras la sorpresa y el desengaño inicial, ambos parecerán irse empeñando en que las cosas se pongan cada vez más incómodas.

Entre escenas de clásico costumbrismo norteamericano, la película se ensaña con Dani, colocándolo todo el tiempo en situaciones difíciles en las que su enamoramiento no hace más que potenciar su histeria y la de Marie. En este papel, Juliette Binoche oscila entre lo encantador y lo sobrecargado, dejando en claro durante las escenas en las que la comedia se juega a fondo que este género no es el que mejor le sienta; al contrario, cuando ese tono se ve modificado por otros sentimientos como el deseo o los celos, su rendimiento mejora de manera notable, consiguiendo junto a Carell algunos buenos duetos. Sin escapar a los tópicos comunes en este tipo de producciones, Dani, un tipo con suerte logra entretener sin grandes sorpresas, pero también sin obligar a nadie a la vergüenza ajena, balanceando con bastante criterio los elementos en juego, mérito sobre todo de Peter Hedges, más conocido como autor de la novela y el libreto de aquel clásico de los ’90, ¿A quién ama Gilbert Grape?


Artículo publicado originalmente en el diario Página 12.

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