jueves, 11 de marzo de 2021

CINE - "Moxie", de Amy Poehler: Un feminismo avejentado

Tras su estreno en la plataforma Netflix, la comedia Moxie, dirigida por la actriz Amy Poehler, se ha convertido en uno de los títulos más comentados de los últimos tiempos. Esa atención tanto tiene que ver con asuntos relativos a lo cinematográfico, como con el vínculo que plantea con el feminismo y la lucha por los derechos de las mujeres. Construida como un típico relato estudiantil de crecimiento e iniciación (eso que en inglés se llama coming of age), Moxie cuenta la historia de Vivian, una chica tímida y sumisa durante el último año de secundaria. Ahí se hace amiga de una alumna nueva, una latina que no está dispuesta a bajar la cabeza ante las agresiones del chico más popular, que es también el rey de los matones del colegio. Inspirada por su madre (la propia Poehler), que en sus épocas de estudiante era una aguerrida activista, Vivian crea el fanzine feminista “Moxie”, para denunciar las desigualdades que observa entre los chicos y las chicas de la escuela, convirtiéndose en una heroína anónima.

Como Jekyll y Hyde, Moxie es una película dual en la que el relato y la intención manifiesta de dar un mensaje no siempre hacen sinergia. Poehler hace equilibrio sobre esa tensión durante todo el film, sacando provecho de un género que suele usarse para contar historias de chicos (como casi todos en el cine), pero abordando la lucha de estas chicas que ya no aceptan un rol secundario y reclaman protagonismo. En ese plano aparece lo mejor de Moxie, construyendo relaciones que retratan de forma verosímil una parte del universo femenino que suele ser invisible a los varones. Pero al mismo tiempo, el juego de poner en paralelo la juventud de la madre en los ‘80/’90 con la actualidad, hace parecer que los logros conseguidos por el feminismo en los últimos 20 años fueran en realidad algo incipiente, cuando el camino recorrido ha sido mucho. Dicho de otra forma: en 2021 ya no son las madres las que despabilan a sus hijas, sino al revés.

Aunque no realiza aportes ni sustanciales ni novedosos a la causa, Moxie también podría resultar oportuna como acción política, como espejo de una realidad que necesita señalarse sin dobleces para evitar que varios se sigan haciendo los sotas. Pero desde lo cinematográfico, la coda del film termina de aplanar de un solo golpe lo que se construyó durante la hora y cuarenta previa. En ese sentido, resulta llamativo que muchos de los personajes no tengan recorrido dramático y lleguen al final como empezaron, ratificando lo que la película les impuso desde el minuto cero. Tal vez por eso Moxie acaba siendo peligrosamente tranquilizadora, haciendo parecer que los malos vienen con un cartel pegado en la frente que los delata, cuando la realidad es mucho más compleja e imprecisa. Si Moxie resulta una película fallida es por esas decisiones dramáticas discutibles, que ameritan ser señaladas sin importar si fueron tomadas con el fin de aportar a una causa justa, o a lo altruista de sus intenciones. 

Artículo publicado originalmente en la sección Espectáculos de Página/12.

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